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viernes, 10 de noviembre de 2017

El paseo de Trump en el Air Force One

Por Yamy

La política exterior que profesa el mandatario norteamericano Donald Trump sigue más ajustada a un comportamiento imberbe, y de conveniencias económicas que se contradicen con prácticas recientes de su gobierno y de sí mismo. La incongruencia en la política es usual en estos tiempos, pero es de espanto cuando la ejerce un fulano que tiene en sus manos la potestad de arrastrar al mundo a conflictos bélicos y económicos. Entonces, ¿qué busca este señor en Asia?

El presidente Donald Trump, quien celebra por estos días el primer aniversario de su elección, ha tenido a bien celebrar tal fecha en Asia, donde visitará cinco países con el aparente trasfondo de participar en cumbres a realizarse en la región. Será esta además, la primera gira de Trump por sus vecinos del oeste, y la más larga de un inquilino de la Casa Blanca por esos rumbos en los últimos 25 años.

Dicho así y más allá de los objetivos diplomáticos del puesto que ostenta ¿cuáles son los reales propósitos del viaje? Para intentar entenderlo tendremos que analizar el contexto en que esta visita tiene lugar. Sin embargo, la primera señal de interés la vemos en la estadística mencionada más arriba referente a que es la gira más extensa de un líder norteamericano en el último cuarto de siglo. Algo ha cambiado en Estados Unidos, ¿o en el mundo?, que ha obligado que el Air Force One se desgaste en horas de vuelo sobre un continente que en su profundidad no ha sido muy amistoso hacia Washington, con la salvedad de Japón y Corea del Sur.

Trump se ha obligado a romper un protocolo según el cual eran los mandatarios asiáticos quienes debían cruzar el Índico y América del Norte. Hasta ahora era un gesto que los líderes norteamericanos solo tenían con sus aliados europeos. Ni siquiera hacia Australia un presidente yanqui ha viajado por tanto tiempo, y ni qué decir de África o Latinoamérica.

Sin embargo, Trump precede su viaje de una expresión de política exterior y de una capacidad económica cuyos rendimientos ya no puede achacar a la herencia de Obama. Al contrario, Trump ha desmantelado en menos de un año las bases de su antecesor y los resultados en negativo son evidentes, no solo en Asia, sino en el resto del mundo.

Veamos: la lucha contra el terrorismo bajo la doctrina Trump nos ha dejado joyas de terror casi semanales que se nos hacen habituales ya en la profundidad de Europa y del propio Estados Unidos: las relaciones con Latinoamérica se han retraído al máximo y no solo con Cuba o Venezuela, sino también con Colombia y México; la posición de Estados Unidos hacia el medioambiente roza la mediocridad, incluso su empleo de explicaciones infantiles para excluirse del Protocolo de Kyoto (que digo yo: si de un lado hay 192 países y del otro estás tú solito, señor mío, tiene usted que revisarse como persona, país o lo que sea…); y cada vez más las reservas internacionales de dólares norteamericanos reposa en arcas de países…asiáticos. Recordemos en este punto aquella frase tan gringa “es (la economía, estúpido)”.

Y aunque Trump nos ha dado muchas muestras de maximización de la estupidez humana, va y resulta que tan estúpido no es, o al menos sus asesores.

El presidente estadounidense ha centrado su gira actual en mostrar unidad frente a Corea del Norte, reforzar lazos comerciales bilaterales y bajar tensiones con China. Salta a la vista que el factor común en la agenda tiene un marcado matiz económico; incluso en lo referido a los norcoreanos, cualquier eventualidad de carácter armamentista como la que vemos profesando por Estados Unidos, beneficia al aparato militar de ese país. Los otros dos objetivos expresan además de la intencionalidad económica, una dependencia hacia la región asiática, tal cual hemos referido.

El conflicto entre Estados Unidos y Corea del Norte ya ha tomado matices de prensa roja en los medios internacionales. Ambos mandatarios se han puesto en la piel de quinceañeras, y como los integrantes del clan Kardashian, actúan con total irracionalidad; también recuerdan mucho en su careo a un Rajoy enfrentando a Puigdemont. Así de vergonzosa es la altura de quienes manejan los rumbos de la política. El de cabello naranja intentará que los vecinos de Corea del Norte, incluida China, lo sigan en su campaña unilateral de sanciones contra el gordito de corte de cabello igual de ridículo que Trump.

Volviendo al orden económico, varios países, en especial Japón, mostraron su rechazo cuando Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, TPP, un tratado que busca conformar el mayor grupo económico del mundo, el proyecto se gestó por más de 5 años y alcanzaba al 40% de la economía global. Solo Estados Unidos se retiró, y los restantes once países que permanecieron en el bloque, incluyendo Japón y Vietnam, persisten en sacar adelante el proyecto que definitivamente no encaja en la política de Trump de solo beneficiarse en acuerdos bilaterales. Está claro que la consigna “America First” no caló entre los socios comerciales del emporio gringo, y de allí la necesidad de Trump por transmitir confianza de cara a compromisos comerciales.

Con china, además del latente el conflicto económico, pesan diferencias recientes por los espacios de influencia en el Mar de China Meridional, que involucraron a un destructor estadounidense y provocó una fuerte reacción de Beijing. Desde su campaña electoral, Trump criticó a China por políticas comerciales desleales, manipular su moneda y su influencia en reducir puestos de trabajo en Estados Unidos. A este punto, y más allá de la visita de Trump, pocos analistas esperan un cambio en la relación entre ambos países que se disputan hoy el liderazgo de la economía mundial.

Así las cosas. En contra de todo optimismo se va imponiendo la racionalidad de que al término de su gira, Donald Trump llegue a Washington con el mundo y Asia en particular, en iguales condiciones que semanas atrás. Si acaso, las únicas novedades serán los miles de kilómetros que consumirá el Air Force One; nuevas prendas para el vestidor de la Primera Dama; y un nuevo dossier de payasadas de Trump. Nada puede cambiar quien no tiene altura política.