Brasil quiere que Michel Temer se someta a la justicia
Las recientes indagaciones de la mega operación contra la corrupción en Brasil, conocida como Operación Lava Jato, arrojó que el 89 por ciento de los ciudadanos brasileños ha mostrado su apoyo para un eventual juicio contra el presidente Michel Temer. El representante del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) llegó al Palacio de Planalto tras el juicio político contra la mandataria constitucionalmente electa, Dilma Rousseff. Tras más de un año en la presidencia, el pemedebista tiene encima una docena de procesos penales y ahora la ciudadanía está pidiendo que sea sometido a un nuevo proceso penal ante la supuesta participación en una asociación delictiva revelada en la operación Lava Jato.
La consulta realizada por el influyente diario Folha de Sao Paulo mostró que nueve de cada 10 brasileños consideró como un paso eventual que el Congreso dé luz verde a un proceso contra Temer. Es por ello que los debates sobre el asunto iniciarán en la Cámara de Diputados.
La denuncia, interpuesta por la Procuraduría, especifica que el político brasileño dirigió a un pequeño grupo de personas entre las cuales estaban varios directivos del PMDB, tales como los ministros Eliseu Padilha, jefe de Gabinete, y Wellington Moreira Franco, secretario general de la Presidencia. Para la Procuraduría de Brasil, esa organización era puramente delictiva. Según la institución, Temer y es grupo selecto de políticos recibieron alrededor de 175 millones de dólares por fraguar contratos en empresas como la estatal Petrobras. La ley estipula que para iniciar este proceso contra Temer es necesario formar una mayoría de dos tercios en la Cámara de Diputados del Congreso.
Temer ha sabido esquivar sabiamente todas las acusaciones en su contra. La última de ellas fue en agosto pasado cuando salió ileso, políticamente hablando, de un proceso por corrupción. El político del PMDB logró aunar un amplio apoyo en la Cámara de Diputados. Esto sucede cuando Temer posee apenas un cinco por ciento de respaldo popular entre los brasileños.
La situación de inestabilidad política, económica y social en Brasil ha replanteado nuevas maneras de enfrentar el panorama. De un lado persiste el descontento de la ciudadanía respecto a los principales partidos, movimientos y organizaciones políticas. Del otro, el fantasma de la corrupción persiste y alcanza a muchos políticos, sin importar el tipo de ideología que estos profesen.
Si bien la interrupción democrática experimentada en el país más grande de América del Sur lo llevó al caos, en estos momentos no se sabe a ciencia cierta cómo terminará esta tragicomedia al mejor estilo de O Globo.
