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martes, 17 de octubre de 2017

La carrera espacial en este siglo

Por EvelynR

La conocida carrera espacial, que comenzó con el lanzamiento del satélite Sputnik en 1957 y el vuelo de Yuri Gagarin en 1961, estuvo marcada por la rivalidad de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética. En la actualidad, los avances tecnológicos están cambiando los modelos que tradicionalmente financiaban de las misiones al espacio. Un grupo de empresas promociona un acceso más barato al cosmos, empleando innovaciones como cohetes reutilizables y sistemas horizontales de lanzamiento. Un nuevo actor en el área es Rocket Lab, de Nueva Zelanda, que espera cambiar la forma de explorar el espacio. Aún en sus inicios, es la única empresa de cohetes que cuenta con su propio complejo de lanzamiento.

La conocida carrera espacial, que comenzó con el lanzamiento del satélite Sputnik en 1957 y el vuelo de Yuri Gagarin en 1961, estuvo marcada por la rivalidad de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética. En esa lucha, los gobiernos pagaban y promovían los esfuerzos por dominar el espacio.

Sin embargo, en la actualidad, los avances tecnológicos están cambiando los modelos que tradicionalmente financiaban de las misiones al espacio. Un grupo de empresas promociona un acceso más barato al cosmos, empleando innovaciones como cohetes reutilizables y sistemas horizontales de lanzamiento. Además, en lo referido a los satélites, estos se están volviendo más pequeños y más barata su construcción, con cerca de mil 500 en órbita.

Todos los datos que llegan del espacio están haciendo que nuevos actores se introduzcan en el procesamiento, interpretación y comercialización de esta revolución informática. La inversión está aumentando considerablemente en sector espacial. Por ejemplo, en 2016, la economía espacial global alcanzó un valor de 329 mil millones de dólares, con tres cuartas partes que provenía del sector privado, no de los gobiernos.

Por su parte, los cohetes son la llave de entrada al cosmos. En esta área los multimillonarios también están liderando el camino. La firma Space X, de Elon Musk, emplea sus lanzadores Falcon 9 para enviar suministros a la Estación Espacial Internacional. Mientras, el Blue Origin, de Jeff Bezos, dueño de Amazon, trabaja en los cohetes New Shepard y New Glenn. Estas dos empresas han desarrollado revolucionarias técnicas que posibilitan el aterrizaje vertical, algo significativo en la creación de lanzadores reutilizables.

Por otro lado, el Grupo Virgin de Richard Branson, está desarrollando tecnologías para lanzar satélites desde el aire y planea también vuelos turísticos suborbitales.

Un nuevo actor en el área es Rocket Lab, de Nueva Zelanda, que espera cambiar la forma de explorar el espacio. Aún en sus inicios, es la única empresa de cohetes que cuenta con su propio complejo de lanzamiento.

Aunque los cohetes no han cambiado mucho desde que se puso en órbita el Sputnik, el fundador de Rocket Lab, Peter Beck afirma que sería un error pensar en su compañía como otro fabricante más de lanzadores tradicionales.

Si bien el costo promedio del lanzamiento de un satélite está en los 200 millones de dólares, de acuerdo con la empresa neozelandesa, el precio que tendría un futuro lanzamiento espacial estará en los 5 millones de dólares. Beck añade que una vez que su cohete esté en funcionamiento, la frecuencia de las misiones podría llegar a una vez por semana.

En el centro de la estrategia comercial de Rocket Lab está su lanzador Electron, diseñado especialmente para poner en órbita pequeños satélites. El cohete es esencialmente de fibra de carbono y sus motores están todos impresos en 3D. Beck añade que mientras a otras compañías les llevaría meses producir un motor, su empresa puede producirlo en 24 horas.

En el primer vuelo de prueba realizado en mayo, el cohete llegó con éxito al espacio pero no alcanzó la órbita, y la empresa planea otras dos misiones.

Sin embargo, los fabricantes necesitan maneras más flexibles de organizar los viajes al espacio. Ese es también el problema que Rocket Lab busca solucionar. En lugar de esperar un lugar adecuado en un gran cohete, la empresa planea que puedas reservar un espacio en un lanzamiento espacial mediante Internet.

Sin embargo, aunque la evolución de los cohetes y los satélites a menudo es lo más reconocido, los cambios más importantes han ocurrido en los usos prácticos de la información recogida. Tanto así que agricultores y compañías de petróleo, gas y minería están utilizando estos datos.

Los agricultores pueden conocer sobre los problemas en las condiciones del suelo y prepararse para malas cosechas; los pescadores pueden saber sobre las temperaturas del océano, útil para saber dónde encontrar pescado.

El futuro que se planea es el de un mundo en el que la industria espacial estará caracterizada por satélites de bajo costo, transportados en cohetes accesibles que podrán lanzarse cuando uno desee, todo a la distancia de un clic y sin necesidad de esperar el lento proceso de las misiones espaciales que son financiadas por los gobiernos.

Sin embargo, esta nueva carrera espacial presenta sus propios retos, según lo expresado por Gareth Morgan, de la firma británica Terrabotics, especializada en análisis de información espacial.

La elevada cantidad de imágenes y datos del espacio implica que los sistemas de inteligencia artificial para analizarlos de manera automática deben ponerse al día. Además está la cuestión ética, pues todo el mundo puede ser fotografiado desde el espacio en cualquier momento.

En la medida en que proliferan los satélites privados, se plantea la necesidad de un debate sobre los roles públicos y privados en el espacio. Pues aunque las recompensas pueden ser grandes para los inversionistas, también lo son los riesgos.

Según Matt Perkins, que fue director ejecutivo de Surrey Satellites y actual jefe de Innovación de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, los cohetes no son la forma de ganar dinero con el espacio, sino que son los productos, mediante el uso de toda la información del cosmos. Además, a medida que todo se abarate, habrá nuevas oportunidades de negocios y maneras de utilizar los datos.