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domingo, 22 de octubre de 2017

Los efectos de los pesticidas para las abejas

Por EvelynR

Científicos analizaron una muestra de mieles de todo el mundo y hallaron restos de pesticidas en la mayoría de estas. Si bien la concentración residual se encuentra por debajo de los límites establecidos por la Unión Europea para el consumo humano, los niveles detectados podrían estar afectando a las propias abejas. Los pesticidas de este tipo actúan sobre el sistema nervioso y, esencialmente, solo afectan a invertebrados que se alimentan de las plantas, siendo inocuos para los vertebrados como los humanos. Los autores del estudio aclaran que, a pesar del alto porcentaje de muestras positivas en al menos uno de los neonicotinoides, las concentraciones encontradas están por debajo de los límites aceptados para consumo humano tanto en la regulación europea como la estadounidense. Concretamente, la media de cantidad de pesticida hallado en las muestras positivas es de 1,8 nanogramos (ng) por gramo de miel. En el caso de la Unión Europea, el límite admisible es de 50 ng para tres de los neonicotinoides analizados y de 10 ng para los otros dos.

Decenas de voluntarios colaboraron con un grupo de científicos que analizaron 198 muestras de miel de los cinco continentes, incluidas siete de España. En estas buscaron la presencia de cinco de los principales neonicotinoides, que son pesticidas sistémicos, basados en la nicotina que se aplican por lo general a las semillas y se despliegan por toda la planta mientras crece hacia las flores y frutos incluidos. Los pesticidas de este tipo actúan sobre el sistema nervioso y, esencialmente, solo afectan a invertebrados que se alimentan de las plantas, siendo inocuos para los vertebrados como los humanos.

La investigación, publicada en la revista Science, dio como resultados que el 75 por ciento de las muestras de miel analizadas contenían trazas de al menos un neonicotinoide. Casi la mitad de las mieles tenían restos de dos o más de esos pesticidas. De hecho, un 10 por ciento contaban con un cóctel de cuatro o cinco de ellos. Por ubicación geográfica, el porcentaje de mieles con residuos es mayor en las muestras de Norteamérica (86 por ciento), Asia (80 por ciento), y Europa (79 por ciento). En América Latina y Oceanía se hallaron las menores concentraciones de trazas con 57 por ciento y 64 por ciento respectivamente. En lo referido a las siete muestras españolas, dos no tenían rastro de neonicotinoides y solo otras dos presentaban trazas de tres de ellos.

Según Edward Mitchell, biólogo de la Universidad de Neuchâtel, en Suiza y principal autor del estudio, pensaban encontrar muchas muestras contaminadas, pero no el 75 por ciento. Explica que una buena parte procede de zonas remotas o áreas en su mayoría naturales, por lo que los resultados son aún más impactantes. Añade que el hecho de que el 45 por ciento presentara múltiples contaminaciones, es un porcentaje alto y preocupante, ya que no se conoce bien el impacto de esos cócteles, pues solo han analizado cinco de los aproximadamente 500 que hay.

Los autores del estudio aclaran que, a pesar del alto porcentaje de muestras positivas en al menos uno de los neonicotinoides, las concentraciones encontradas están por debajo de los límites aceptados para consumo humano tanto en la regulación europea como la estadounidense. Concretamente, la media de cantidad de pesticida hallado en las muestras positivas es de 1,8 nanogramos (ng) por gramo de miel. En el caso de la Unión Europea, el límite admisible es de 50 ng para tres de los neonicotinoides analizados y de 10 ng para los otros dos.

Sin embargo, aunque bajas, la media de la concentración encontrada sí podría estar afectando a las abejas, aunque estos himenópteros no son el objetivo de los pesticidas, que afectan particularmente a los insectos chupadores o comedores de hojas. Sin embargo, una serie de estudios que conectan estos pesticidas con la disminución de las colonias de abejas, han llevado a la prohibición total o parcial de estos. Por ejemplo, Francia los ha vetado y en el resto de Europa solo se permiten algunos para determinados cultivos, como soja, maíz o colza. Esta reciente investigación parece confirmar que las abejas también están expuestas a esos insecticidas, ingiriéndolos junto con la miel.

El neurobiólogo de la Universidad de Dundee, en Reino Unido, Christopher Connolly destaca que los niveles hallados son promedios apoyados en la miel producida a lo largo de toda la temporada y son suficientes para tener un efecto negativo en cualquier insecto polinizador. Añade que estos niveles de contaminación pueden causar grandes problemas en las funciones cerebrales de las abejas, así como en su capacidad para forrajear y polinizar cultivos y flores.

De las trazas de neonicotinoide encontradas, el más presente es el Imidacloprid, hallado en el 51 por ciento de las 198 muestras. Este producto es un desarrollo de Bayer, que lo comercializa con diversos nombres. La compañía destaca, por su parte, que los niveles de residuos se encontraron muy por debajo de los límites de seguridad en humanos. Además, recuerdan que las evaluaciones de riesgo ambiental hechas por autoridades como la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, han mostrado que los niveles detectados están clara y consistentemente por debajo de los niveles que podrían ser un riesgo para la salud de las colonias de abejas de la miel.

Para finales de año, las autoridades europeas deberán decidir si aplican una moratoria a la prohibición parcial al uso de algunos neonicotinoides, si la levantan o si la amplían. Sin embargo, el principal problema reside en que los neonicotinoides son insecticidas muy efectivos y con baja toxicidad para los humanos, pero el hecho de haber encotrado su rastro en tantas mieles puede afectar a la decisión.