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lunes, 6 de noviembre de 2017

Un embarazo es cosa de dos

Por Janet

El embarazo es una situación única en la vida de una mujer. Pero no solo a nivel emocional o físico-gestacional, sino también mental. El cerebro de la mujer sufre cambios durante la gestación y los meses posteriores al parto, según un estudio publicado por la Universidad Autónoma de Barcelona en 2016. Esas alteraciones han sido necesarias para la evolución y provoca reacciones puramente instintivas, porque el cerebro de la mujer “tiene” que entrar en ese proceso de “enamoramiento” de su bebé para garantizar la supervivencia de la especie. Pero ¿qué sucede antes, en esos meses previos en los que la gestación supone una amalgama de cambios y preguntas? ¿Qué pasa cuando una mujer entra en esa espiral obsesiva con demasiada antelación? ¿Cómo puede gestionar esas emociones? Y ¿cómo afecta el embarazo, en definitiva, a la relación de pareja?

Respondiendo estas interrogantes si la base de la relación es el intercambio de refuerzo, es decir, compartir cosas gratificantes con el otro, el embarazo no solo no supone un problema, sino que puede reforzar todo lo anterior”. La llegada del hijo genera, inevitablemente, “miedos, incertidumbres y sentimientos que no podemos dejar correr”. En una primera fase dice el experto, “aparecen emociones negativas como irascibilidad o ansiedad, y en la última empiezan a liberarse endorfinas y llega la euforia y la alegría”.

Sentimientos que tienen un origen neurológico y que “a veces generan en las mujeres sensaciones de pérdida de control”. La evolución de la especie ha provocado que el ser humano esté siempre amoldándose a un medio cambiante y, el embarazo supone un pico drástico al que la mujer debe adaptarse para que no se lleve nada por delante. Ofrecemos aquí diez consejos para que el embarazo no afecte a la relación de pareja Comunicación y sinceridad. Según Miguel Perelló, “lo más importante es mantener una comunicación fluida con tu pareja sobre cuáles son tus miedos, preocupaciones o frustraciones”. Hay que abordar estos temas “cuando estemos tranquilos y calmados, pidiendo al otro que te ayude y se convierta en un apoyo para ti”.

Relajarse y meditar; la práctica de actividades cuerpo-mente durante el embarazo y entre embarazadas, añade Perelló, “funcionan de maravilla porque pueden compartir con otras mujeres sus experiencias e inquietudes, además de llevar su cuerpo a un estado necesario de tranquilidad muy beneficioso”.

En muchas ocasiones las parejas primerizas se enfrentan además de a las emociones y los cambios “al más puro desconocimiento de lo que pasa dentro del cuerpo de la mujer y de lo que está por llegar en cuanto a la vida con el bebé, por lo que ir con la pareja a las clases de preparación al parto aporta información a nivel ginecológico, sexual y emocional necesaria y saludable”.

Que tu hijo no sea “cosa tuya”. Muchas veces, los hombres se sienten excluidos de este proceso porque la mujer “es la que sufre todos los cambios más obvios”, dice el experto, “al mismo tiempo que muchas mujeres acusan que su pareja se involucra poco”. Hay infinidad de cuestiones que pueden decidirse juntos y que contribuirán a que la comunicación en la pareja sea cada vez más fluida y mejor”.

No puedes olvidar quién eras antes del embarazo”, explica el psicólogo. Tanto él como ellos deben “seguir haciendo cosas al margen de embarazo y si no tienen nada que ver con el embarazo, mejor que mejor. Si antes viajabas viaja; si antes ibas al gimnasio, ve; si antes salía a ver un partido, hazlo”.

Muchas parejas acusan una presencia excesivas en su toma de decisiones de las familia políticas. Invitarles a compartir la emoción y la alegría, pero que no decidan por vosotros. No descargues todo en él. “Es fundamental que la mujer embarazada encuentre un lugar de desahogo al margen de su pareja, sobre todo si el tema sobre el que necesita desahogarse es su propia relación”. Perelló considera: “Hablar de esta fase con tu madre, tus amigas o colegas puede suponer un ejercicio muy sano para que, además, sepas tomar distancia de todo aquello que te preocupa ahora mismo con personas que no están implicados en tu proceso”.

No solemos encontrarnos parejas que acudan a una terapia porque el embarazo se les está haciendo muy duro o les ha distanciado, pero si acusamos problemas más adelante que empezaron ahí, cuando dejaron de hacer cosas juntos”. No es un tópico decir que la pareja hay que cuidarla y alimentarla cada día, por lo que “no se debe dejar de salir a cenar, de arreglarte para el otro, de compartir una afición solo por el hecho de que haya un embarazo”.

Una investigación llevada a cabo por la universidad de Michigan estableció que el organismo reconoce los niveles de hidrocortisona, hormona generada por el estrés, como una señal de alarma y como un síntoma de que las condiciones no son favorables para un embarazo. El estrés durante la gestación no solo aumenta el riesgo de tener un parto prematuro, sino que el cuerpo activa una serie de medidas como respuesta fisiológica al estrés: el nivel de cortisol en la sangre varía, genera más o menos saliva, cambia presión arterial y se altera el ritmo cardíaco. Y todo ello, por supuesto, le llega a tu bebé. Tu relación de pareja tiene que ser un bálsamo, no un motivo de ansiedad, así que aunque solo sea por eso hay que poder dominar la situación. Piensa en lo que verdaderamente puede provocarte serenidad y confianza y tómatelo como algo obligatorio.