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domingo, 22 de octubre de 2017

El bostezo, un contagio imposible de evitar

Por Jacky

El bostezo es una acción común entre los vertebrados; mamíferos y la mayoría del resto de animales que tienen columna vertebral, incluidos peces, serpientes, tortugas, cocodrilos y aves. En lo relativo al bostezo hay otro aspecto curioso. Y es que si alguien bosteza delante de ti se torna difícil no repetirlo. Es casi incontrolable, como si nos contagiaran el bostezo. Esto sucede porque tu cerebro te obliga a hacerlo aunque la explicación sobre ello no es del todo clara. El estudio, publicado en la revista Current Biology por expertos de la Universidad de Nottingham, en Reino Unido, plantea que esa propensión humana a imitar el bostezo es activada de manera automática por reflejos primitivos en la corteza motora primaria. Esta área del cerebro es la responsable de los movimientos del cuerpo. Según los especialistas, la capacidad para resistirnos a imitar el bostezo es limitada, fundamentalmente cuando el gesto del otro es muy exagerado, añadiendo que el deseo de bostezar aumenta si se nos dicen que debemos reprimirlo.

El bostezo es la acción incontrolada de abrir la boca para realizar una inhalación profunda seguida de una espiración de algo menos de lo inhalado, que finaliza con el cierre de la apertura bucal. Algunas acciones asociadas al bostezo son estirar los músculos faciales, inclinar la cabeza hacia atrás, cerrar o entornan los ojos, lagrimear, salivar y muchas otras acciones cardiovasculares, neuromusculares y respiratorias. El bostezo es una acción común entre los vertebrados; mamíferos y la mayoría del resto de animales que tienen columna vertebral bostezan, incluidos peces, serpientes, tortugas, cocodrilos y aves.

En lo relativo al bostezo hay otro aspecto curioso, si alguien bosteza delante de ti se torna difícil no repetirlo, es casi incontrolable, como si nos contagiaran el bostezo. Esto sucede porque tu cerebro te obliga a hacerlo, aunque la explicación de esto no está del todo clara. Los científicos consideran factores como la empatía y otros especialistas hablan de la necesidad de refrigerar el cerebro. Sin embargo, de acuerdo a una nueva investigación, no importa cuánto te resistas, mientras más te esfuerces en no hacerlo mayores serán las ganas.

De acuerdo con los autores, imitar el bostezo es una forma común de ecofenómeno, un fenómeno que implica la imitación automática de las palabras (ecolalia) y las acciones (ecopraxia) de otro, algo curioso, pues no solo las personas muestran esta propensión al contagio, sino que a chimpancés y perros también les pasa.

El estudio, publicado en la revista Current Biology por expertos de la Universidad de Nottingham, en Reino Unido, plantea que esa propensión humana a imitar el bostezo es activada de manera automática por reflejos primitivos en la corteza motora primaria, esta área del cerebro es la responsable de los movimientos del cuerpo. Según los especialistas, la capacidad para resistirnos a imitar el bostezo es limitada, fundamentalmente cuando el gesto del otro es muy exagerado, añadiendo que el deseo de bostezar aumenta si se nos dicen que debemos reprimirlo.

Hasta el momento se desconoce la base neural de los ecofenómenos. En el estudio, participaron 36 adultos que vieron vídeos en los que se mostraba a alguien bostezando. Los participantes en la investigación fueron instridos para resistirse o dejarse llevar por el bostezo. Además, para probar el vínculo existente entre la excitabilidad motora y la base neural en el bostezo contagioso, los investigadores optaron por la estimulación magnética transcraneal (TMS). Al ver los vídeos, se filmó a los participantes y se contó el número de bostezos y la cantidad de bostezos reprimidos.

También registraron continuamente la intensidad de las ganas de bostezar de cada uno de los pacientes. Mediante la TMS cuantificaron la excitabilidad de la corteza cerebral del movimiento, y pudieron medir la propensión de cada voluntario a sufrir un bostezo contagioso. A su vez, con la estimulación eléctrica, pudieron aumentar la necesidad de bostezar.

Entre los resultados más significativos está que los investigadores consideran que esta técnica podría emplearse en el tratamiento de trastornos neuronales. Los ecofenómenos también se dan en una amplia gama de condiciones clínicas vinculadas al aumento de la excitabilidad cortical o a la disminución de la inhibición fisiológica, en patología como la epilepsia, la demencia, el autismo y el síndrome de Tourette. Los autores creen que tomando como base el bostezo se pueden analizar las raíces de desórdenes psiquiátricos y crear en consecuencia nuevos tratamientos para esas enfermedades.

En cuanto a la necesidad involuntaria de imitar algunos efectos del cuerpo, la misma revista publicó en marzo la demostración realizada por un grupo de biólogos que determinó que los sonidos hechos durante las emociones contagiosas, como el llanto o la risa, no son exclusivas de los mamíferos, sino que también las hacen las aves.

El contagio emocional debe verse entonces como un fenómeno social y psicológico que se da cuando el estado de ánimo es transmitido de congénere en congénere. Los ejemplos más usuales son la risa entre las personas o el pánico colectivo. Estos efectos también tienen manifestaciones análogas en primates, como los chimpancés, orangutanes y monos gelada, así como en otras especies como las ratas y los perros.