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lunes, 18 de septiembre de 2017

Un futuro de sordos

Por ElizabethF.

Tienen entre 12 y 35 años de edad, y superan los 1100 millones. Serán los sordos del futuro, casi presente podríamos decir, si no cambia el estado de cosas. La alerta la ha hecho la Organización Mundial de la Salud, quien sostiene que este número de jóvenes están en riesgo de padecer tempranamente pérdida de audición por su exposición al ruido, sobre todo en contextos recreativos». Sí, ¿lo oye bien?, el ruido excesivo, esa epidemia oculta que ya integra la lista de las causas que conllevan al déficit auditivo y que, junto a los llamados factores genéticos, las complicaciones en el parto, algunas enfermedades infecciosas, y las infecciones crónicas del oído, así como el empleo de determinados fármacos y el envejecimiento normal del ser humano, se erige como un importante factor de riesgo que en los últimos años ha aumentado exponencialmente la incidencia de la hipoacusia.

Las estadísticas de la propia Organización Mundial de la Salud dan cuenta de que unos 360 millones de personas, lo cual equivale al 5 % de la población mundial padece pérdida de audición discapacitante. De ellos, 328 millones de adultos y 32 millones de niños, de los cuales la mayor parte vive en países de ingresos bajos y medianos. No son pocos, y el ritmo de una sociedad “ruidosa” puede incrementar estas cifras en un abrir y cerrar de ojos. Hipoacusia inducida por ruido le llaman los expertos, y es un tema para estar más que alertas.

Sin embargo, contrario a lo que cualquiera pudiese pensar, no es un asunto nuevo. Plinio el viejo, en su Historia Natural, allá por el siglo I de n. e. ya dejaba lo que se conoce hoy como registro más antiguo sobre los efectos perjudiciales que puede tener el ruido para la audición, cuando refería que las personas que vivían cercanas a las majestuosas cataratas del Nilo quedaban sorda.

Luego, en los finales del siglo XIX, cuando ya la máquina de vapor era un hecho y la era industrial se abría paso aparece el ruido como un importante problema de salud pública y empiezan a documentarse las sorderas de los trabajadores, fundamentalmente los más expuestos como los forjadores y soldadores.

Pero, la mala noticia es que la hipoacusia inducida por ruido (HIR) es un problemática que se ha incrementado con el avance de la civilización; y la exposición a ruidos de alta intensidad origina además múltiples trastornos como la incapacidad para la comunicación personal, además de reducir la calidad de vida del ser humano y su socialización, fenómeno que los expertos conocen como «socioacusia».

Los efectos como los problemas de comunicación que surgen con la pérdida de audición pueden ser de gran peso en la vida cotidiana pues generan sensación de soledad, aislamiento y frustración, sobre todo en los adultos mayores que la padecen, alerta la Organización Mundial de la Salud.

Igual de preocupante resulta que si bien esta problemática se asociaba mayormente al entorno laboral, hoy esas concepciones han cambiado diametralmente, pues los expertos hablan que es un riesgo creciente en muchos espacios de la cotidianidad. De modo que los pronósticos estiman que un tercio de la población mundial y el 75 % de las personas que habitan en las ciudades industrializadas padecen algún grado de sordera o pérdida auditiva, como consecuencia de la exposición a sonidos de alta intensidad.

Entre las situaciones más frecuentes del día a día que constituyen escenarios de riesgo para las enfermedades auditivas, la OMS menciona la exposición a sonidos muy elevados durante actividades recreativas, tal es el caso del uso de aparatos de audio personales durante periodos prolongados de tiempo a un volumen elevado, o bien en bares, discotecas, conciertos y eventos deportivos.

En las manos de cada uno de nosotros está el autocuidado del sentido de la audición, porque escuchar, poder oír al mundo, es una de las cosas más valiosas para el ser humano.