Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

jueves, 7 de septiembre de 2017

Poco puede hacer Cuba frente a Irma

Por angelica

El miedo se expresa en muchas formas: desesperación, preocupación, desasosiego. Hay miedo en todas partes, en jóvenes y viejos. Nadie lo dice públicamente, pero se respira. Este miércoles se declaró en Guantánamo la fase de Alerta Ciclónica, y se activaron, como corresponde, los sistemas de prevención y alerta. “Todo está listo”, dicen los canales oficiales. Mi realidad indica lo contrario. Así que siento el miedo que provoca la impotencia, el de no poder decir que hay cosas no son verdad, que los abastecimientos no suplen la demanda, que los mercados no expenden nada más que lo habitual, que la gente se agolpa buscando “municiones” para pasar el temporal, pero todo se acaba. ¿Galletas, carnes, huevos, embutidos, dónde están, que no los veo? En la televisión, la jefa del subgrupo de Alimentos del Consejo de Defensa provincial, me sigue diciendo que “todo está garantizado”. 

Las autoridades han comparecido ante los medios oficiales llamando al cumplimiento estricto de las orientaciones. Los medios de comunicación hacen su función. Pero la experiencia es difícil de borrar, y no hace un año todavía qué pasó el huracán Matthew, dejando una estela de horror y espanto. Por eso no culpo a Cecilia Romero por “bajar” de Baracoa, donde reside en el barrio La Playa. Hay en ese municipio, ochenta y dos kilómetros de costa y 29 afluentes entre ríos y arroyos. La inundación es previsible y su vivienda temporal “no aguanta”. Ella, como tantos otros, todavía no se recupera del derrumbe total sufrido en octubre del pasado año, y ya corre el riesgo de perderlo de nuevo.

Eso sí, en buen cubano, solidaridad nos sobre. La gente va de un lado trasladando pertenencias. El 80 por ciento del fondo habitacional en la provincia más oriental tiene cubierta ligera, y por lo tanto, riesgo de ceder antes los fuertes vientos. Por eso el mejor refugio es la casa del vecino, hermano a estas horas, y en los municipios del este, las cuevas. A propósito, dicen que las acondicionaron para la evacuación de personas, ante la falta de construcciones resistentes a un ciclón categoría 5 en la escala Saffir Simpson.

Va cayendo la tarde. El clima ni siquiera se ha inmutado, pero el ajetreo de la gente sigue, parece un hormiguero. Apenas han pasado tres días del inicio del curso escolar y los niños están otra vez fuera, pues los centros educaciones anunciaron la recesión de la actividad docente, aunque en los internos, los estudiantes pueden permanecer a buen resguardo. Preocupa, no obstante, las escuelitas recién reparadas, esas que una vez cayeron y podrán volver a hacerlo. Los maestros aseguran computadoras y mobiliario escolar; para los alumnos, la orientación es que se hagan cargo de sus libros, “pues el país no podrá reponerlos otra vez en tan corto tiempo”, dice Aliz Azaharez, responsable del sector ante el citado Consejo.

Imágenes de los destrozos de Irma en las islas del Caribe dan la magnitud del daño que puede llegarnos pronto. Por eso, la vicepresidenta del Consejo de Gobierno, Nancy Acosta, llama a preparar una mochila de emergencia: la leche de los bebés, agua para beber, documentos de identidad, alimentos de larga duración, productos básicos y medicamentos… pero qué medicamentos, si están en crisis hace tiempo.

En las farmacias se forman también las colas. “Entró un poquito de Duralgina”, me explica una señora, por eso el alboroto. Es que tener un botiquín es casi un lujo. Hay en Guantánamo 87 fármacos declarados en falta –según datos ofrecidos en el periódico Venceremos- entre ellos, algunos dispensados por tarjeta control (tarjetón). El resultado, pacientes como Alejandro Ávila, de 12 años, asmático y diabético, no tiene garantizada la insulina. El resto del sistema de salud hace lo de siempre. Pese a que la falta de agua potable interrumpió los principales servicios del Hospital provincial Agosthino Neto la pasada semana, se declara preparado para asumir las urgencias, a la vez que se liberan camas para acoger nuevos casos, supongo que dando alta a pacientes que, en otro momento, no hubiesen recibido el visto bueno.

Regreso a casa, poco he resuelto. El árbol de la esquina permanece ahí, en contacto directo con los cables telefónicos y eléctricos. La tupición del alcantarillado también; forma parte del barrio. Loma arriba, percibo, van subiendo camiones cargados de postes, tuberías, equipos pesados y hombres preparados para la contingencia. Roberto Maresma, director de la Unión Eléctrica, alerta que podemos quedar desconectados del sistema electro energético nacional por caídas de postes y cables, que pueden además ocasionar accidentes, por lo que ante fuertes rachas se suspenderá el servicio. Así que retomamos velas y candiles, como antaño. Las baterías y linternas, disponibles siempre en CUC, exceden el bolsillo medio de la provincia, la de menos salario promedio en Cuba.

Mientras pueda, sigo atentamente los partes meteorológicos. Por cierto ¿dónde está Rubiera? Me preocupa que no ha aparecido, y el feroz Irma avanza hacia nosotros a 13 millas mph, vientos sostenidos de 295 kilómetros por hora y fuertes precipitaciones. Cambio de canal, al final no hay más opción de enfrentar lo venidero, y así lo haremos. El miedo toma a veces formas insospechadas: enérgicas, temerarias, descocadas. Así somos los cubanos: a mal tiempo, buena cara.