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miércoles, 15 de noviembre de 2017

La violencia de género que no erradicamos

Por Yamy

La violencia machista contra la mujer no solo continúa siendo un problema a nivel mundial, sino que es un asunto muy grave aún por resolver; y así lo indican las estadísticas que nos descubre a un mundo extremadamente violento y patriarcal que somete y minimiza a las mujeres a pesar de las tantas campañas que se gestan para su empoderamiento. No obstante de las iniciativas para fomentar la igualdad de género, sigue habiendo maltrato físico y psicológico, y también discriminación. Aún hoy es alto el índice de feminicidio; muchas veces son las mujeres las peor pagadas aunque realicen labores idénticas a los hombres; y siguen siendo las mujeres las encargadas de las labores del hogar, la crianza de los hijos, y muchas más responsabilidades que son de dos, pero que durante tantísimo tiempo han sido achacadas a las féminas.

A pesar de las muchas denuncias vivimos en un mundo parcializado que favorece las posiciones machistas porque así lo hemos aprendido y así educamos. Resulta casi imposible deshacerse de esas ataduras que durante siglos han enseñado a la humanidad que la mujer es menos, cuando en realidad, en la práctica cotidiana, las mujeres somos más, y somos capaces de conseguir cuanto querramos. Sin embargo, mucho se ha avanzado, pero es insuficiente porque cambiar mentalidades es la más difícil de todas las tareas.

En España, por ejemplo, uno de cada cuatro jóvenes piensa que la violencia de género en la pareja es justificable y hasta cierto punto “normal”; e incluso las estadísticas indican que un 20 por ciento de esos mismo españoles, de entre 15 y 29 años de edad, considera que la violencia machista de la que tanto hablamos se trata tan solo de un tema “politizado que se exagera mucho”.

Pero las cifras están ahí y hablan por sí solas: en unos 15 años más de 900 mujeres han sido asesinadas por sus parejas; y uno de los casos más recientes es Jessica Bravo, quien a sus 28 años de edad fue brutalmente asesinada frente a su hijo por su expareja. Es por tanto la violencia machista uno de los problemas más importantes en España, sin embargo la mayoría de las personas no lo ve como un asunto grave, y es muy alarmante que personas de cualquier edad, pero sobre todo los jóvenes, piensen que es normal que un hombre maltrate a una mujer, se sienta con el derecho de someterla, y se aproveche de su aparente fragilidad para infringirle dolor o la muerte.

No existe justificación en el mundo que sustente un hecho de violencia, y lo primero que hay que tener en cuenta es que la violencia no solo incluye agresión física, va mucho más allá. Puede entonces ser el desconocimiento el primer factor para creer que la violencia es solo cuando ya se habla de conductas agresivas, sin embargo, es muy probable y hay que advertir, que una persona que comience con ofensas y agresiones “leves”, llegue a más.

Casi siempre los casos de feminicio tienen un historial que muestra indicios de que la situación venía por ahí, con actos que a veces algunos ven como simple. Los celos tontos, vigilar la comunicación de la pareja, la obsesión de saber con quién habla, y otros tantos ejemplos, no es visto por la mayoría como expresión machista y violencia de género, pero lo es; y muchas veces cuando se indaga en los casos de feminicidio, se descubren comportamientos similares.

Especialistas en el tema refieren que actualmente en España son muchos más los jóvenes que ven en estas actitudes un problema social peligroso, pero todavía un por ciento importante justifica este tipo de agresiones a factores como la inmigración, mientras que una pequeña cantidad considera que está tan arraigado que ya no se puede evitar.

Por supuesto son mucho más radicales las opiniones de los hombres que las opiniones de las mujeres, no obstante hay que destacar que muchas mujeres también son machistas y no se sienten violentadas, y es por eso que seguimos criando sociedades equivocadas. Por ejemplo, con respecto a las diferencias salariales muchas féminas ni siquiera reparan en que solo por ser mujeres reciben salarios más bajos, o no ven que la poca oferta laboral para ellas es también una manera de hacerla invisible, aun cuando hay muchos puestos de trabajo que pueden ser desempeñados tanto por hombres como por mujeres. Y así sucede con otros aspectos, con las tareas del hogar, la crianza de los hijos, y muchos más.

Las situaciones están marcadas por los estereotipos que inundan nuestras vidas. Aunque parezca simple, hemos nacido y nos hemos desarrollado en ambientes totalmente machistas. Desde pequeños nos dicen que los hombres no lloran, o sea, los varones son rudos e insensibles, y las niñas son rosaditas y delicadas, juegan a las muñecas y a las casitas, y ellos con soldados, con camiones y tal, que se buscan la vida libremente. Esto, junto a mucho más, empieza a formar valores en nuestros niños, y lo vamos arrastrando durante toda la vida. Resulta muy complicado desarraigarnos de lo que vemos desde el nacimiento, pero no imposible. Los expertos recomiendan que lo primero es reconocer que existe un problema, e “insistir en la educación equitativa”, y que sea un asunto de prioridad para las distintas sociedades, porque evidentemente este es un asunto que solo podrá tratarse con eficacia desde la base.