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sábado, 11 de noviembre de 2017

Adiós al dolor de espalda

Por Janet Rios

Nada molesta más a una víctima de dolor de espalda que escuchar a alguien decir: “todo está en tu cabeza”. Pues eso es lo que básicamente el cirujano de columna vertebral de Seattle, David Hanscom, le ha dicho a más de 600 pacientes. Y después de tres a seis meses en su plan sin ningún medicamento recetado o incluso ejercicio o pérdida de peso el 95 por ciento de ellos asegura haber visto un alivio significativo. ¿Cómo? “Aunque la mayoría de las personas experimenta dolor en la parte inferior de la espalda en algún momento de su vida, los médicos a menudo no encuentran la causa. Pueden prescribir analgésicos o programar cirugías con posibles efectos secundarios”, dice el doctor Hanscom. Tomemos el caso del entrenador de los Golden State Warriors, Steve Kerr. Después de la cirugía de espalda, este hombre desarrolló un nuevo problema: la fuga de líquido espinal, que puede provocar dolores de cabeza, náuseas, deficiencia auditiva y más.

Incluso las operaciones “exitosas” para corregir problemas anatómicos no siempre terminan con el sufrimiento. ¿La razón? “El dolor de espalda inicia como un problema muscular, pero se incrusta como algo neurológico”, dice Hanscom. “El dolor se transmite a través de los nervios”, agrega. De hecho, te vuelves más sensible a padecerlo en cualquier lugar. Es más, los investigadores de la Universidad de Northwestern que estudian resonancias magnéticas de personas con molestias de espalda, encontraron que la actividad cerebral relacionada con el dolor, pasó del centro de procesamiento de las punzadas en el cerebro a sus centros emocionales. Así como el estrés, la ansiedad, la ira o la depresión pueden desencadenar una jaqueca, también provocan una llamarada de dolor de espalda.

“Si te invade la misma sensación, puede ser que un conducto neuronal diferente esté ejecutando el programa”, asegura el doctor Hanscom.“Es un ciclo en el que la aflicción física puede provocar la mental y viceversa”, dice Robert Gatchel, Ph.D., un psicólogo que estudia el dolor crónico en la Universidad de Texas. “Pero realmente no se puede saber cuál fue primero, porque hay una interacción constante entre las dos”.

No fue sino hasta que el doctor Hanscom estudió la neurobiología del dolor crónico, que logró terminar su propia lucha de 20 años con él. Su programa Direct Your Own Care toma un enfoque mente-cuerpo y está detallado en su libro Back in Control. “Para vencer el dolor”, dice, “hay que mejorar la química del cuerpo. Empieza aquí”.

EN un primer escenario es necesario bajar el estrés. Crea un diario de estrés. Date cinco minutos dos veces al día para anotar (o grabar en tu smartphone) lo que te irrita. Luego, rómpelo inmediatamente o bórralo. Esto te ayuda a separarte de los sentimientos negativos.

Conviértete en un mini-meditador. Periódicamente pasa 15 segundos centrándote en sensaciones distintas al dolor, como el sabor, el olor y la temperatura de tu café. Los actos de atención pueden reducir las respuestas al sufrimiento. Deja de ventilar tus asuntos. “Hablar sobre el dolor estimula las vías del mismo. Cuando éstas no se utilizan, se vuelven menos activas comparadas con las que se usan con más regularidad”, dice el doctor Hanscom.

En un segundo momento perdona y olvida. Déjalo ir. Investigadores de la Universidad McGill sugieren que la ira por el hecho de haber sido lastimado puede provocar que los pacientes con dolor crónico sientan más dolor. Intenta “parar de pensar”. “Tan pronto como empiezas a pensar en cómo alguien te ofendió, di la palabra ‘para’”, dice la psicóloga clínica Janis Abrahms Spring, Ph.D. Haz más cosas que disfrutes. “Vete de fin de semana. Disfrutar de ti mismo eleva los niveles de neurotransmisores que te hacen sentir bien, mientras tu sistema nervioso bloquea los sentimientos de dolor”, dice el doctor Hanscom.

EPara la tercera fase limpia tu casa. Organiza una parte caótica de tu vida. Si tienes desorden en una relación o en un cajón de chatarra, aumentará tu tensión y cólera. Ataca una parte desajustada de tu vida, luego otra. Haz nuevos amigos o vuelve a conectar con los viejos. Muchos tipos que sienten dolor tienden a aislarse, lo que empeora el problema. “Hay que ponerse en situaciones en las que veas a la misma gente una y otra vez”, dice la psicóloga Andrea Bonior, Ph.D. “Esa proximidad es lo que te dará amistades reales”. Visita el gimnasio, la cafetería o el parque de perros a la misma hora cada semana.

Ya para el final concéntrate menos en ti mismo. Siéntete pequeño. “El dolor de espalda crónico puede consumirte, así que trata de crear circunstancias que inspiren asombro y pongan las cosas en perspectiva. Esto es tan simple como dormir bajo las estrellas o ir de excursión. No estás en un mundo de dolor. La mayor parte del mundo no lo tiene”, dice el doctor Hanscom. Alivia el dolor de otros. “Ya sea en un refugio para animales o un albergue, ver cómo el dolor desaparece de los ojos de otros, incluso momentáneamente, puede ayudar a aliviar el tuyo”, explica Hanscom. Encuentra una actividad adecuada a tus talentos e intereses en sitios de internet que busquen voluntarios.