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miércoles, 1 de noviembre de 2017

El miedo, la más común de las emociones humanas

Por Janet Rios

El miedo es algo natural del ser humano, una emoción que se caracteriza por ser desagradable e intensa y aparecer en el momento en que percibes un peligro que puede ser real o imaginario. Como Ana Llenas explica en su libro Diario de las Emociones, la función del miedo es algo totalmente primitivo, pues biológicamente hablando, surge para prepararte a sobrevivir, te impulsa a dar una respuesta rápida ante una amenaza, “proviene de nuestro cerebro más primitivo, el encargado de los instintos más primarios y del sistema límbico, que regula las emociones”. Originalmente, para los primeros humanos, el miedo era una herramienta que les servía para estar alerta ante los depredadores; actualmente se activa ante diferentes situaciones cotidianas que en su mayoría no son verdaderas amenazas, sino una cuestión más imaginaria, de acuerdo con el psicólogo Giorgio Nardone.

Así como no existen límites para tu fantasía, tampoco los hay para que se genere toda clase de temores en tu mente, precisamente esta condición de ser algo creado por ti misma, es lo que permite que sea posible desactivarlo y superarlo, aunque para ello es necesario primero comprenderlo.

La energía que produce el miedo es como una emoción de contradicción, según la escritora con formación en psicología analítica, Anna Llenas, cuando algo te asusta tu propia energía se retrae, te hace sentir como si algo afuera te abrumara tanto que te vuelve pequeña y vulnerable. Esto suele provocar en ti diferentes reacciones, principalmente ansiedad, un nudo que se vuelve una sensación física de malestar, además de pensamientos e ideas negativas.

Los temores son diferentes en cada persona y asimismo lo son sus expresiones, pues estas suelen depender del tipo, grado o intensidad que experimentas al enfrentarlos. Sin embargo, el miedo es una de las emociones más comunes que se manifiestan día a día en otros sentimientos como inseguridad, nerviosismo, preocupación, estrés, angustia, desconfianza, duda, timidez o pánico; el problema es que si no aprendes a manejarlo, estos sentimientos se vuelven más poderosos y actúan como obstáculos que afectan tu día a día.

Para explicar cómo tu cerebro procesa el miedo, un equipo del Centro Nacional de Ciencias Biológicas de Bangalore, India, realizó una investigación en la que concluyeron que las neuronas son las encargadas de determinar aquello que te asusta o no. La amígdala es la parte del cerebro encargada de procesar el miedo. Existen solo unas pocas neuronas en esta parte y, de acuerdo al estudio, debe haber una especie de votación democrática en la que la mayoría perciba algo como peligroso para generar en tu cuerpo una reacción de alerta que funciona como un instinto protector.

Otra de las manifestaciones más comunes que el temor produce en tu cuerpo es el hecho de abrir más los ojos; esto responde directamente a que cuando tu mente siente que se encuentra en riesgo, responde ampliando su campo visual, así como su sensibilidad ocular. Esto significa que si tus ojos se abren cuando estás asustado, es porque tu cuerpo crea un mecanismo de defensa. En este sentido, la luz juega un papel fundamental en la modulación del miedo y la ansiedad. Esto puede explicarse al reconocer que para los seres humanos, muchos de los temores que nos inculcan desde pequeños están asociados con la oscuridad; por ello es natural que cuando existe un aumento de luz, la ansiedad y el estrés se reducen.

Como toda persona normal, no puedes evitar tener una conexión inmediata con todo lo que te rodea, sin embargo, de lo que sí eres capaz es de controlar la reacción que tendrás ante ello. Estas alternativas te ayudarán a lograrlo. Busca la calma, detente un momento, haz una respiración profunda y busca un estado más sereno. Exponte, no trates de ocultar o evitar tu temor, poco a poco busca formas de enfrentarlo de manera gradual, así te acostumbrarás a él y le restarás fuerza. Muévete, el miedo suele generar demasiada ansiedad y estrés en tu organismo; una de las mejores formas de reducir ambos es practicando una actividad física. Ve el lado positivo, puedes sacarle provecho a la ansiedad y utilizarla como algo que te impulse, usando la adrenalina. Ponlo en papel, uno de los mejores ejercicios para aclarar tu mente es la escritura, anota aquello que te hace sentir insegura y las habilidades que puedes utilizar para vencerlo. Instintos, siempre debes tomar en cuenta las señales que te indica tu interior. Habla contigo, cuando enfrentes un momento desagradable, escúchate y date ánimos tú misma. 8. Busca un motivo, piensa en todo lo que obtendrás al enfrentar tu miedo. Puedes ser consciente de que estás expuesta al miedo y la ansiedad, pero el verdadero secreto no es huir o eliminarlos, sino quitarles poder; si te concentras en ver el lado positivo, verás que aquello que te asusta no es lo peor y que es mejor ver todo lo bueno que te rodea, para buscar una solución.