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jueves, 21 de septiembre de 2017

Una ONU al estilo de Trump

Por Marta A.

No hubo sorpresas. Aquellos que guardaron para el segmento de alto nivel de la ONU las esperanzas de poder ver desplegarse al estadista sereno, capaz de generar confianza incluso para sus aliados, quizá simplemente el presidente que asumiera los compromisos con el mundo, quedó vestido y sin ir al baile. Porque esta vez, para no variar, aun cuando era su primer discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas, el magnate siguió siendo eso, al más puro estilo de Donald Trump. Apenas subió al podio para hacer odas de su consabida retórica aislacionista y para amenazar a medio planeta con su humanidad incluida.

Por supuesto, el argumento es infalible: “Estados Unidos primero”.

Solo que no parece haber notado que lo esgrimía desde el escenario de un organismo que se ha caracterizado por ser un símbolo no solo del multilateralismo sino de los esfuerzos conjuntos entre las naciones del globo. Y ojalá solo hubiese quedado en la pose arrogante pero no. El presidente de Estados Unidos utilizó sus minutos de discurso para restregar a todo el resto de la audiencia en su cara el poderío militar de su país y los 700 000 millones de dólares de presupuesto que dedica a la guerra; no sin antes aclarar que Washington está dispuesto a usar las armas cuando lo estime necesario, dijo el magnate, para luego poner el dedo justo sobre Corea del Norte y amenazarla si esta los fuerza a defenderse o tener que defender sus aliados.

Murmullos y llamados de calma mediante en plena sala de la ONU vinieron luego de esta afirmación, pero el mal ya estaba hecho. Y solo de Benjamin Netanyahu vinieron los aplausos, con la venda en los ojos y la adulonería de decir que era el más «valiente» de los últimos 30 años en las Naciones Unidas.

Pero Trump se dio gusto: cargó además contra el pacto nuclear alcanzado en el año 2015 entre Irán y unas seis potencias (dígase Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China), contra Venezuela que parece ser su nueva obsesión y generó una avalancha de inquietudes incluso entre los que podemos considerar como sus aliados. «Ya no vamos a poder entrar en acuerdos que no nos beneficien y que sirvan para aprovecharse que se aprovechen de nosotros», dijo y un jarro de agua fría cayó sobre más de un asistente a la sesión.

Una entrada a la ONU, sin duda, para recordar y analizar.