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domingo, 22 de octubre de 2017

No hay fin para los estereotipos de género

Por YCC

Los estereotipos de género se establecen en la infancia y los responsables son tanto los padres como los maestros, los compañeros de clase y la sociedad en general. Esas etiquetas sociales se pueden volver bastante dañinas cuando el individuo llega a la adolescencia y es común que dejen marcas para toda la vida, incluso que provoquen situaciones de extrema vulnerabilidad. Aunque es un tema que se viene tratando desde hace algún tiempo, no mucho, solo algunas zonas de varios países han dado pasos para cambiar los pensamientos estereotipados. Es una tarea ardua que requiere voluntad política.

Una investigación titulada “Global Early Adolescent Study”, que habla de ese tema, ha sido elaborada en 15 países por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Universidad de John Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos. El estudio debate sobre cómo los estereotipos tienen consecuencias negativas en los niños. Pareciera que erradicar tanta etiqueta puede ser imposible, pero padres y educadores defienden, cada vez más, que se implemente una educación basada en la igualdad, y para ello se requiere la intervención de muchos actores para conseguirlo, como son, por ejemplo, las empresas de ropa. Los expertos aconsejan trabajar la igualdad de género desde la infancia y no esperar a la adolescencia.

Los autores de la investigación explican que da igual que los niños sea de Baltimore, Pekín o Nairobi, el inicio de la adolescencia desencadena un conjunto común de expectativas de género rigurosamente impuestas, y que a su vez están vinculadas a situaciones extremas de un mayor riesgo a lo largo de la vida del individuo, desde padecer VIH o depresión, hasta recurrir a la violencia o al suicidio.

Los expertos indican que han encontrado que los niños y las niñas a muy temprana edad, provenientes de sociedades ya sean más liberales o más conservadoras, pobres o ricas, interiorizan muy pronto el mito de que las niñas son vulnerables y los niños son fuertes e independientes. Es el mensaje que comúnmente es reforzado por cada persona, compañero, maestro, cuidador, y por lo general todos lo que conforman el entorno de los más pequeños. La preocupación por el tema no es nueva, los investigadores han observado que sus conclusiones coinciden con las de trabajos anteriores, que expresan que durante la adolescencia el mundo se expande para los niños, y contrariamente se contrae para las niñas.

El análisis denominado “It Begins at Ten: How Gender Expectations Shape Early Adolescence Around the World” (Comienza a los diez: cómo las expectativas de género forman la adolescencia temprana en todo el mundo) es el primero en explicar cómo es que se construyen las expectativas de género en la adolescencia temprana, es decir de 10 a 14 años, y, además, cómo los menores llegan a la adolescencia, teniendo claro si son niños y niñas en distintos países, tanto en los más ricos como en los más pobres. Los expertos también verificaron su riesgo en la salud mental y física.

Las conclusiones del estudio surgen de entrevistas que fueron realizadas recientemente a 450 adolescentes, así como a sus padres y cuidadores. La muestra fue elegida aletoriamente en los países Bolivia, Bélgica, Burkina Faso, China, República Democrática del Congo, Ecuador, Egipto, India, Kenya, Malawi, Nigeria, Escocia, Sudáfrica, Estados Unidos y Vietnam. Gracias a ello se pudo determinar que en todo el mundo los niños de ambos sexos están atados a restricciones de género desde muy temprana edad y puede tener graves consecuencias en sus vidas, pero el asunto es peor aún en las niñas.

Es común que los estereotipos femeninos estén basados en “protegerlas” y ese comportamiento las hacen más vulnerables, además, se enfatiza el afán de vigilarlas y sancionarlas físicamente cuando rompen las normas. Esa situación provoca que padezcan más abandono escolar, que se casen siendo niñas, que tengan embarazos precoces, e, incluso, que puedan infectarse por VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. A los niños en ciudades como Shanghái y Nueva Delhi, por ejemplo, se les anima a salir de casa sin supervisión, mientras que a las niñas se les obliga a quedarse en el hogar para que se dediquen a hacer las tareas domésticas. Los testimonios indican que las chicas y los chicos de ambas ciudades sufren vergüenza y palizas si intentan cruzar la línea. En casi todas las ciudades tanto los niños como las niñas tuvieron claro que era el niño quien debía tomar la iniciativa en cualquier relación. De modo que en todos los escenarios, las jóvenes señalaron de forma constante que la apariencia física y sus cuerpos eran su activo clave.

Expertos en el tema alertan sobre la necesidad de repensar las intervenciones sanitarias y sociales que típicamente se hacen cuando los menores tienen alrededor de 15 años, y empezar entonces a hacerlas más pronto. Además, afirman que los riesgos en la salud de los adolescentes están influidos muchas veces por papeles de género establecidos desde edades tempranas como los 11 años. Muchos países gastan millones de dólares en programas de salud que no comienzan hasta los 15 años, y probablemente esperar tanto sea muy tarde para poder marcar en ellos una gran diferencia.

Las normas sobre las diferencias de género se pueden cambiar, pero para conseguirlo es necesario ejecutar planes de intervención que se ocupen más de los jóvenes y de su entorno. Robert Blum, director del estudio asentado en la Universidad Johns Hopkins, niega que en varias partes del mundo los estereotipos de género son parte de la cultura y por eso son inamovibles; y alerta que aún seguimos sumergidos en estereotipos de género muy rígidos. Por ejemplo, en sitios de Estados Unidos y algunas partes de Europa, los contextos solo han empezado a cambiar en las últimas décadas. Los cambios se pueden dar, pero requiere voluntad política, una variedad de intervenciones, y saber que inculcar mitos sobre las diferencias de género a una edad temprana puede llevarles a padecer problemas dañinos en el futuro y para toda la vida.