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viernes, 3 de noviembre de 2017

El colegio alemán que revoluciona la educación

Por EvelynR

La Escuela Evangélica Berlín Centro (ESBZ, por sus siglas en alemán), situada en el progresista barrio de Mitte, en Berlín, impulsa una revolución en un sistema de enseñanza considerado por los críticos como demasiado estructurado y obsoleto para las demandas de este siglo. Este colegio secundario ha puesto de cabeza la educación tradicional en Alemania, pues en él no se imparten clases a la vieja usanza ni existe un cronograma estricto, sino que los alumnos deciden qué temas desean estudiar en cada lección y cuándo quieren realizar las pruebas. Alemania está en busca de modelos que renueven su educación, que es mayormente pública, a la que cada vez más especialistas califican de formulista. Pero, como cada uno de sus 16 estados federados puede diseñar su propio sistema de enseñanza, se ha dado un margen para crear algunas Freie Schulen ("escuelas libres"). Aunque ninguna ha llegado tan lejos como la ESBZ, ni posee su reputación.

La directora de la ESBZ, Caroline Treier explica que quieren ser la punta de lanza de la transformación de la educación en ese país. Añade que la intención es reinventar la escuela, buscando una enseñanza más centrada en el individuo, en su desarrollo como persona autónoma y responsable y por tanto, una educación menos rígida que prepare mejor a los jóvenes para un mundo que cambia rápido y constantemente. Asegura que el futuro requiere que seamos más flexibles, y ejemplifica con que si la economía pone al cliente en el centro, ¿no debería la educación hacer lo mismo con el alumno?

Cuando se fundó en 2007, la ESBZ solo tenía 16 alumnos y pocos creían en el experimento. No obstante, su enfoque pionero ha sido tan exitoso que tan sólo una década después, tiene 645 estudiantes y una larga lista de espera para ingresar a ella de hasta ocho interesados por cada cupo. De hecho, unos 50 colegios de Berlín y del resto del país están buscando imitar la idea.

En el colegio las clases comienzan a las 8:30 y terminan a las 16 (4:00 pm). Esto es todo lo que abarca la formalidad, pues el plan de estudios puede parecer una contrariedad para cualquier padre acostumbrado a la educación tradicional.

Treier explica que hay un número reducido de materias fijas: matemáticas, ciencias naturales y sociales, alemán, inglés, historia y geografía, proyectos de investigación. En cada una los maestros proponen temas amplios que creen importantes o actuales y cada alumno decide cada día qué quiere estudiar particularmente dentro de ese marco.

La directora agrega que los alumnos son personas diferentes, con diversos intereses, destrezas y requerimientos. Algo que los docentes reconocen y en base a ello tratan de orientarlos y de darles el espacio, el tiempo y los materiales que necesitan para desarrollarse como individuos.

Además, en el colegio los exámenes son "a demanda", excepto los que exige el Estado al final de cada ciclo lectivo. De acuerdo con Treier, a los estudiantes se les pide que se pregunten antes de dar ese paso: si ya tienen los conocimientos y las destrezas necesarias para ponerse a prueba. La directora asegura que eso motiva a los alumnos a mejorar y a demostrar sus competencias, y les quita el terror a las evaluaciones, explicando que a los que tardan mucho en pedir un examen se les da apoyo para que se animen.

Siguiendo la concepción novedosa, la calificación no es con las tradicionales notas, sino que se les da un certificado o se le hace un comentario verbal, y el profesor les dice sus fortalezas, qué deben mejorar y les da consejos. Sin embargo, la directora reconoce que el manejo de la disciplina es un asunto no resuelto y están realizando talleres y consultas para definir parámetros de comportamiento sin traicionar los principios básicos del colegio.

La financiación de la ESBZ es mixta, con una subvención del Estado y los alumnos pagan entre 50 y 500 euros por mes, en dependencia de su situación económica; pues aunque muchos de los estudiantes provienen de familias progresistas con buen pasar, otros pertenecen a núcleos desfavorecidos tanto alemanes como extranjeros. De hecho, un 10 por ciento de los alumnos son refugiados de países en guerra de Medio Oriente por la política migratoria de puertas abiertas de Alemania.

Pero esta diversidad de situaciones no ha impedido que la escuela se ganara la fama de ser la más promisoria de Alemania. Con un rendimiento destacado pues ha conseguido muy buenos resultados en la evaluación de instituciones educativas y ha logrado ubicarse en lo alto de la clasificación de mejores secundarias del país en los últimos años.

Sin embargo, el futuro genera algunas dudas, particularmente en lo referido a las oportunidades para los alumnos que se gradúan de ese colegio. Varios expertos en Alemania se cuestionan si tanta autonomía puede dificultar la inserción y adaptación de los jóvenes a un mundo laboral muy estructurado.

Sin embargo, la directora no cree que el modelo de la ESBZ sea perjudicial para encontrar empleo. Pues la filosofía apunta más bien a lo contrario señalando que la misión de un colegio progresista como ese es preparar a los adolescentes para hacer frente al cambio, o para que busquen el cambio. Opina que en el siglo XXI la educación debería dedicarse a desarrollar individuos sólidos.