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martes, 21 de noviembre de 2017

Los escándalos sexuales afectan a todos menos a Trump

Por Mayli

El drama del abuso sexual es una secuela dolorosa para todas las mujeres que se presentaron durante la campaña presidencial de 2016 para acusar a Trump de hostigamiento y mucho más, solo para terminar siendo testigos de su elección como presidente. ¿Qué diferencia a Trump del resto de figuras que ven sus carreras irse al abismo?

El candidato que se jactó abiertamente de “toquetear” las partes privadas de las mujeres - pero negó haberlo hecho más tarde - fue elegido presidente meses antes de las acusaciones de acoso sexual que se han sucedido en cascada y que han estado amenazando las carreras de hombres poderosos en Hollywood, los negocios, los medios y la política.

Él ganó a pesar de que más de una docena de mujeres lo acusaron de conducta sexual inapropiada, y aproximadamente la mitad de todos los votantes dijeron que les molestaba el trato que daba a las mujeres, según las encuestas a pie de urna. Ahora, que estamos presenciando como una figura prominente tras otra va cayendo, muchos se preguntan: ¿por qué no Trump? "Mucha gente que votó por él sabía quién era, pero querían un cambio y por eso estaban dispuestos a aceptarlo", teorizó Jessica Leeds, una de las primeras mujeres en dar un paso al frente y acusar a Trump de haberla manoseado hace décadas en un avión.

Las acusaciones formuladas contra Trump surgieron en el momento álgido de la campaña de 2016, cuando había tanto ruido y caos que apenas tuvieron el impacto que debieron haber causado. "Cuando tienes un Monte Everest de acusaciones, una denuncia particular es muy difícil que logre ‘florecer’", afirmó el psicólogo político Stanley Renshon.

Por supuesto que la candidatura no convencional de Trump creó un conjunto de reglas completamente diferente. "Trump es inmune a las leyes de la física política porque no es su trabajo ser político, es su trabajo quemar el sistema", dice Eric Dezenhall, un experto en manejo de crisis en Washington. En cuanto a Trump, el presidente apunta selectivamente sus pistolas de Twitter a los que están bajo escrutinio. Descargó rápidamente contra el demócrata Al Franken luego de que el senador de Minnesota fuera acusado el jueves de besar y agredir a la fuerza a una corresponsal de deportes de Fox TV, ahora presentadora de radio de Los Ángeles, por allá por el 2006. Sin embargo, Trump ha estado muy quieto mientras los republicanos de Washington intentan descubrir qué hacer con Moore.

McConnell y su compañía no tienen ningún interés en dar la bienvenida a un acusado de abuso infantil en sus filas. Trump apoyó movimientos del Partido Republicano nacional para cortar el dinero para Moore. Pero no ha dicho si todavía respalda su candidatura. La portavoz Sarah Huckabee Sanders, presionada repetidamente sobre el asunto esta semana, solo diría que Trump "piensa que la gente de Alabama debería tomar la decisión sobre quién debería ser su próximo senador". "Mi dolor es de todos los días", tuiteó Jill Harth, una ex socia de negocios que afirmó que Trump le puso las manos debajo del vestido durante una cena de negocios en octubre de 1992. "Nadie lo entiende a menos que les ocurra. ¡NADIE!". Desafortunadamente para Harth, mientras unos ven desbocar su vida por ese comportamiento, otros son elegidos presidentes.