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domingo, 12 de noviembre de 2017

Lo increíble llega después del parto

Por Janet Rios

Cuando nos quedamos embarazadas, nuestro cuerpo presenta otras cotas de prolactina, que es la hormona que origina la leche, pero escasamente salen unas gotas de esta, o nada, porque las hormonas que provocan la placenta en este instante frenan la acción de la prolactina. Además los senos crecen libremente; los canales de la glándula mamaria se extienden y las células secretorias se multiplican. Pero en realidad lo que crece es la glándula, la grasa que es considerada la mayor parte de los senos no tiene por qué aumentar. Por eso se ha dado el caso que algunas mujeres embarazadas, si ya poseían el pecho muy magno, es posible que escasamente noten el cambio.

Siempre es importante hablar sobre la importancia de la lactancia materna en la salud de tu bebé y cómo impacta su desarrollo. La lactancia es una manera muy linda de establecer el vínculo emocional con tu bebé a partir de su nacimiento. La primera mirada que él te da como diciendo «yo te conozco» es única, y desde ese momento él sabe que estás ahí para él. Todavía es muy pequeñito y su cerebro no está completamente desarrollado, digamos que está muy primitivo y le manda señales muy básicas para su supervivencia. Succionar el pecho es una de ellas y no solo porque le aportará nutrición, sino porque le brinda tranquilidad y seguridad el estar cerca de la única persona a la que conoce desde que era un pequeñito en tu vientre.

No parece algo real, apenas damos a luz y los senos la producen. La realidad es que lleva tiempo preparándose para nutrir al bebé. Posteriormente al parto, las cotas de estrógeno y gestágeno se oprimen gradualmente en dos o tres días y la prolactina puede, apoderarse de su trabajo y originar la leche materna. Alrededor del tercer día, la mamá suele notar sus pechos más abultados esto se le conoce como declive de la leche. En la antigüedad en las clínicas desaconsejaban dar el pecho antes de que acontecieran de 24 a 48 horas, después del parto y 10 minutos cada tres o cuatro horas eran ley santificada, los resultados eran tales que la leche se amontonaba y originaba una protuberancia descomunal. Los senos se ponían como piedras; incluso algunas mujeres padecían de fiebre la cual era debido a que estallan los canales llenos de leche.

Debido las repercusiones ocasionadas e la antigüedad, en la actualidad estamos al corriente de que si el bebe se pone en el pecho en la misma sala de parto y persiste luego en la morada de la madre para chupar todo lo que quiera, que es lo deseable, la subida de la leche es muy indolente. Incluso, algunas mamas, tal vez porque esperan tener los senos como cantos, afirman que no notan nada de nada. El bebé que va engordando es la mejor evidencia de que la leche si está haciendo efecto aunque en muchas ocasiones no se note.

Muchas son las preguntas que nos hacemos en esta etapa de la vida, como es el caso de ¿cómo sabe el pecho cuánta leche debe fabricar? La respuesta es muy sencilla, es el niño quien chupa cada vez más. A veces el cambio es progresivo. Pero en varios casos se provocan cambios repentinos. De repente, el bebé parece ansioso y demanda el pecho más veces de lo usual. Es así porque concebir las mismas tomas un poco más largas resulta poco eficaz; solo consigue un poco más de leche. En cambio, si agranda el número de tomas, acrecienta también los brotes de prolactina y logra así mucha más leche. Si se le proporciona el pecho siempre que lo pide, comerá mucho más durante un par de días, la creación de leche aumentará y la periodicidad se volverá a estabilizar. De esta manera tendremos la cantidad necesaria que nuestro bebe necesita.

Un dato curioso es que a leche que sale de nuestros senos, no se encuentra almacenada en ello, es él bebe al chupar quien estimula en su producción. Esto es posible gracias a que las hormonas de las féminas posibilitan que los senos se desarrollen, poblándose de grasa y de tejido glandular. Lo que diferencia un pecho magnánimo de otro pequeño es la cuantía de grasa; la suma de glándula es más o menos la misma.

Al amamantarlo no solo le brindas la energía para el crecimiento de su cuerpo, sino que también contribuyes al sano desarrollo emocional de tu bebé. Hay un sinfín de ventajas tanto para ti como mamá, como para él al elegir la lactancia materna desde su primera hora de vida.

La lactancia comienza desde el embarazo. Si ya estabas asombrada de la transformación de tu cuerpo al ayudar a crear una nueva vida dentro de ti, sorpréndete más cuando veas que sigues siendo una maravilla de la naturaleza al crear la única sustancia que tu bebé necesitará para sobrevivir los primeros meses de su vida. Tus pechos se han ido transformando a lo largo del embarazo, quizá lo que más notes es que se han vuelto un poco más grandes, tienen un color más intenso en los pezones y areolas, y están muy sensibles al tacto.

Existe una red de conductos que transportarán la leche desde los lóbulos donde se produce hasta llegar a los pezones. Es como si justo detrás de la areola hubieran unos vasos que constantemente se llenan de leche y tienen unas bombillas que los conectan a los pezones, una vez que tu bebé succiona el pecho, la leche llega a su boca. Y mientras tu bebé siga succionando, la leche seguirá produciéndose. Los senos nunca se quedan vacíos. Cuando tu guagua mama y estimula tu pezón, envía una señal a la glándula pituitaria que manda al flujo sanguíneo dos hormonas: la prolactina para producir la leche y la oxitocina para contraer los pequeños músculos dentro del pecho que eyectan la leche en los conductos. A este se le conoce como el reflejo de eyección de la leche. Algunas mamás sienten este reflejo, pero no te preocupes si tú no sientes nada.

Se recomienda amamantar al bebé de ambos pechos, para establecer la lactancia de manera efectiva. Las señales para producir leche se envían a cada pecho que es estimulado. Hay otra substancia que, cuando el seno no se estimula no hay succión manda la señal que indica parar la producción de leche y así el volumen se reduce. La cantidad de leche que se produce será la que necesite tu bebé si la alimentación se hace a demanda. Cada mama trabaja de manera independiente de la otra y es totalmente posible amamantar con una sola. Recuerda que el tamaño no es indicación de la cantidad de leche que produces.

La forma más natural de iniciar con la lactancia es a partir del momento en que tu pequeño llega al mundo. Verás cómo apenas tenga la oportunidad buscará tu pecho y comenzará a comer como si lo hubiera hecho antes. En los primeros minutos de vida es importante que tu hijo te sienta, te huela y sepa que estás ahí para él siempre.