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viernes, 15 de septiembre de 2017

Los runners no son siempre bienvenidos

Por G_nkerbell

Correr está de moda, aunque se podría decir que es una actividad que siempre lo ha estado. Los expertos creen que nuestros ancestros, los homínidos, desarrollaron la impresionante habilidad de correr largas distancias hace aproximadamente unos 2,6 millones de años, con el fin primordial de cazar animales o escapar de ellos. Las carreras de competición surgieron gracias a la celebración de festivales o ceremonias religiosas en diversas partes del mundo y diversas culturas.

Hay constancia y registros de esa actividad con un sentido puramente deportivo desde los Juegos Tailteanos en Irlanda, hacia el año 1829 a. C. Los primeros Juegos Olímpicos tuvieron lugar en la antigua Grecia en el 776 a. C. y, en ellos, hubo también carreras pedestres. En resumen, podemos decir que correr está considerado históricamente como el deporte más accesible. Basta tan solo con unas zapatillas o a veces, ni siquiera eso, pues en muchas regiones del mundo las personas corren descalzas. Sea como sea, correr hoy está más en boga que nunca.

El footing –jogging o running– tiene millones de comprometidos practicantes alrededor de todo el mundo, pero a pesar de ello existen personas e incluso gobiernos que ven en esta sana actividad deportiva la posibilidad de esconder otros fines mucho menos saludables.

Por ejemplo, en la República de Burundi, una pequeña nación soberana ubicada en la famosa región de los grandes lagos de África Oriental, en el año 2014, el dictador Pierre Nkurunziza prohibió terminantemente correr en las calles para evitar que sus opositores políticos disfrazados de corredores se manifestasen en carreras populares o empleasen los entrenamientos como forma de conspirar contra el poder de su mandato.

Aprovechando esta cobertura, encarceló a varios miembros del Movimiento Solidaridad y Democracia por promover la realización de maratones para reunir a posibles simpatizantes. Burundi es actualmente una de las naciones más pobres del mundo y tiene el segundo PIB per cápita más bajo según datos del Banco Mundial, después de la República Centroafricana. Por eso, las carreras a pie son uno de los pocos deportes asequibles para la población de ese país. Si esto te pareció sorprendente deberás saber que estas locas disposiciones no son exclusivas de países atrasados.

Hace dos años, en la propia España estuvieron muy cerca de imponerse limitaciones a correr por la calle e incluso estas figuraron en el borrador de la ley de seguridad ciudadana, que no llegó a aprobarse. En Granada, en el popular Parque García Lorca, la ordenanza de convivencia del 2014 prohibía juntarse grupos muy grandes de corredores en entrenamiento, con la justificación oficial de que había que respetar al resto de los ciudadanos que disfrutan de sus instalaciones y servicios. La oposición política catalogó estas medidas como que suponían tratar a los jóvenes como delincuentes y las prácticas deportivas y juegos como actividades peligrosas. Hoy existe un área biosaludable donde se puede pasear, correr y hacer ejercicio, pero se mantiene la prohibición general contra las competiciones deportivas masiva y espontánea que puedan molestar a los vecinos, salvo las que han sido previamente autorizadas.

También hay limitaciones en los cotos de caza, cuyos propietarios pueden prohibir correr a los runners en determinadas épocas del año a petición de los cazadores. Con el fin de preservar el medio natural, en parques nacionales y otras zonas protegidas se puede correr, pero siempre que se tenga en consideración el respeto al medio, sin hacer ruido para no importunar a los animales o al resto de las personas que comparte ese espacio, y lo más importante, sin salir de los caminos establecidos ni dejar basura a nuestro paso.

Para terminar te invitamos a conozcas otra curiosa limitación: la ordenanza municipal de Pamplona prohíbe correr en los encierros de San Fermín con zapatos de tacón, chanclas, sandalias o zuecos, como importante medida de seguridad para evitar las fatales caídas.