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jueves, 16 de noviembre de 2017

Come lentamente, que el mundo no termina mañana

Por YCC

Más de uno habrá crecido con su mamá reclamándole que se tomaran su tiempo para comer, que no lo hicieran incómodos, ni apurados, que se sentaran a la mesa y dedicaran 10 o 15 minutos para hacerlo con tranquilidad. Seguramente nuestros padres lo hacían para que tuviéramos un orden en nuestras rutinas, pero jamás pensando que de esa manera estaríamos cuidando nuestra salud, tal y como ahora nos revelan los expertos, quienes explican que las personas que comen rápido impiden que sus cerebros procesen a tiempo que están satisfechos, y por eso comen más. Será entonces que no es por gusto que los dietistas, entre tantos consejos que dan, dicen que debemos comer lento y masticar muchas veces.

Así es, todos deberíamos asumir el momento de la comida como sagrado aunque tengamos mucho trabajo por hacer o cualquier otra distracción. Nuestras vidas son muy agitadas, entre la oficina, la escuela, y la familia, pareciera que no hay tiempo para divagar, sin embargo, en ese instante para comer, nada debería ser más importante, si total, son apenas unos minutos, y el cuerpo de verdad también necesita relajarse para iniciar la digestión en condiciones.

Un estudio presentado recientemente en Estados Unidos explica la necesidad de tomarnos en serio el asunto porque comer la comida como si solo la tragáramos, así sin disfrutarla a penas, puede aumentar cinco veces el riesgo del síndrome metabólico, y esto se asocia a enfermedades como la obesidad, la hipertensión y los niveles elevados de colesterol. También puede causar enfermedades cardiovasculares, así como fluctuaciones en los niveles de glucosa y conllevar a que el organismo se resista a la insulina. Comer de pie entorpece la digestión porque al cuerpo le será más difícil relajarse; asimismo la ingesta acelerada de alimentos nos produce un estrés mayor y que ingiramos más aire, y a su vez esto perjudica el gas intestinal.

Para la investigación, liderada por el cardiólogo Takayuki Yamaji, de la Universidad Hiroshima de Japón, se estudió durante cinco años el comportamiento de más de mil personas saludables. Fueron divididas en tres grupos según la velocidad con que comían, y el especialista pudo demostrar que aquellos individuos que lo hacían más rápido (el 11,6 por ciento), desarrollaron el síndrome metabólico; siendo completamente menor en los otros dos grupos, pues los que comían a velocidad media tuvieron un riesgo de 6,5 por ciento, y quienes lo hacían más despacio tuvieron tan solo un 2,3.

Lo único que tenemos que hacer para evitar tal afección y sus riesgos asociados, es tomar un poco de calma y comer conscientemente, que el mundo no termina mañana. Para ello también sería importante eliminar una costumbre bastante extendida ahora: comer delante de la televisión, de la computadora o el teléfono, pues tal distracción evita que nos concentremos en el proceso. Debemos masticar muy bien el alimento para que pueda llegar lo suficientemente triturado al interior del estómago, y que allí las enzimas dispongan del tiempo suficiente para transformarlo como corresponde. Para que un proceso de ingestión-digestión-absorción sea idóneo, deberá ser de forma pausada, y con orden, porque si alteramos el ritmo tendremos problemas estomacales, incluso, sobrepeso.