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domingo, 1 de octubre de 2017

El parapente encuentra en Cuba su cuna

Por liss

Impresionante. Creo que es la mejor manera de describir a esos casi locos que gustan de aquellos deportes de riesgo que no te dejan poner –literalmente–“los pies en la tierra”. La adrenalina a mil es uno de los anticipos que prometen algo más que esa cosquilla en el estómago y la sensación de libertad que siempre provoca montar estilos de vuelos como paracaidismo, vuelo libre o parapente, aeromodelismo y aviación deportiva. En Cuba son varias las federaciones que permiten el disfrute de las especialidades. Las mismas admiten el acceso de quienes –ya sean cubanos o extranjeros- se interesen en volar.

En el caso particular del parapente, todas las provincias de la mayor de las Antillas poseen zonas de vuelos y especialistas, quienes cuentan con una capacitación y preparación técnica rigurosa que posibilita el despegue seguro de pilotos y acompañantes. Estos últimos antes del despegue deben firmar un acta de exoneración que absuelve la Federación de Parapente de algún accidente, teniendo en cuenta que este deporte es considerado de riesgo. No obstante, un dato mínimo que reduce a dos los accidentes ocurridos en 20 años muestra la confiabilidad y capacidad de los aeronautas de la Isla.

En el país cada zona de vuelo está debidamente estructurada con límite de altura y espacio. En La Habana el litoral de la zona norte conocido como Canasí está equiparado para que aquellos interesados disfruten del deporte. Allí radica una actividad de autofinanciamiento que posibilita el libre acceso a cualquier cliente interesado, ya sean especialistas o no. Y es que una vez definida la decisión de volar sólo resta objetivamente avanzar con velocidad que debe ser siempre sinónimo de seguridad. Puede que el silencio sepulcral o losrostros pálidos de los principiantessean las condiciones que no dejen espacios para dudas.

Cada zancada es impulsada por la mismísima adrenalina que es un desafío personal de concentración. Siempre es importante entender las condiciones meteorológicas del día, velocidad del viento, temperatura, y las nubes;porque el vuelo no comienza cuando despega, comienza varias horas antes cuando planificas tu ascenso.

Ya en el aire –siempre y cuando el miedo no llegue a niveles estratosféricos –resulta inmensamente atractiva la manera de ver todo al mismo tiempo. Se puede sentir el viento y mirar hacia abajo las casas, el tráfico, los veleros, la comida, las montañas, la gente, y sobre todo el mar. Todo desde una perspectiva minúscula que da una dimensión de los casi 200 metros de altura en los que viajas.

Un leve dolor en los pies,unido a un leve entumecimiento provocado por el tiempo sentado en el aire, declara que es hora de aterrizar. Si soportas 15 minutos de vuelo y encima quieres repetir, pues felicidades. Bienvenido al club de los hombres y mujeres que no le tienen miedo a nada.Por supuesto, el crédito se los llevan los pilotos, quienes cuentan –mínimo– con más de 5 años de experiencia. Entonces resulta válido preguntar ¿Te sumas a la experiencia?