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lunes, 6 de noviembre de 2017

Un retrato detallado del "macho mexicano"

Por EvelynR

Una escena que se repite en los centros médicos todos los días: decenas de niños que van a ser vacunados. Muchos tiemblan o lloran al saber que van a ser pinchados por la aguja y, si el destinatario del pinchazo es un varón es cuando se escucha la frase: "Mijo, no llore, demuestre que es un hombre". Como dice la psicoterapeuta mexicana Marina Castañeda, desde pequeños se incuba en los niños ese necesidad de demostrar que son hombres. En su opinión, esa formación crea al final "machitos" que no son aquellos que golpean ni maltratan psicológicamente, pero sí tienen actitudes de género estereotipadas que pueden llegar a ser dignas de un dibujo animado.

Como dice la psicoterapeuta mexicana Marina Castañeda, desde pequeños se incuba en los niños ese necesidad de demostrar que son hombres. En su opinión, esa formación crea al final "machitos" que no son aquellos que golpean ni maltratan psicológicamente, pero sí tienen actitudes de género estereotipadas que pueden llegar a ser dignas de un dibujo animado. Añade que hay elementos del machismo que se han vuelto caricaturescos, detalles en la vida cotidiana que son dignos de risa y no sólo de lamentaciones.

Es por ello que la psicóloga se unió con la dibujante Eva Lobatón para crear "El machismo ilustrado", un libro de caricaturas que reflexiona sobre esas actitudes machistas que se ven en los hogares de México y de toda América Latina y otras regiones del mundo.

En lo relativo a la idea de ilustrar el machismo, Castañeda explica que está basado en su libro "El machismo invisible", y en ambos se intentan describir las formas sutiles del machismo en México. Pero fundamentalmente las formas light de machismo, esos pequeños gestos y actitudes de la vida cotidiana tanto de mujeres como hombres. Con la idea de llevarlo a cómic, las reaizadoras buscaban alcanzar a un público más joven, más dispuesto a leer una historieta que un libro de 400 páginas.

Castañeda señala que hay formas de ser y de hablar, que ya pueden parecer ridículas, incluso en una sociedad machista como la mexicana. Serían las clásicas formas de manipulación y de poder que fueron efectivas años atrás pero ya no lo son más. Entre ellas la autora menciona la actitud del macho mexicano que no admite haber cometido un error y que no sólo tiene la razón, sino que cree que tiene derecho a tener la razón.

O esos hombres que no admiten que una mujer los interrumpa. La psicoterapeuta añade que esa actitud tiene implícita la noción de que hablarle a una mujer es hacerle un favor. Otro caso es el de que los hombres siempre conducen. Cuenta que entrevistó a más de 100 mujeres que decían que manejaban bien pero que señalaron que sus maridos solían estar al volante porque, cuando ellas manejaban las criticaban tanto que obtaron por dejarles el lugar. Por s parte, señala que cuando le preguntó a los hombres la respuesta fue "porque yo manejo mejor". Sin embargo, al investigar en las compañías de seguros, la respuesta que recibió fue estadísticamente las mujeres conducen mejor que los hombres. Respondieron que tienen menos accidentes, son más cautelosas y más prudentes.

Ese es un ejemplo de cómo un comportamiento relacionado con el control y el poder se ha vuelto un axioma. Algo similar pasa con otras costumbres que se han inscrito en la cultura popular, de las cuales muchas ya no tienen sentido.

Sin embargo, se siguen presentando porque han quedado inscritas como verdades casi biológicas. Esas "verdades casi biológicas" provocan que los hombres sean considerados ineptos para dichas tareas. Para Castañeda, el machismo también afecta a los hombres pues, por ejemplo, considerar ineptos a los hombres para cuidar niños es como considerar ineptas a las mujeres de manejar una computadora.

La especialista aclara que estos conceptos no son algo genético o biológico, sino una creencia que se mantiene y que se hace extensiva al lenguaje: un hombre que cocina es chef, pero una mujer es cocinera; el hombre es sastre, pero la mujer es costurera. Aún se sigue menospreciando la actividad de la mujer, aunque haga lo mismo que el hombre.

En el libro la autora menciona cinco reglas para crear a un machista. En ese sentido, analiza que en México y en América Latina muchas madres le prestan más atención a los hijos que a sus hijas. Entre estos tips están hacerle sentir que es el rey del mundo; darle a entender que las mujeres a su alrededor están allí para atenderlo y educar a los niños y niñas de una manera muy distinta. Algo así como extender la creencia de que los niños son buenos para unas cosas y las niñas para otras. En ese sentido, hay que tener claro que el machismo no es sólo criar al niño machito, sino a la niña para que asuma el papel de sumisa y conciliadora.