Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

sábado, 18 de noviembre de 2017

Huachicol, la bebida mexicana de los huachicoleros

Por Yamy

En México “huachicol” es una bebida alcohólica adulterada, y es por eso que en ese país también se usa esa palabra para definir al combustible, ya sea gasolina o diésel, que sea igualmente rebajado o hurtado. De ahí se deriva “huachicolero” el modo de llamar a aquella persona que se dedica a la actividad ilícita de robar y adulterar combustible y bebidas alcoholizadas.​ Se trata de un delito por el cual las autoridades han cerrando ya gasolineras involucradas, sin embargo, es insuficiente porque el índice de corrupción es demasiado elevado y en todos los niveles. Como mucho de lo que sucede en ese país latinoamericano, el “huachicoleo” es un negocio que se desarrolla con toda impunidad, y cualquiera lo puede comprobar si tan solo presta atención a los anuncios sobre la venta clandestina de gasolina y diesel, a menor precio, en algunas carreteras; una situación que se repite en mercados callejeros de comunidades rurales. En los últimos años el “huachicoleo” se ha convertido en uno de los problemas de inseguridad más graves en México, pues involucra a empresarios, pueblos rurales enteros, así como a empleados de gobierno y a carteles de narcotráfico; por tanto se hace muy difícil dominarlo.

Algo que debe atenderse "desde todos los ángulos", le dicen a BBC Mundo desde Petróleos Mexicanos (Pemex), ahora empresa productiva del estado que desde 1938 mantiene el monopolio de la extracción y venta de hidrocarburos en el país.

El delito de “huachicoleo” en la nación azteca representa un riesgo enorme para la seguridad de la población porque al involucrar a las comunidades se descompone muy fácilmente el tejido social, y, además, provoca serios daños al medio ambiente. En tal sentido, cuando las autoridades gubernamentales han logrado actuar, han podido, por ejemplo, rescindir el contrato a gasolineras involucradas en la venta de combustible robado.

Expertos en el tema refieren que el robo de hidrocarburos genera pérdidas al país mexicano de unos 20 000 millones de pesos al año, es decir, unos 1 100 millones de dólares estadounidenses. Según la consultora Análisis de Riesgos, Comunicación, Políticas Públicas Etellekt, tal valor representa la tercera parte del mercado de gasolina y diésel de México.

Para combatir el grave problema el gobierno mexicano ha desplegado miles de soldados, marinos, y policías federales, estatales y municipales; por su parte la Procuraduría General de la República, PGR, también asignó fiscales y agentes de investigación, no obstante aún persiste a pesar de que también se creó un equipo especial de civiles y militares que rastrean delincuentes. No se ha podido acabar con el robo de combustible, e incluso en algunos lugares se evidencia un incremento, y cada vez más se encuentran muchos sitios clandestinos para extraer hidrocarburos. Por ejemplo, en 2016 fueron identificados y sellados unas 6 873 tomas, pero tal estadística resultó un 9,8 por ciento mayor a la que se registró en 2015.

¿Cómo es posible que no se logre acabar con el robo de combustible en México? Algunos medios de comunicación indican que existen varias razones. En primer lugar, el “huachicoleo” es una actividad que es controlada casi completamente por organizaciones dedicadas al tráfico de drogas, y ya solo por eso se hace casi incontrolable. Estas organizaciones son responsables del 95 por ciento de las tomas clandestinas que han sido detectadas en los últimos años.

En tal sentido el grupo “Los Zetas” es el más activo, pues a él corresponde el 40 por ciento de los casos; y le sigue el “Cartel Jalisco Nueva Generación”, CJNG, con el 21 por ciento de los robos. Las investigaciones afirman que también participan otras organizaciones como el “Cartel del Golfo”, y bandas locales que operan en las áreas cercanas a los ductos de Pemex. Los conocidos “huachicoleros” son miembros de comunidades vecinas de las instalaciones petroleras.

Otra razón para que sea tan difícil de controlar es que participan las comunidades y eso ofrece a las bandas y carteles una protección social muy difícil quebrar para combatir el delito. La alianza entre comunidad y bandido es complicada de romper, sobre todo porque genera ganancias para muchas personas. Todas los implicados, tanto en la extracción del combustible, como su almacenamiento o venta pueden ganar salarios de hasta 14 000 pesos mensuales, aproximadamente 736 dólares estadounidenses. En México el salario mínimo es de unos 126 dólares, por tanto es muy fácil encontrar cómplices.

De acuerdo con la estadística de Pemex, el mayor número de tomas clandestinas localizadas en los últimos años, unas 3 000, se concentra en la región de Puebla, los municipios más activos son Tepeaca, Acatzingo, Palmar de Bravo, Acajete y Quecholac. Gracias a este turbio negocio, México es presa constante de enfrentamientos, como uno ocurrido en el mes de mayo entre soldados y “huachicoleros”, un incidente que provocó la muerte a 10 personas, cuatro militares entre ellas. Pero este no es un hecho aislado. Hace dos años el grupo “Los Zetas” iniciaron una campaña de comunicación, en comunidades cercanas a los ductos de Pemex, sobre la idea de que el petróleo era del pueblo mexicano, justificación suficiente para que las comunidades defiendan a los “huachicoleros”, quienes en muchas ocasiones utilizan a mujeres, niños y ancianos, factor clave de cuidado para que las autoridades se midan en el control, al menos el inmediato in situ.

Otra razón importante es de mercado, al subir el precio de la gasolina y el diésel se ha proliferado el mercado negro y el robo de combustible. Existe una gran demanda en los consumidores particulares y también el sector industrial como los transportistas, que para evitar los altos precios, acuden con los “huachicoleros”, quienes les ofrecen la gasolina, por ejemplo, en 10 pesos (0,50 centavos de dólar estadouniense), mientras que en las estaciones de servicio el precio fijado es de 0,85.

Según Pemex una nueva estrategia diferente consiste en disminuir la demanda de combustible robado para romper el mercado ilícito. En la actualidad se combate el problema desde la sustracción hasta la comercialización del producto. Si se consigue que el precio del combustible robado sea más caro, entonces disminuirá la demanda y comprarán en las estaciones de servicio. Pero el problema persistirá hasta que no se valore la red formal de distribución, un paso clave. Es fundamental identificar a los cómplices internos; especialistas manifiestan que el robo de combustible no es posible sin apoyo de los propios empleados de Pemex.