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miércoles, 15 de noviembre de 2017

Psicología del conflicto entre hermanos pequeños

Por YCC

Entre hermanos es usual que existan riñas y enfrentamientos, sobre todo en la niñez y la adolescencia; y el refrán dice “cuanto más reñidos, más queridos”, sin embargo, ¿en realidad qué tan positivos podrán ser esos constantes estados de tirantez? Desde hace algún tiempo la ciencia estudia la rivalidad entre los hermanos para poder explicar el fenómeno, y que un poco entendamos de qué va todo. Lo más importante que debemos saber es que son situaciones comunes e inevitables, y que todo dependerá del proceder de los padres que deberá ser de bajo perfil como mediador para que los conflictos no lleguen a mayores, y sobre todo, criar a los niños en entornos de tolerancia, favorables y empáticos. Ya con el tiempo dejarán de existir diferencias y rencillas, y probablemente los hermanos serán los mejores amigos.

No hay que ser experto para saber que las razones que provocan peleas entre los hermanos pueden ser diversas, desde querer el mismo juguete hasta los celos y necesitar más atención. De acuerdo con el servicio público de salud británico, el NHS, los problemas empiezan incluso antes de que llegue el nuevo integrante a la familia, y se prolongan durante varias etapas del desarrollo del niño. En la mayoría de los casos, por muy favorable que sea el ambiente, los hermanos experimentan cierto grado de celos y competitividad, y se ha comprobado que es una situación que fácilmente puede acabar en pelea o discusión.

La primera causa de celo puede ser cuando nace el hermano menor, incluso desde el período que lo antecede porque el hermano puede sentir que es menos atendido, que le dedican más esmero al nuevo hermanito; una deferencia que solo acaparaba cuando era el único. Los expertos en psicología infantil aseguran que no obstante de que entre niños y adolescentes exista una relación a veces fraccionada, sin dudas tener hermanos ayuda a tener empatía por los demás, y los resultados se ven, incluso, a corto y mediano plazo. Por supuesto esto no es concluyente, influyen un grupo de factores, y puede haber personas con hermanos que se comporten de modo hermético ante los demás.

La buena noticia para los padres preocupados porque sus hijos pelean constantemente y no se ponen nunca de acuerdo, es que la situación es totalmente normal y no hay por qué alarmarse, aunque tampoco despreocuparse porque de un buen manejo en ese momento de la niñez, dependerá la relación en el futuro cuando los hermanos sean ya adultos. Es más, de acuerdo con las fuentes consultadas, la psicóloga infantil estadounidense, Linda Blair, asegura que las riñas entre hermanos constituyen “el entrenamiento perfecto” para enfrentarse a colectivos. Por tanto, aunque aparentemente se odien y a veces las peleas parezcan a muerte, estos enfrentamientos pueden ser la mejor manera para que aprendan a obtener lo que quieren de forma diplomática, es decir, podrán aprender a negociar y a la vez salirse con la suya.

Ante una reacción imponente, la experta en relaciones familiares afirma que los padres deberían saber que las peleas entre hermanos son inevitables y deberían mediarlas y aprovechar el momento para fomentar el ambiente positivo en lugar de imponer castigos. Puede parecer difícil que ante una situación desesperada de discusión se pueda imponer respeto, resolver el conflicto y generar un entorno efectivo y no tenso, pero hay que intentarlo porque el momento de la riña es ideal para inculcar esos valores tan carentes hoy en día como la generosidad, la empatía, la tolerancia y la honestidad. Los niños deberán aprender a manejar las diferencias y a ceder una vez para a la próxima obtener lo que desean; porque en realidad, de eso va la vida.

De acuerdo con una publicación de la BBC, la educadora infantil Signe Whitson, con décadas de experiencia, también ve beneficios en las disputas entre hermanos. En su blog que escribe para la versión norteamericana del “Huffington Post”, Whitson sostiene que los hermanos que se pelean cuando niños serán capaces de dominar todo tipo de habilidades que podrán servirles luego en sus vidas de adultos. Serán capaces de adquirir destrezas que podrán manejar luego en la mayoría de sus relaciones cercanas. Esta especialista manifiesta que los hermanos, durante sus batallitas, logran aprenden a resolver problemas y conflictos, ejemplo de ello es cuando se disputan el mismo juguete, una situación clásica de pelea, que si es bien manejada podrá terminar con uno de los niños jugando primero con él, luego el otro, o en caso de que se pueda, jugarán juntos.

Otra característica que se deriva de momentos como esos es la práctica de autocontrol. Si ambos hermanos quieren el mismo juguete y no es compartible, uno tendrá que ceder y autocontrolarse para que el otro juegue. Es un reflejo positivo, y con el tiempo los hermanos aprenderán a ser más tolerantes y a no enfadarse; indudablemente esto resulta de mucha ayuda para controlar los impulsos agresivos, e incluso para comunicarse de forma inteligente en su vida adulta.

El mejor consejo para los padres es que deberán aprender a no temer, no se trata de incitarlo o no controlarlo, pero tampoco de creer que porque los hermanos riñan serán en el futuro personas odiosas que no se llevarán bien. Al contrario, se ha demostrado que los hermanos, a medida que van creciendo, se convierten en unas de las personas más importantes de nuestras vidas. El lazo es tan fuerte que, a pesar de que probablemente tengan una infancia, en apariencia, como el aceite y el vinagre, los estudiosos refieren que quizás eso quiera decir que de adultos se llevarán estupendamente y serán muy cercanos. Primeramente vemos a los hermanos como competidores y rivales, pero luego nos sirven de modelo y de guía en nuestro aprendizaje, sobre todo en la infancia y la adolescencia porque en esas etapas nuestra psicología suele ser egocéntrica y reclamamos la atención no compartida de quienes nos rodean.

Otro psicólogo que dedicó su vida a estudiar la relación entre hermanos, Victor Cicirelli, dijo que a partir de los 60 años los hermanos se convierten en las personas más importantes en nuestras vidas; sin embargo, puede que no tengamos que esperar a tanto. Y recuerde, lo afirman los expertos, la intensidad de las riñas infantiles entre hermanos definirá el tipo de relación que tendrán en el futuro, siempre y cuando el entorno sea favorable, tampoco hay que dejar de estar pendientes.