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miércoles, 8 de noviembre de 2017

La letra H no es tan muda

Por Yamy

En el idioma español hay más de 2 000 palabras que empiezan con la letra H, sin embargo a veces hemos tenido la sensación de que está por gusto porque no suena, y no le vemos la lógica. Y si a eso le sumamos que como no suena hay que, prácticamente, aprender de memoria cuándo se debe usar, pues no nos enseñan reglas y normas que justifiquen su utilización, ¡es una odisea!

La principal dificultad de la H resulta en que es la única letra del alfabeto español que es “muda”, no existe otra que no posea sonido alguno. Cuando único suena es cuando va acompañada de la C, y forma el sonido 'x', pero, entonces se trata de otra letra, mientras tanto, es como si no existiera.

El paso inadvertido de la letra H está marcado por las más de 2 000 palabras que la llevan en su comienzo, pero el tema se complica más aún con aquellas donde aparece intercalada, y existen muchísimos ejemplos como zanahoria, almohada, y bahía. En la mayoría de los casos, como no suena, no entendemos su existencia y pensamos que se trata de una letra inútil y que su único objetivo es adornar y complicarnos la vida; pero no es del todo así.

Este un razonamiento que ha tocado la puerta de muchos eruditos. De hecho los archivos históricos indican que no en pocas ocasiones la letra H ha sido humillada como aparentemente inservible; incluso muchas veces se ha intentado suprimirla. En 1823 el prestigioso lingüista venezolano Andrés Bello y el escritor colombiano Juan García del Río la vieron como invisible y por ello solicitaron una reforma ortográfica para acabar con la H. El famoso escritor latinoamericano, Gabriel García Márquez, es otra de las personalidades que abogó por eliminarla del alfabeto español. Incluso, hace mucho más tiempo, en 1726, los propios autores del Diccionario de la Lengua Castellana publicado por la Real Academia, sentenciaron de modo despectivo que la H “casi no es una letra”. No obstante, casi inexplicablemente, la letra muda continúa en nuestras vidas y en nuestra lengua.

José Manuel Blecua, doctor en Filología Románica, y además catedrático de Lengua Española y ex director de la Real Academia Española, RAE, ha manifestado que se trata de una letra que en sí misma reúne mucho: nombre, figura, y pronunciación. La H es una letra bastante compleja, y existe porque a lo largo de la historia ha reunido diversos valores, y algunos de ellos han desaparecido, pero los otros se mantienen.

La revelación que hacen los lingüistas es que la H no siempre fue una letra muda. Aparentemente los fenicios, los primeros que la utilizaron, la pronunciaban como una J aspirada, tal y como sucede por acomodo en algunas regiones latinoamericanas y en otras lenguas. Luego los griegos adoptaron la H del fenicio y le dieron la forma mayúscula con la que hoy se conoce, y le otorgaron una pronunciación de suave aspiración. Después del griego paso al latín, y así poco a poco fue suavizando su sonido. Más tarde, del latín llegó al español, y en principio se pronunciaba aspirada, parecido al sonido de la H en inglés.

Los especialistas refieren que además de que el español se adueñó de varios vocablos del latín que iniciaban con H, se apropió de muchas palabras latinas que empezaban con F, y que también en castellano inicialmente comenzaban con esa letra. Pero con los años, a partir del siglo XIV y debido a que en algunas zonas de España esa F también se aspiraba, se empezó a sustituir esa F inicial por la H para diferenciarlas. Ejemplos hay muchos: “farina” se convirtió en la harina de hoy; el verbo hacer originalmente era “facer”; helecho era “felecho”; herir era “ferir”; hurto era “furto”; humo era “fumo”; higo era “figo”; y muchos más vocablos. Fue un cambio que también afectó a palabras que tenían la letra H intercalada como búho, que en latín era “bufo”.

La Real Academia Española, RAE, sostiene que aún a mediados del siglo XVI la letra H se pronunciaba aspirada en algunas palabras, sobre todo en aquellas que originalmente comenzaban por la F latina. En un inicio el sector culto era el que la pronunciaba ligeramente aspirada, pero ya luego en el siglo XV cambió esa tendencia y comenzó a considerarse un vulgarismo, propio de las clases bajas y de personas no instruidas. De ese modo fue cómo H enmudeció por completo, aunque algunas fuentes indican que no sucedió del todo porque en algunas formas dialectales del español hablado en Andalucía, Extremadura, las Islas Canarias y algunas zonas de América, la H mantiene su viejo sonido de aspiración.

Otro caso son las muchas palabras que el español adoptó del árabe y que llevan H. En algunos extranjerismos que usamos corrientemente y que son tomados, por lo general, del inglés o del alemán, también la H se pronuncia aspirada o con sonido cercano al de la J, de ahí le viene el sonido a hámster, holding, hachís o hawaiano.

Expertos indican que aunque la H no suene, no se trata de una letra inútil, pues en ocasiones tenían un sentido lógico, si bien ya no lo manejamos. Por ejemplo, en la palabra “huevo” la H está justificada porque anteriormente las letras U y V se escribían con la misma grafía, y en ese caso la H servía para identificar que la letra posterior era una U y no una V. El caso de la palabra búho es otro distinto, allí la H sirve para marcar un hiato, y para que el lector sepa que hay una separación entre la U y la O, que se trata de dos sílabas y no de una.

La H sirve para diferenciar palabras homófonas, vocablos que en el lenguaje hablado suenan iguales aunque tengan significados distintos, porque no es lo mismo “huno” que “uno”, “hojear” que “ojear”, “hola” que “ola”, o “hala” que “ala”. Asimismo existen palabras que para la RAE se pueden escribir con o sin H, algunas son “harmonía” o “armonía”, “harpa” o “arpa”, “harpillera” o “arpillera”, y “hurraca” o “urraca”.