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sábado, 21 de octubre de 2017

La enfermedad que endurece el cuerpo

Por Jacky

La esclerodermia, también llamada esclerosis sistémica progresiva y síndrome de CREST, es una enfermedad incurable del sistema inmunitario, que provoca que se genere demasiado colágeno, lo que puede afectar las articulaciones, tendones y órganos internos. Este mal afecta a 3 de cada 10 mil personas, aunque en distintos grados, y aqueja principalmente a mujeres entre 35 y 40 años de edad, siendo cuatro veces más común entre las féminas. Las causas de este padecimiento se desconocen, pero existen diversas teorías relacionadas con la sobreproducción de colágeno. La teoría autoinmune es la más aceptada y sugiere que el propio sistema inmunitario es parcialmente responsable. 

Los grados de afectación varían mucho entre cada paciente, en dependencia del tipo de la enfermedad. La más leve de las variedades del padecimiento es la esclerodermia localizada, que solo afecta a la piel. Pero la más grave, la esclerosis sistémica, puede dañar también a la circulación de la sangre y los órganos internos, por lo que puede ser un riesgo para la vida. Al no haber cura, los tratamientos consisten en minimizar los síntomas.

Las causas de este padecimiento se desconocen, pero existen diversas teorías relacionadas con la sobreproducción de colágeno. La teoría autoinmune es la más aceptada y sugiere que el propio sistema inmunitario es parcialmente responsable. Normalmente, el sistema inmune del cuerpo produce unas sustancias químicas en la sangre llamadas citoquinas que coordinan la defensa del cuerpo contra las bacterias, los virus y otros invasores extraños. Sin embargo, en lo referido a la esclerodermia, se habla de una activación inapropiada del sistema inmunitario generando niveles anormales de citoquina. Esto hace que en lugar de preparar un ataque contra invasores extraños, lo haga contra los tejidos sanos del propio cuerpo, provocando una sobreproducción de colágeno.

Otra de las teorías es la vascular, que implica a los vasos sanguíneos. En esta enfermedad son típicos los vasos sanguíneos dañados, especialmente los pequeños. El daño que se produce en estos lleva a que se estrechen y endurezcan, y los induce a reaccionar al frío o al estrés. Esas reacciones pueden provocar más daño a los propios vasos y a los órganos a los que suministran.

Los especialistas también señalan que podría haber una conexión entre el exceso de colágeno y el cambio de los vasos sanguíneos. Actualmente, se están realizando estudios para analizar estas y otras teorías y se espera que una mayor comprensión de las causas de la esclerodermia, lleve a mejores métodos de tratamientos, y finalmente, a la cura.

En ese sentido, aunque se desconoce la cura si pueden tomarse medidas que ayudan a paliarla. Según el doctor Ernesto Crescenti, investigador y director del Instituto de Inmunooncología que lleva su nombre, la alimentación es clave para que los pacientes mejoren su calidad de vida.

El especialista sugiere evitar el consumo de cafeína. Un 30 por ciento de los pacientes con este padecimiento, desarrollan problemas en distintos órganos, sobre todo en los riñones. Es por ello que hay que evitar el consumo de cafeína, ya que incrementa el riesgo de que se creen cálculos renales. Además, recrudece el daño renal en personas que padecen una enfermedad de riñón.

Otra sugerencia es dejar de fumar, pues en el caso de los pacientes con esclerodermia, el tabaco aumenta las complicaciones circulatorias de los dedos. En un ámbito similar, se aconseja dejar de consumir alcohol, pues este estimula la producción de ácido en el estómago y retarda el vaciado gástrico, lo que es perjudicial para los pacientes con problemáticas gastrointestinales asociadas a la enfermedad.

También es necesario hidratarse de forma adecuada, pues esto ayudará a mantener la hidratación de los tejidos y facilitará la deglución e ingesta de alimentos.

En lo referido a la alimentación, Crescenti aconseja la ingesta de aceites omega 3, omega 6 y alimentos con antioxidantes. Estas sustancias son inmunoreguladoras, por lo que ayudan a mantener la flexibilidad de las membranas celulares, asegurando la nutrición celular.

Los cereales y las harinas refinadas deben eliminarse de la dieta, pues no aportan tantos nutrientes como los integrales, además, espesan la sangre y activan los dolores óseos y no permiten absorber bien el calcio y el hierro.

Incorporar a la dieta alimentos con fibra, como cereales integrales, frutas, verduras y legumbres beneficia el tránsito intestinal. Pero la ingesta de fibra deberá ser más controlada en dependencia de las complicaciones derivadas de los problemas gastrointestinales.