Estados Unidos sufre el peor tiroteo de su historia moderna
Un hombre de 64 años armado con más de 10 rifles, abrió fuego el domingo durante un festival de música country de Las Vegas, y mató al menos a 58 personas, en lo que constituye ya el mayor tiroteo de la historia moderna de Estados Unidos. Desde la ventana del piso 32 del hotel Mandalay Bay, apuntó y disparó durante varios minutos contra la multitud, donde había alrededor de 22 000 personas. Más de 500 resultaron heridas. Stephen Paddock, identificado como el autor de los crímenes, se suicidó antes de que la policía lo atrapara. Vivía en una comunidad de jubilados en Mesquite, estado de Nevada, y hasta el momento se desconocen los motivos de la masacre.
El grupo terrorista Estado islámico (EI) se ha atribuido la responsabilidad por el crimen, pero las autoridades estadounidenses han expresado gran escepticismo sobre esa afirmación. La cifra de muertos preliminares, que los funcionarios advirtieron podría aumentar aún más debido a la cantidad de heridos, superó la masacre del año pasado, cuando 49 personas murieron en un club nocturno en Orlando, estado de Florida, a manos de un pistolero que prometió lealtad a los militantes del Estado islámico.
Los asistentes al concierto quedaron completamente conmocionados, y comenzaron a correr errantes por las calles, según describe la prensa local, algunos con sangre en sus ropas, pisoteándose unos a otros para lograr salir del concierto. La policía ha dicho que se desconocen los motivos de Paddock, quien no tenía antecedentes penales, y no se ha demostrado ningún vínculo entre él y algún grupo extremista.
El hermano de Paddock, quien vive en Orlando, dijo a la cadena de televisión CNN que está “completamente atónito” por lo sucedido. “No podemos entender lo que pasó... No es un hombre fanático de las armas en absoluto. El hecho de que tuviera ese tipo de armas.... ¿dónde diablos consiguió armas automáticas?”, dijo Eric Paddock.
Según las autoridades encargadas de la investigación, hay razones para creer que Paddock tenía una historia de problemas psicológicos. Es frecuente que, cuando los autores de matanzas como esta son estadounidenses blancos, se lancen teorías de “problemas psicológicos” para justificar los hechos. Sin embargo, cuando el atacante es negro o musulmán, frecuentemente se habla de “terrorismo”.
Masacres como esta, que ya van siendo tristemente comunes en la historia reciente de Estado Unidos, parecen no tener fin. El tema se ha convertido en portada de los principales medios informativos. Ahora, seguramente, estarán semanas debatiendo el asunto, sobre todo detallando la vida del asesino. Veremos videos, fotos, hasta saturarnos de información, pero casi ningún medio de prensa se dedicará a profundizar en las casusas de fondo. Por un lado, lo fácil que es para cualquier persona en Estado Unidos comprar un arma, y por otra parte, la violencia crónica que afecta a ese país.
Aunque no hay un registro preciso de armas de fuego en manos de civiles, se calcula que son más de 250 millones, en un país de unos 300 millones de habitantes. Van desde pistolas y revólveres, hasta rifles y armas de guerra que, en la mayoría de los estados, pueden ser adquiridas con facilidad y sin verificar los antecedentes penales o mentales del comprador.
La Segunda Enmienda de la Constitución, en vigor desde 1791, establece el derecho de los ciudadanos a portar armas de fuego. Organizaciones importantes de lobby en el Congreso, como a Asociación Nacional del Rifle (NRA), han convertido ese derecho en una especie de misión sagrada y patriótica. Por otra parte, las fracturas étnicas, las divisiones sociales en general, el individualismo, el estrés permanente, fanatismos religiosos, trastornos psicológicos, son algunas de las posibles causas. Los asesinatos siguen. Pasan años, crímenes y lágrimas, y no se hace nada para dar solución al problema.
