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sábado, 11 de noviembre de 2017

El héroe olvidado del arte en Reino Unido

Por Miss GD

Su nombre era John Dowland y el estilo tan diferente que creó en su época ha servido desde entonces de inspiración a músicos ingleses de todas las generaciones. Pero para haber sido un músico tan influyente, se sabe sorprendentemente poco de la vida de Dowland. Según datos, se estima que nació en 1563, probablemente en Londres, que viajó mucho, aunque sirvió primero a la reina Isabel I; después, al rey danés Christian IV y, luego de un escándalo por "conducta insatisfactoria", necesitó salir huyendo de Dinamarca. Igualmente se conoce que fue rechazado por la corte inglesa, probablemente por practicar la fe católica, y porque a pesar de su considerable fama, como todo poeta clásico y músico, murió en la más extrema pobreza.

Todavía en cualquier lugar de Reino Unido se recuerda a hombre que impresionó a los británicos con su manera de interpretar el arte. Pero su final y su historia de leyenda solo han desatado constante polémica sobre su figura. Para algunos Dowland fue en realidad un espía y un traidor; y para otros, uno de los padres de la melancolía inglesa. Se dice que su lema era 'Semper Dowland, semper dolens' que significa 'siempre Dowland, siempre doloroso' y como en los casos de Leonard Cohen o Tom Waits, su angustia era a veces indistinguible de su música, refiere el musicólogo Pierre Huard.

Pero según afirman expertos, la música distintiva de Dowland no fue solamente un ejercicio de introspección personal, sino que constituyó el retrato sonoro de una época y un lugar, en este caso, la Inglaterra del siglo XVI que estaba obsesionada con el concepto de melancolía, sobre todo en el ámbito artístico.

Según el crítico musical Ted Libbey, la melancolía era en aquel entonces el signo de un individuo superior, como una señal inequívoca de que alguien era maduro y capaz de sentir profundamente. Ese tipo de ideas permanecieron todo el siglo XV. De hecho, un erudito escribió un tratado sobre la melancolía y Shakespeare puso a muchos de sus personajes a debatirse con cuestiones existenciales y deprimentes.

Dowland no fue la excepción y como los buenos músicos de todos los tiempos, colmó sus canciones de los sentimientos y las pasiones que eran más populares en su época. Pero sus aportes a la música no quedaron en la elección de temas románticos y melancólicos, que luego serviría de base para el pop, sino que fue uno de los primeros compositores en popularizar el laúd en Inglaterra, que dejó de ser solamente de uso exclusivo de la burguesía y provocó una sensible revolución musical, pues el laúd permitió que las personas pudieran hacer música en casa por su cuenta, según explica Olga Hernández Roldán, profesora de la Escuela Superior de Canto de Madrid.

La música de Dowland se volvió extraordinariamente popular en Inglaterra, y uno de los libros con sus canciones fue reimpreso cuatro veces a finales del siglo XVI. Es por ello que muchos especialistas y amantes de la música de esa época isabelina lo consideran el primer cantante y compositor moderno. Su expresión musical, mezclada con un estilo simple e intenso, lo volvieron uno de los fundadores de la estética de lo que constituiría el pop moderno.

Aunque algunos historiadores cuestionan la influencia de Dowland en la música contemporánea, varios autores del siglo XXI como Benjamin Britten y Parry Grainger, adaptaron y reimaginaron piezas del bardo inglés. Además, las influencias de John Dowland no quedaron ahí, sino que se extendieron a lo largo de la historia de la música del siglo XX y llegaron también a autores como Edward Elgar y grupos como Pink Floyd que lanzaron canciones inspiradas en obras del bardo.