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jueves, 23 de noviembre de 2017

Barcelona, sin goles pero duro como una roca

Por Aliet Arzola

Está claro que el Barcelona, con los deberes hechos en la Champions, entendió que las intenciones del Valencia son serias y que su primera batalla campal de la temporada llegará el próximo fin de semana en Mestalla. Por eso, Valverde, reservó a Messi contra la Juventus, y sabemos lo que representa que el argentino no salte al césped vistiendo la elástica azulgrana.

Un magro empate a cero cosecharon los culés en la visita a Turín, donde los anfitriones no han mostrado ni la mitad de las cualidades que los llevaron a disputar la final del torneo continental hace solo unos meses. Pese a contar con un núcleo sólido de los jugadores que perdieron contra el Real Madrid en aquel partido de Cardiff, los italianos no pudieron sacar más que un punto de choque como local. El frente atacante con el mago Dybala y el siempre cuestionado Higuaín, más el vertiginoso Douglas Costa, no logró desarticular el frente que montó Valverde, confiando en sus dos centrales de gala (Umtiti y Piqué) y entregando los laterales a Nelson Semedo y Lucas Digne, correctísimos en el cierre de los espacios.

Sin Alba, el Barcelona perdió profundidad por la banda izquierda, pero al igual que Messi, el lateral se ha vuelto imprescindible por su excelente estado de forma, y el partido verdaderamente crucial los catalanes lo juagarán en Mestalla. En la Champions, con 12 puntos y los demás contendientes alejados en el horizonte, se podían dar el lujo de mover las fichas, refrescar las piernas de los jugadores importantes y dar minutos a los menos habituales. Esos, por cierto, no aprovecharon del todo el chance, en particular Deulofeu, desconectado y sin galones, quien ahora mismo no puede ni soñar competir con Paco Alcacer por el último puesto en el frente de ataque junto a Messi y Suárez.

Por cierto, el uruguayo tampoco está dulce. Sus dos goles en Butarque da la impresión de que solo fueron un espejismo, porque en Turín apareció poco y no se le vio con el hambre característica, más si se sabía líder ofensivo por la suplencia de Messi. Para los nerviosos, el argentino solo quedó en el banquillo por decisión técnica, dosificando los minutos de un jugador imprescindible de cara a la segunda mitad de la campaña, cuando los títulos están sobre la mesa. Pese al empate, el Barcelona volvió a dar una imagen de solidez impresionante, con mucha seguridad en el manejo del balón y solvencia en el fondo, eso sí, sin acercarse a los modelos de fútbol modelo que practicaron Rijkaard y Guardiola en el pasada década. Esta versión de Valverde es más pragmática, pero el técnico juega con lo que tiene, y hasta ahora, la apuesta le va saliendo bien.