Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

lunes, 16 de octubre de 2017

Otro aniversario del “Milagro de los Andes”

Por Mayli

Han pasado 45 años desde que un grupo de 16 jóvenes, jugadores de un club de rugby en Uruguay, sobrevivieran 72 días en la Cordillera de los Andes, luego de que su avión se estrellara. El suceso pasó a la historia, entre otras cosas, porque para sobrevivir los jóvenes tuvieron que alimentarse con los restos de sus compañeros muertos.

Eran chicos, en su mayoría, de un club de rugby de la ciudad de Montevideo e iban a topar contra otro club en la capital chilena. Había alquilado una aeronave de la Fuerza Aérea Uruguaya y el viaje prometía ser tranquilo y rápido, hasta que se estrellaron contra la Cordillera de los Andes y 12 de ellos murieron directamente por el impacto. En lo sucesivo, 17 de ellos morirían por el mal clima, la falta de alimentos, o a consecuencia de las heridas mal cuidadas. Solo sobrevivieron 16, de lo que la prensa de la época llamó, y hoy sigue llamando, “el Milagro de los Andes”.

Pero si esta historia pasó tanto a la posteridad es por la manera en que los chicos tuvieron que sobrevivir. Y es que para alimentarse, tuvieron que comerse a sus colegas muertos. Para algunos esa parte de la historia fue peor que para otros, y tanto ha generado, que se han escrito 16 libros sobre ella, y se han filmado cinco películas. Algunos sobrevivientes cuentan que lo único en que se pensaba era en estar vivo, una vez el avión, que perdió las dos alas, dejó de deslizarse por las laderas nevadas de las montañas de los Andes, la cima de América.

Tardaron 72 días en encontrarlos, y ellos en cambio, algo tuvieron que hacer para resistir ese tiempo. Primero pensaron que la ayuda llegaría de inmediato, que los bomberos y los rescatistas llegarían rápido, para luego adaptarse a que la historia sería contada lentamente, día tras días, y que estaban en medio de la nada. Cuando se fueron muriendo de a poco los amigos más heridos, ellos pensaron que tenían que comer, en principio pensaron en el cuero de los zapatos, en los cordones, pero tenían demasiado químico. Hasta que alguien dijo que la única solución era comerse los restos de sus compañeros, aunque aquello sonara a locura. Todos dijeron que no querían volverse caníbales.

Con los días pasando, y el hambre presionando, algunos solo pensaron en carne, grasas y carbohidratos a la vista. Justo lo que necesitaban para mantenerse con vida. Por supuesto no fue fácil, hacerse de la parte de un amigo, cortarle una pierna, y luego comérsela. Algunos se preguntaban qué pensarían sus amigos, qué hubiesen hecho ellos para sobrevivir, y para aliviar sus penas y actos, quisieron creer, que ellos estarían a gusto en servirles como sobrevivencia. Al principio fue difícil, luego era algo común entre ellos, y de alguna manera pensaban que si no lo hacían así, mañana la cena podía ser cualquiera de ellos. Tampoco se sentaron a esperar, para el rescate tuvieron que caminar bajando las montañas, durante 11 largos días.