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domingo, 5 de noviembre de 2017

¿Pueden los cetáceos morir también de descompresión?

Por Marina B.

Para los buceadores el peor de los males que pueden llegar a padecerse es la descompresión, una enfermedad que en los humanos se manifiesta por reducir súbitamente la presión que el cuerpo es capaz de soportar, tanto por ascender demasiado a prisa luego de una inmersión en el agua o por elevarse a grandes altitudes en la atmósfera. En estos casos se crean burbujas en los vasos sanguíneos del organismo, provenientes del nitrógeno disuelto en la sangre. Las consecuencias pueden llegar a ser mortales si la persona no recibe ayuda de forma inmediata en los centros especializados de cuidados médicos.

Por mucho tiempo se ha pensado que los cetáceos, excelentes buceadores e inmersionistas, estaban libres de este padecimiento, pero recientemente el Instituto Universitario de Sanidad Animal de Las Palmas de Gran Canaria (IUSA) informó sobre dos casos de muerte natural debido a la descompresión en dos ejemplares de esta especie. Los investigadores del centro de altos estudios basaron su hipótesis fundamentalmente en el contenido de los estómagos de ambos. Al parecer, los dos calderones aparecidos muertos en las playas de Canarias habían estado cazando su platillo favorito, calamares gigantes. Los cetáceos habían terminado de ingerir grandes presas que nunca llegaron a digerir. Uno de ellos presentaba marcas de ventosas en su cara, por lo que es probable que se haya producido una lucha con el calamar. El calderón gris por lo general no rebasa los 50 metros en sus descensos, pero es capaz alcanzar hasta los 500 metros de profundidad. ¿Hasta dónde llegaron esta vez persiguiendo a sus manjares? Puede que demasiado lejos. Aunque la investigación aún no es conclusiva en este aspecto.

El Instituto de La Palmas realiza como rutina seguimientos de todos los mamíferos marinos que mueren en el área de las Islas Canarias, por ello cuentan con amplia información sobre otros casos anteriores de muerte de animales por descompresión, cetáceos o no. Al respecto refieren que es una manifestación muy rara entre los habitantes del entorno marino. Los casos que se han reportados son de tortugas y zifios, estos últimos capaces de descender 3 000 metros y aguantar la respiración por dos horas. Por lo general ha estado detrás la mano del hombre: las tortugas han debido emerger rápidamente desde grandes profundidades escapando de las redes de pesca, y los zifios reportados fueron víctimas de contaminación acústica producida por un sonar, que trastocó sus patrones de buceo.

En el caso de los cetáceos encontrados, tras el examen físico se descartó totalmente la implicación humana, pues no se observaron señales de avíos de pesca y en Canarias el empleo de sonares está prohibido desde 2004. Así que los más probable es que el descomunal banquete que estos dos jóvenes machos se dedicaron, les provocó un estrés tal al intentar digerirlo que trastocó sus patrones de buceo y los desorientó. El estudio, publicado en la revista Scientific Reports, del grupo Nature intenta sentar precedentes en la aparición de estos casos nunca antes reportados, que, aunque no implican una problemática a solucionar, si amplia el conocimiento que hasta el momento se tenía sobre la especie.