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lunes, 6 de noviembre de 2017

Casquillos en la iglesia de Sutherland Spring, Texas

Por YCC

Este domingo el terror volvió a inundar a Estados Unidos, pues aconteció un episodio violento que dejó un saldo de al menos unas 26 personas fallecidas y decenas heridas, hasta ahora, tras un tiroteo durante una misa en una iglesia cercana a la ciudad de San Antonio, en el estado de Texas, de acuerdo a la confirmación preliminar del gobernador, Greg Abbott. Tal ataque sucedió a poco más de un mes de un incidente similar que estremeció al país norteamericano, y al mundo, cuando un sujeto mató a más de 50 personas al disparar desde lo alto de un hotel en Las Vegas.

A las 11:30 hora local (17:30 GMT) el hecho tuvo lugar en la Primera Iglesia Bautista, en la localidad de Sutherland Springs, a unos 45 kilómetros de la ciudad de San Antonio. Aunque es muy temprano para tener detalles concluyentes, hasta ahora los testimonios recopilados por los medios estadounidenses han podido señalar que un individuo vestido de negro entró al centro religioso y comenzó a disparar con total desenfado contra los feligreses que allí se encontraban. Distintas fuentes digitales indican que el atacante murió en el hecho, pero no existe aún claridad sobre si fue abatido por la policía o si se suicidó. Varios reportes de prensa han señalado que los heridos fueron trasladados en helicópteros desde el lugar del incidente, en Sutherland Springs, hacia los hospitales cercanos; y que las víctimas tenían entre 5 y 72 años.

La Casa Blanca ha informado que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump está al corriente constantemente sobre lo ocurrido y que ya conversó con el gobernador Abbott. Luego del acontecimiento Trump afirmó vía Twitter que está al tanto de lo sucedido, y expresó: “Que Dios esté con la gente de Sutherland Springs, Texas. El FBI y la policía están en el lugar. Estoy monitoreando la situación desde Japón”. El mandatario se encuentra actualmente de gira por Asia.

La policía ha cerrado el área donde se produjo el ataque y el Buró Federal de Investigación, FBI, también desplegó personal en el área; igualmente allí se encuentran varias ambulancias y camiones de bomberos. Las imágenes que circulan tanto por la televisión como por las redes sociales dan fe de la fuerte presencia policial que hay expandida en el pequeño pueblo, donde tan solo habitan menos de mil personas. No obstante, un testigo del atentado pudo revelarle al periodista de la BBC en Estados Unidos, Peter Bowes, que el atacante soltó al menos 20 ráfagas después de ingresar a la iglesia. Asimismo, el alguacil Joe Tackitt confirmó ante la prensa local que el terrorista falleció, y no brindó mayores detalles. Por su parte el alguacil Wilson Albert Gamez afirmó que antes de morir el hombre huyó armado de la escena del crimen en un vehículo.

Hasta el momento los medios estadounidenses responsabilizan a Devin Patrick Kelley como el atacante, según revelaciones obtenidas de fuentes policiales, pero aún se desconocen los motivos que lo llevaron a perpetrar tal crimen.

El último ataque terrorista de esta magnitud en una iglesia estadounidense aconteció en Charleston, Carolina del Sur, en el mes de junio de 2015, cuando el individuo Dylan Roof entró en una iglesia y mató a tiros a nueve personas afroamericanas, y hasta entonces ese fue considerado uno de los peores crímenes de odio racial; y por tanto el responsable fue condenado a muerte por inyección letal.

La masacre de este domingo en Sutherland Spring ha ocurrido solo un mes después del peor ataque que se ha perpetrado con un arma de fuego en la historia de Estados Unidos: en Nevada un hombre mató a 60 personas e hirió a más de 500 durante un concierto de música country. El responsable de ese hecho tenía 64 años, y disparó ráfagas contra miles de individuos que se encontraban en una céntrica explanada de Las Vegas. De acuerdo con las estadísticas, el segundo peor asesinato masivo ocurrió en Orlando, en el año 2016, y tuvo un saldo de 49 muertos; y el tercer hecho fue en Virgina, en el año 2007, con 32 fallecidos.

El atentado de Sutherland Springs es considerado la quinta masacre con armas de fuego con más muertos en suelo estadounidense. Tal hecho impone, una vez más, la necesidad de que en ese país se debata el tema de la regulación del acceso de civiles a las armas de fuego.