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sábado, 7 de octubre de 2017

Tinta de calamar contra el temor al dentista

Por Yamy

Ir al dentista sin miedo al dolor que suponemos nos puede causar la manipulación, tratamiento, y demás procedimientos, parece que quedará en el pasado. Un deseo que muchos tenemos desde la primera vez que nos examinaron una caries. Según las estadísticas, aproximadamente 3 de cada 10 españoles sufren miedo o ansiedad cuando necesitan a acudir a los servicios dentales, y esa situación resulta compleja pues las visitas periódicas son de vital importancia para prevenir problemas de salud bucal como las gingivitis.

Existe toda una línea de investigación que busca nuevos métodos indoloros e inocuos con respecto a los convencionales, con el objetivo de conseguir normalizar las visitas al dentista y reducir los casos de enfermedades odontológicas que perfectamente son evitables si superamos el miedo y acudimos a tiempo, y habitualmente, a la consulta para las revisiones rutinarias, y no solo cuando el problema se ha creado.

Un equipo de ingenieros de la Universidad de California, en Estados Unidos, ha ideado un curioso ejemplo con la utilización de un material insólito: la tinta de calamar. Supuestamente la técnica indolora ahorraría miedos e incomodidades a los pacientes, pero plantea dudas éticas sobre su sostenibilidad medioambiental.

Las técnicas que normalmente se utilizan para diagnosticar enfermedades periodontales necesitan el uso de herramientas metálicas, filosas y extrañas que se introducen entre las encías y los dientes, y evidentemente causan molestias, incluso dolor. Los ingenieros estadounidenses buscaban en la naturaleza un método menos agresivo pero igualmente útil para detectar algunos tipos de trastornos; y finalmente recurrieron a la tinta de calamar de uso alimentario. Al mezclarla con agua y almidón de maíz se origina una sustancia que puede usarse para crear contraste e identificar anomalías en las encías cuando se les proyecta un rayo láser.

El procedimiento pareciera ser muy sencillo, y lo mejor, indoloro. El paciente podrá hacer gárgaras con la mezcla de tinta, y supuestamente de manera muy rápida quedará toda la boca impregnada con ella, permitiendo así que las nanopartículas de melanina penetren en los rincones de las encías. Posteriormente se usaría el haz láser para que los ultrasonidos puedan crear un mapa completo de las mucosas basado en la presión generada en cada una de las zonas en las que se introdujo la tinta. De ese modo, pudieran localizarse las anomalías sin causar ningún tipo de trauma en el paciente, ni siquiera desde el punto de vista visual, porque en la actualidad ese proceso de revisión se hace con instrumentos que parecen fabricados a propósito para aterrarnos.

El tema complejo radica en que si finalmente se consiguiera implantar la técnica, la demanda de la tinta de calamar crecería notablemente y generaría problemas éticos por la importancia de la sostenibilidad del producto. Sin embargo, una solución alternativa para evitar la pesca masiva pudiera ser crear tinta sintética que consiga conservar propiedades similares a las que posee la creada naturalmente por los cefalópodos. La ciencia avanza tanto cada día, que muchos confiamos en que puedan lograrlo muy pronto. Hasta entonces, habrá que soportar las técnicas tradicionales y sobreponernos al temor de acudir al dentista, porque en el peor de los casos, si no lo hacemos, las consecuencias pueden ser muy peligrosas para la salud.