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jueves, 5 de octubre de 2017

De niño, Cristiano soñaba con marcar goles

Por Mayli

El futbolista estrella del Real Madrid, el luso Cristiano Ronaldo, a raíz de su partido 400 con el club más ganador en la historia del fútbol mundial, recordó sus momentos de infancia en su isla de Madeira, cuando jugaba en la calle, cuando no era nadie y no se tomaba el fútbol muy en serio. Cuando todo era un hobby. De su propia mano, Cristiano nos cuenta su paso de niño a jugador profesional, y como desea que su hijo tenga las mismas sensaciones de triunfo que él. Reconoce que es ambicioso, y que desearía ganarlo todo con el club merengue.

Todos conocen a Cristiano Ronaldo, el delantero estrella del Real Madrid. Todos aplauden su talento y critican su ego. Pero casi nadie conoce al niño que fue Ronaldo, por eso a propósito de su partido 400 con el club más ganador del fútbol mundial y actual campeón de Champions League, quiso reflexionar sobre su infancia, y sobre lo que una vez significó ser nadie, solo un niño con sueños. “Tengo un fuerte recuerdo de cuando tenía 7 años. Tan fuerte que si cierro los ojos, me lo imagino y me emociono. Tiene que ver con mi familia. Acababa de empezar a jugar a fútbol en serio. Antes, yo solo jugaba en las calles de Madeira con mis amigos. Y cuando digo “calle”, no me refiero a una callecita vacía. Quiero decir una calle. No teníamos porterías ni nada, y teníamos que parar el partido cada vez que pasaba un coche. Yo era muy feliz así, pero mi padre era el utilero del CF Andorinha y no paraba de animarme a ir y jugar con el equipo filial. Yo sabía que eso le haría sentir orgulloso, así que fui”, dijo el hijos ilustre de la isla portuguesa de Madeira.

“El primer día—continúa CR7— había un montón de reglas que yo no entendía, pero me encantó. Me enganché a la organización y a la sensación de ganar. Mi padre estaba siempre ahí, en la banda, con su barba y su uniforme de trabajo. Le encantaba. Pero a mi madre y mis hermanas el fútbol no les interesaba en absoluto. Cada noche durante la cena, mi padre trataba de convencerles para que vinieran a verme jugar. Él fue mi primer representante. Cuando llegábamos a casa después de los partidos, él solía decir, “¡Cristiano ha marcado un gol! Ellas respondían, “Ah, muy bien”, cuenta el luso.

Cristiano habla desde la sensación, de que se impuso la tarea de marcar y marcar más, hasta conseguir que el resto de su familia se interesase en él. Que les importara lo que estaba pretendiendo. “Hasta que un día - jamás olvidaré esta imagen - mientras calentaba, volví a mirar como siempre y ahí estaban mi madre y mis hermanas, sentadas en la grada. Parecía… ¿Cómo decirlo? Parecía que estaban cómodas. Estaban abrazadas, y no aplaudían ni gritaban, solamente me saludaban, como si aquello fuera un desfile o algo así. Se notaba que no habían estado nunca en un partido de fútbol. Pero estaban ahí. Y eso era lo único que me importaba”, comentó.

Para Cristiano Ronaldo eso fue un giro en su vida. Desde entonces sintió el orgullo de querer más, y al mismo tiempo, con el éxito vino la distancia con su familia, pues con 11 años tuvo que partir hacia Lisboa. “Me parece una locura cuando lo recuerdo. Mi hijo, Cristiano Jr., tiene 7 años en estos momentos. Solo pensar en cómo me sentiría si dentro de 4 años estuviera ayudándole a hacer las maletas para mandarle a París o Londres. Prefiero ni imaginármelo. Estoy seguro de que para mis padres fue muy duro en su momento. Pero yo tenía un sueño y aquella era mi oportunidad para cumplirlo. Así que me dejaron ir, y fui. Lloré casi cada día. Seguía en Portugal, pero fue como mudarse a otro país. Incluso el acento hacía que pareciese un idioma diferente. La cultura era diferente. No conocía a nadie. Mi familia solo se podía permitir venir a verme cada cuatro meses más o menos. Les echaba tanto de menos que todos los días eran dolorosos”, contó uno de los mejores futbolistas del mundo.

El fútbol le hizo grande, y al parecer le ha pagado con creces, los tiempos malos. Cristiano Ronaldo, sigue creciendo, con hambre de más. Quiere ganarlo todo, romper todos los récords, pero sobre todo quiere que su hijo sienta las mismas sensaciones fuertes, irrepetibles, que él ha sentido con el más universal.