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lunes, 6 de noviembre de 2017

El niño que prometió una Copa Mundial a su padre

Por deltoro

El Brasil del Mundial de 1970 fue muy bueno, pero mucho mejor fue el Mundial de 1958. Una selección en la que estaba un chico de apenas 17 años: Pelé. Ocho años antes de su jugar su primer Mundial, el propio Pelé prometió que lo ganaría. Fue después del Maracanazo, un golpe futbolístico que sacudió a todo el país. En julio de 1950 comenzaba la final del mundo entre Brasil y Uruguay. Muchos asumieron que iba a ganar Brasil y celebraban. Cuando terminó, con el triunfo de Uruguay 2-1, fue un año de decepción y muchos fanáticos lloraron la copa perdida. También lloró el padre de un niño. El chaval nunca le había visto soltar una sola lágrima, y por eso trató de consolarlo: "No llores papá. Yo voy a ganar una Copa del Mundo para usted, se lo prometo". 

Varios años después, ese niño se encontraba en Suecia levantando la Primera Copa del Mundo para Brasil. Así lo cuenta el propio Pelé en su libro, ‘Mi legado’. Vicente Feola, seleccionador de la canarinha, acertó en la convocatoria. Contaba con Didí, el centrocampista del Botafogo que tenía un prodigioso toque de balón. En los laterales, estaban Djalma y Nilson Santos. Y en la delantera figuraban Altafini, Vavá, Zagalo y Dida, cuatro portentos que hacían del fútbol una samba. Pero además viajaron dos suplentes que se iban a convertir en las dos grandes estrellas del Mundial: Pelé y Garrincha.

Estos dos últimos entraron tras una conversación de los pesos pesados del vestuario, entre ellos Nilton Santos, con el entrenador, al que le exigieron que les diera crédito a varios de los más jóvenes del plantel. Desconocidos para el gran público, pero que ya eran grandes estrellas en Brasil. “Si no entran ellos, no jugamos nosotros”, arrinconaron al entrenador que, lejos de achicarse, respondió: “Voy hacer lo que ustedes piden: porque si ganamos o perdemos ustedes van a quedar como responsables”. Así entraron Pelé y Garrincha. Y efecto inmediato: Brasil ganó a la dura Unión Soviética por 3 a 0 en el último partido de la zona de grupos. Antes, había sumado pero sin brillo: victoria ante Austria 3-0 y empate sin goles ante Inglaterra. En apenas dos partidos, el mundo entero se quedó pasmado ante ese futbolista de solo 17 años y que portaba el 10 de Brasil. El 10, por casualidad.

Maradona en Argentina, Messi en el FC Barcelona…Pelé llegó a Suecia con una rodilla averiada. A pesar de eso, su nombre fue el primero en figurar en la lista mundialista. No así Garrincha. Consultado por Feola, Joao de Carvalhe, el psicólogo de la delegación, recomendó no incluir al extremo del Botafogo: “No hay ningún atisbo de inteligencia en él, la situación es irremediable”. Pero Garrincha, el hombre de las piernas torcidas, se reiría en la cancha de esas advertencias técnicas pretendían excluirlo. Su fútbol y sus andanzas, algunas más exactas y otras menos, alimentan constantemente su pasado. En aquel Mundial fue protagonista de varias.

Dicen que en la previa del partido ante los franceses, Feola, enérgico y vivaz, iba y venía sobre sus pasos en el vestuario dándoles indicaciones tácticas a sus dirigidos. Cuando le preguntó al delantero si había entendido lo que pretendía, Mané hizo estallar de risa a sus compañeros: “¿Usted se puso de acuerdo con los rivales para que tengamos que hacer todo eso que nos indicó? La pregunta-respuesta de Garrincha es una ilustración poderosa de aquel equipo brasileño, que jugaba al fútbol por sobre todas las cosas.

Pasado el escollo de la fase de grupos con el gran cierre ante la Unión Soviética, Brasil tuvo más problemas de lo esperado ante Gales. Los jugadores de Gran Bretaña, que habían clasificado al Mundial por medio del repechaje frente a Israel, apelaron al juego áspero y de pierna dura para desconectar el circuito ofensivo de los brasileños. La maraña de piernas europeas, sin embargo, no previó respuestas para la magia de un Pelé que empezaba a fraguar su leyenda .Se jugaba el segundo tiempo cuando el futbolista del Santos recibió de espaldas al arco, sobre el punto de penalti.

Paró el balón con el pecho, y con un toque sutil giró sobre su eje quitándose de encima al marcador. La acomodó junto a un palo y le dio el triunfo a su selección El camino a la final se volvió aún más complicado con el duelo ante Francia en semifinales. Una Francia donde sobresalían dos grandes nombres: Kopa y Fontaine. Un envite entre enormes jugadores que no defraudó. La poderosa Francia de Just Fontaine y Raymond Kopa. “Prefiero jugar contra diez alemanes que contra un brasileño, diría Claude Abbes, el arquero galo tras el triunfo 5 a 2 en favor de los sudamericanos. Otra vez Pelé volvió a dar cuenta del nacimiento de un fenómeno. Vavá puso el 1 a 0 a los dos minutos de juego pero enseguida lo empató Fontaine. Didí aumentó para los brasileños sobre el final del primer tiempo. La tensión y los nervios de un partido casi ajedrecístico se rindieron al talento de aquel joven rey del fútbol, que marcó tres goles y aplastó a los franceses.

Brasil se clasificaba a la final por segunda vez en su historia.