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martes, 21 de noviembre de 2017

El dragón de Komodo no necesita macho para procrear, pero está en peligro

Por YCC

El dragón de Komodo es lo más parecido a esos místicos monstruos voladores, de gran tamaño, feroces y de apariencia espeluznante, que conocemos a través de la fantasía. Se trata de un reptil singular que habita en una región asiática de donde tomó su nombre, aunque en lenguaje culto es “Varanus komodoensis”. Es el lagarto más grande que existe a nivel mundial, y una de sus características más asombrosas es que tienen la capacidad de reproducirse por partenogénesis, es decir, las hembras pueden hacerlo sin la intervención de un macho.

Este singular lagarto es el de mayor tamaño, puede medir de dos a tres metros de largo, y pesar hasta 90 kg. Es por sus imponentes características físicas que suelen ser los superpredadores en los ecosistemas que habitan en la región central de Indonesia, de donde es endémico. Es carnívoro, y por lo general el dragón de Komodo se alimenta de carroña, pero también puede cazar y emboscar a sus presas. Su dieta está principalmente basada en invertebrados, aves y mamíferos que pueden perfectamente llegar a ser de gran tamaño como un ciervo o un búfalo, gracias a su fuerte musculatura y potente dentadura. Es un animal con fama de ser temible, aunque no lo es, y en su estado natural y salvaje se encuentra amenazado, evidentemente por la actividad humana y la caza indiscriminada. Es por eso que su población se ha visto reducida y hoy es considerada como una especie vulnerable y se encuentra protegida por las leyes de Indonesia para su conservación.

Su particularidad más interesante es que se trata de un lagarto totalmente apto para reproducirse sexual y asexualmente: las hembras pueden poner huevos sin la participación de la parte masculina. Se trata de una característica autosuficiente que resulta una ventaja evolutiva y que prevé una solución ante la ocurrencia de falta de machos. Los biólogos aseguran que pueden engendrar machos por partenogénesis y luego perfectamente aparearse con ellos cuando maduren. Es una manera muy efectiva de perpetuar la especie, que de hecho ya se encuentra en peligro.

En 2006 fue cuando se pudo confirmar la partenogénesis en dragones de Komodo en situación de cautiverio. Sucedió que en el zoológico de Chester, en Inglaterra, una hembra logró poner una nidada de huevos totalmente viables sin haber tenido contacto alguno con macho. Luego cuando se analizaron las crías, se demostró que solo llevaban ADN de la madre, como es lógico. En la actualidad los científicos piensan que se trata de un comportamiento muy habitual. Los especialistas explican que este proceso solo es posible porque en el caso de los dragones la hembra es la que posee todos los cromosomas, no como en la mayoría de las especies, que los machos tienen los masculinos y las hembras, los femeninos. El ejemplar de Chester tenía el material genético justo y necesario para lograr el desarrollo embrionario; y lo maravilloso es que la llamada autofertilización no supone ningún problema o anomalía, los descendientes son sanos, pero todos machos. Es la manera de perpetuar la especie ante un problema puntual de escasez de pareja. Sin embargo, los investigadores afirman que no es lo ideal desde el punto de vista de la diversidad genética, pero resuelve el tema y permite la sobrevivencia de la especie.

Los reportes indican que en su único hábitat en estado salvaje, en siete islas de Indonesia, el hombre tiene bajo amenaza constante al dragón de Komodo debido a la quema de tierra y a la caza de animales de los que suele alimentarse. Las estadísticas asegura que, por ejemplo, incluso en una zona protegida como el Parque Nacional de Komodo, del año 2013 al 2016 los ejemplares que allí viven disminuyeron de 3 013 a 2 804 individuos; una situación que empeora donde habitan en estado salvaje.