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martes, 21 de noviembre de 2017

La amabilidad: fuente de salud y juventud

Por Diana Santos

Ser amables es más que un mero acto de cortesía o civismo. Estudios recientes han demostrado que más allá de producirle bienestar al prójimo, beneficia la salud física y mental de quien lo practica. La amabilidad no es un lujo, es ganancia, calidad de vida e inversión en nuestra propia felicidad.

Entre sus beneficios más cotizados se encuentran:

Ralentiza el proceso de envejecimiento

Cuando realizamos buenas acciones, nuestro organismo segrega una hormona química llamada oxitocina que nos produce sensación de placer. Sería mucho más gráfico si supiéramos que la oxitocina es la misma hormona que permite a los bebés a forjar un vínculo con sus padres. Esta hormona reduce también los radicales libres, principales causantes del envejecimiento. Cuanto más a menudo se libera oxitocina, más radicales libres son absorbidos, produciendo menos daño en nuestras células.

Reduce la inflamación

En el año 2013 un equipo del New York Times, encuestó a 80 personas sobre sus vidas y en función de sus respuestas se analizaron sus glóbulos blancos. Los resultados confirmaron que los voluntarios cuya felicidad era principalmente hedónica, o sea, basada en consumir y disfrutar del placer propio, eran personas menos saludables. En tanto, aquellos cuya felicidad era más eudemonica, o basada en el servicio a los demás, producían mayor número de anticuerpos y mostraban niveles más bajos de la expresión proinflamatoria.

Mitiga el dolor

Al mismo tiempo que segregamos oxitocina, cuando hacemos el bien, nuestro organismo libera endorfinas. Las endorfinas son los analgésicos naturales de nuestro cuerpo, nos permite sentir menos dolor, tanto físico como emocional. De hecho, la propia farmacología corrobora el postulado. Un estudio realizado en 2016 demostró que tomar paracetamol disminuye no solo el dolor físico, sino que actúa en nuestros sentimientos de empatía y compasión. De este modo se reafirma la conexión entre el dolor y el cuidado a los demás.

Reduce la ansiedad y el estrés

Aquellas personas que usualmente tienen gestos de amabilidad con quienes le rodean, -realizan trabajos voluntarios, están al cuidado de alguien, trabajan con animales, entre otros- tienen circulando en sangre apenas una cuarta parte de la cantidad de cortisol, también conocido como la “hormona del estrés”, en comparación a aquellos que no lo hacen. Se ha demostrado que cuando tenemos un gesto amable para con alguien, por voluntad propia, se contienen nuestros niveles de ansiedad.

Favorece las relaciones interpersonales

La amabilidad reduce la distancia emocional entre dos personas, por lo que nos sentimos más inclinados a ayudar. Para algunos constituye de hecho un factor genético, incondicionado. Cuanto más fuertes eran los vínculos emocionales dentro de los grupos, mayores eran las posibilidades de supervivencia, por lo que los “genes de bondad” quedaron grabados en el genoma humano.

Sin dudas tener un acto de cortesía, ser amables por principio y convicción, asumirlo como un estilo de vida; no solo favorecerá nuestra imagen ante el mundo, sino que nos hará mejores y más saludables personas. ¿Entonces…por qué resentirnos a ser hombres y mujeres de bien?