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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Rusia, Revolución y arte

Por Yamy

La Revolución de Octubre de 1917 posee una marcada influencia de vanguardia en el arte y en la actualidad aún está presente en muchas expresiones que van desde la moda hasta la arquitectura. Hace justamente un siglo la llamada Revolución de Octubre selló el inicio a una nueva era en Rusia: los bolcheviques con Vladimir Lenin al frente (grupo político de ideología comunista radicalizado dentro del Partido Obrero socialdemócrata) lograron derrocar brutalmente al régimen y de ese modo se sentaron las bases para lo que luego fue la Unión Soviética. Se trató de una época de profundos cambios políticos, sociales y económicos radicales, que no perduró mucho más porque se llenó de vicios y no lo atajaron a tiempo.

Analistas del tema ruso afirman que además de muchos cambios políticos, la Revolución Rusa significó una importante era de cambios culturales; no por gusto cien años después de instaurada, en la cultura rusa moderna existen muchos testimonios del legado de la mencionada época que estuvo indudablemente estuvo marcada por la euforia creativa en el arte.

En los años de la revolución rusa la atmósfera social estuvo saturada por el entusiasmo en la experimentación; y esto ayudó a que la renovación del arte llegara hasta su máxima expresión gracias al surgimiento de movimientos novedosos como el suprematismo y el constructivismo; sus efectos estéticos estuvieron presentes en todas las áreas de la creatividad, desde las bellas artes hasta la arquitectura y la moda.

Innovación en el arte

Una de las bases de la Revolución de Octubre fue que los artistas rusos tenían la pretensión de destruir el concepto que el arte tenía como medio exclusivo de solo unos pocos; y los líderes bolcheviques dedicaron sus esfuerzos para que la alta cultura llegara a la mayor cantidad de público con la idea de democratizar el arte, hacerlo masivo y social, y no elitista. Fue una época de experimentación con lo abstracto, y fue un concepto que llevaron hasta el límite.

Entre 1915 y 1916 en Rusia surgió el suprematismo, un movimiento artístico fundado por Kazimir Malévich que se enfocó en las formas geométricas fundamentales; fue inseparable de pintores como el propio Malewitsch, y rechazaba cualquier tipo de representación figurativa. Los expertos indican que por aquel entonces el suprematismo se alimentaba del optimismo que existía sobre un futuro utópico, y de ese modo los artistas experimentaban con las ideas que estimaban útiles para el nuevo Estado socialista. Por otra parte, y contrariamente, el constructivismo hacía énfasis en un pragmatismo que se expresaba en la escultura y en la arquitectura; los artistas más representativos de ese movimiento fueron Alexander Rodchenko y Liubov Popova. Popova opinaba que el arte debía ser más que tan solo decoración, creía que debía ser funcional. Y tanto Rodchenko como Popova fueron artistas revolucionarios y se salían de los roles tradicionales del arte, por ejemplo, diseñaban trajes para teatro.

De acuerdo con Irina Vakar, curadora de la Galería Tretiakov, de Moscú, el constructivismo surgió cuando los artistas tuvieron muy claro que el nuevo gobierno comunista quería nuevas ideas, porque la gente necesitaba un mundo nuevo, que las casas fueran renovadas, que las mujeres se vistieran de otro modo; o sea, un cambio total y radical, como si estuvieran hartos de todo como era hasta entonces. Y son ideas que también desembocaron en el diseño arquitectónico, se concibieron nuevas formas de trabajo. Al fundamento revolucionario de los comunistas bolcheviques se le sumó el deseo de crear una sociedad que estuviera alejada de lo individual para que se acercara a grupos amplios de personas.

Un importante ejemplo de la mencionada arquitectura constructivista lo constituye la Casa de la Comuna de Narkomfin, realizada por Moisei Ginzburg e Ignati Milinis, y fiel a la expresión de los ideales socialistas. Su concepto propagaba una forma radical y diferente de la convivencia pues tenía un jardín para niños, además de un restaurante con la idea de liberar a las mujeres de las responsabilidades del hogar, y posibilitarles que participaran en la construcción de una nueva sociedad.

La huella del centenario de la Revolución Rusa también está reflejada en el mundo de las pasarelas, y es por eso que aún hoy se organizan exposiciones para evocar los diseños de aquella época vanguardista y revolucionaria, y mostrar cómo su influencia marca la moda actual.

Muchos piensan que fue un período alocado, una época de experimentación radical que terminó víctima del pragmatismo estalinista; dejando en el camino planes ambiciosos de concebir, por ejemplo, un “Palacio del Sóviet”, además de otros proyectos. Sin embargo, a pesar de que los ideales políticos ligados a la revolución rusa dejaron de ser relevantes todavía en toda Moscú se puede ver la herencia de ese tiempo de innovación artística.