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sábado, 11 de noviembre de 2017

El plástico inunda los mares

Por Yamy

La fotógrafa y activista británica Caroline Power ha captado una imagen preocupante para todos, para el medioambiente y la humanidad. Se trata de casi, literalmente, un mar de plástico; una porción grande de costa repleta de variedad de artículos, cepillos de dientes, tenedores, cucharas, platos y botellas. Sin dudas es una situación lamentable que persiste desde hace algún tiempo entre las islas de Roatán y Cayos Cochinos, en las costas hondureñas, un escenario que se repite una y otra vez en todo el mundo. Cada año a las profundidades de los océanos llegan más de 6,4 millones de toneladas de plástico, y esta constituye una de las causas más graves de contaminación marítima, y lo peor es que en gran medida no tiene solución, solo nos queda prevenir para no incrementar la intoxicación que ya existe.

La basura marina parece ser un problema sin salida pues a pesar de los constantes llamados de medioambientalistas, cuidadores, y parte de la población preocupada, la contaminación de los océanos es un fenómeno que crece cada vez más. En la actualidad más del 60 por ciento de la basura que llega al mar es de plástico industrial. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, viene alertando sobre este particular desde el año 2005, para ese entonces en los océanos por kilómetro cuadrado se encontraban unas 13 000 partículas plásticas, flotando o en el fondo del mar, una situación que en poco más de diez años se ha incrementado exponencialmente. Las estadísticas indican que las zonas cercanas a las costas de Francia, España e Italia son las más contaminadas de nuestro planeta, y en la fatídica lista les siguen regiones como Indonesia, el Mar Caribe, el Mar Celta y el Mar del Norte junto con el Golfo de Vizcaya y el Golfo de León.

El plástico puede provocar muchísimos daños a la biodiversidad marina como por ejemplo el mallamiento de las tortugas, y la muerte de peces que comen por error partículas plásticas. También otro de los problemas es que en los plásticos que son arrojados al mar, son transportadas especies virulentas e invasoras que terminan con la vida del mar. En la actualidad una especie emblemática de los océanos, la tortuga boba, se encuentra en peligro de extinción. Las estadísticas indican que el 75 por ciento de la muerte de esta tortuga es provocada por la ingesta de plástico. De ese modo, al cambio climático, a la sobrepesca, y a las especies invasoras, se le suma la contaminación por basuras como factor fundamental de exterminio de la vida en los océanos; y la pérdida de la biodiversidad es muy alarmante, el mar está perdiendo toda su riqueza.

Es importante saber que el plástico es demasiado dañino en el mar porque no se degrada, no se transforma o procesa, de modo que permanece casi intacto durante muchos años. La erosión hace que el plástico se fragmente en partículas diminutas que quedarán suspendidas en el agua y serán transportadas por el viento y el agua, pero aunque algunas partículas son casi imperceptibles a simple vista, seguirán siendo no biodegradables y tóxicas. Erróneamente formarán parte de la alimentación de los peces, o se irán al fondo marino, donde se concentran contaminantes orgánicos (COP).

Los biólogos explican que en las zonas centrales de los mares a nivel mundial ya se puede encontrar más plástico en suspensión que el propio plancton, quiere decir que para los peces habrá más partículas plásticas que comida. A esto se le denomina como “grandes manchas de basura”, en su mayoría se trata de fragmentos pequeños de menos de 4 milímetros que están dispersos en amplias superficies, y por eso es imposible verlas fácilmente, y mucho menos sanear la zona. Una importante y gigantesca “sopa” de plástico es la llamada “Gran Mancha del Pacífico”, una enorme acumulación de desperdicios reportada por primera vez en 1997 por el oceanógrafo estadunidense Charles Moore.

La Mancha es una concentración de todo tipo de basura plástica flotante que las corrientes de la zona han recogido de América del Norte y de Japón; se encuentra ubicada al noroeste de Hawai, y aunque se desconoce su tamaño exacto, se estima que puede ocupar una superficie mayor que el territorio de Estados Unidos, y que puede contener más de 100 millones de toneladas de desechos que han logrado arruinar el ecosistema de la zona, pues tanto peces como pájaros y tortugas mueren cuando confunden el plástico con alimento.

El origen del problema está identificado. La basura proviene, en primer lugar, de la indisciplina social del turismo costero. Los bañistas dejan en las playas cualquier pertenencia, aun cuando en muchos casos existen en la arena cestos de basura para ello. De modo que son abundantes todo tipo de artículos en el mar: ropas, botellas, latas, comidas, cigarrillos, juguetes y accesorios diversos. Culpables somos todos, porque puede, quizás, que nunca hayamos olvidado alguna pertenencia en la arena, pero seguramente sí habremos visto cómo otros no solo han olvidado sino que han dejado artículos o basuras con todo el propósito; y lo hemos dejado pasar.

Otra vía para la contaminación proviene de los desechos mediante las aguas residuales, que incluyen las aguas que provienen de los distintos sistemas de saneamiento de las ciudades costeras, así como las redes de aguas pluviales que transportan basura; todas ellas son vertidas indiscriminadamente al mar sin ningún tipo de acondicionamiento o filtro. También los pescadores o los navegantes generan desperdicios y lo dejan en el mar por accidente o indiscriminadamente, y no se trata de un vasito plástico aislado, sino de cantidades preocupantes.

Una vez más se imponen políticas públicas que ayuden a salvaguardar nuestro medioambiente. Nuestro mar es fuente de vida y parte indisoluble de la existencia humana. Si terminamos con los océanos, con ellos serán terminadas las tantas especies que allí conviven, y de ese modo estará finalizando la humanidad toda.