Enviar por email

tu nombre: email destino: mensaje:
Nombre de Usuario: Email: Contraseña: Confirmar Contraseña:
Entra con
Confirmando registro ...

Edita tu perfil:

Usuario:
País: Población: Provincia:
Género: Cumpleaños:
Email: Web:
Como te describes:
Contraseña: Nueva contraseña: Repite contraseña:

sábado, 4 de noviembre de 2017

Un estilo de vida en el que se sigue creyendo

Por Janet Rios

En marzo de este año, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), incautaron 24 mil 273 piezas de productos milagro que eran comercializados en la Ciudad de México y el Estado de México. Se detalló que se aseguraron 90 mil 140 envases para empaque de productos milagro, 2 mil 143 kilogramos de materia prima y 12 kilogramos de etiquetas fuera de norma que eran utilizadas en la mercancía, según nota de El Universal. Como este operativo, se han hecho otros en la República Mexicana que han tenido como resultado altas cifras de materiales retenidos. En 2016, la Cofrepris decomisó 1.4 millones de productos milagro, de los cuales 90% corresponden jurídicamente a la categoría de suplemento alimenticio y su detención se ve relacionada con errores de atributos en sus etiquetas.

“Lo único que pueden especificar en sus etiquetas es qué tipo de producto es, qué tipo de vitaminas puede aportar, pero no pueden determinar que vas a evitar o tratar enfermedades, al darse esta situación de abuso por parte de los productores, en el que al suplemento alimenticio le otorgan cualidades de medicamento, rebasa la categoría jurídica y es cuando se comete la infracción”, explicó Álvaro Pérez Vega, comisionado de operación sanitaria de Cofepris, a El Economista.

Quizá estas cifras no sean aún tan impactantes, pero que en México, el mercado de estos productos se calcule en cientos de millones de pesos (tan solo el mercado de suplementos alimenticios es de 892 millones de dólares), habla de que están siendo un producto rentable: se producen, porque se compran.

La pregunta obligada es, ¿por qué si sabemos que no cumplen con la normativa para ser comercializados, que no hay pruebas científicas que los respalden, que pueden tener efectos peligrosos en el organismo (daños al riñón e hígado, al sistema nervioso, interferir con medicamentos prescritos), los seguimos comprando?

En 2011, la encuestadora María de las Heras realizó con la empresa especializada en investigación de opinión pública, Demotecnia, una encuesta telefónica acerca de los productos milagro. El resultado fue que el 15% de los adultos mexicanos con teléfono en casa compraron al menos una vez en su vida algún producto de este tipo anunciado por televisión. ¿Y qué respondieron cuando se les preguntó por qué lo compraron? Una cuarta parte de los entrevistados, porque obtuvo el resultado esperado al utilizar estos productos. La investigación concluyó que cualquiera puede creer en ellos con cierta base empírica (si el resultado falla en 75%, al menos acierta en 25%), sin importar su clase social, condición económica, raza o estudios.

Investigadores de la Universidad de Deusto, en España, afirman que la preferencia de las personas por los remedios alternativos, incluso a pesar de su completa ausencia de valor terapéutico, se debe a un prejuicio que consiste en una interpretación ilógica e irracional de la realidad: "Es eficaz mientras no cause daños secundarios y mientras más se use". Para comprobarlo, realizaron una especie de videojuego online. Reclutaron a través de internet a una serie de participantes, quienes podían decidir si les administraban o no una nueva medicina a una serie de pacientes “virtuales” aquejados de una enfermedad. Sin que los participantes fueran advertidos, la medicina que estaban utilizando en el experimento era completamente inútil; el videojuego estaba programado para que un número elevado de pacientes se curara espontáneamente, independientemente de si había tomado la medicina o no.Los resultados: 1. El falso medicamento era utilizado en el experimento mucho más a menudo si se presentaba como “libre de efectos secundarios”.2. Cuanto más se usaba el supuesto medicamento, los participantes más sobreestimaban su eficacia.

La promesa de estos productos “sin esfuerzo logrará lo que siempre ha deseado” gana adeptos. En el artículo de la FES Cuautitlán de la UNAM “Los productos milagro y su impacto en la sociedad mexicana”, Cynthia Azucena Acosta Ugalde afirma que “la sociedad encuentra en ellos una solución fácil y rápida; además, los métodos de compra resultan tentadores y cómodos, logran que el comprador se sienta afortunado por adquirirlo desde la comodidad de su hogar, al 2x1 y a meses sin intereses; todo indica que esa persona ha encontrado la felicidad prometida”.

El mismo estudio de la Fes Cuautitlán explica que la depresión constituye un factor para adquirir estos productos. Poseer una zaAutoestima baja, estrés crónico, problemas económicos, salario menor, falta de una pareja o un trabajo insatisfactorio son algunas de las razones de la larga lista en la que impera la ansiedad; las personas en esta situación encuentran en los mensajes de estos productos una solución”. Asimismo, inmersos en una cultura que impone estándares de belleza, los productos milagro dan “una esperanza”, misma que aminora los deficientes servicios de salud del país, “los cuales han contribuido a esperar más de un producto milagro que de la seguridad social; una cita puede tardar meses, comprar un producto lleva solo unos minutos”, se explica en el artículo.