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martes, 28 de noviembre de 2017

Una hipótesis sobre las causas del Alzheimer

Por Elizabeth Almeida

Sabemos que el cerebro es el órgano que controla las funciones del organismo y que supone alrededor de un 2 por ciento del total del peso corporal y que igualmente, recibe hasta un 12 por ciento de la sangre que bombea el corazón. Es por ello que cualquier mínimo descenso en este flujo sanguíneo podría tener consecuencias muy negativas para la salud del cerebro y del cuerpo humano en general y además, contribuir a la aparición y progresión de enfermedades cerebrales asociadas a la edad. Esta es una de las hipótesis que se ha venido manejando sobre cómo podrían comenzar las enfermedades mentales asociadas a la edad y al desgaste del cuerpo.

Este pudiera ser el caso, al menos en teoría, del alzhéimer y de otros tipos de demencia surgidas con el tiempo. Esta teoría parece asentarse en una muy explicada base, y es es que como muestra un estudio dirigido por investigadores del Centro Médico de la Universidad Vanderbilt en Nashville, Estados Unidos, las personas de edad avanzada, cuyos corazones bombean menos sangre, son víctimas de una reducción del flujo sanguíneo en sus lóbulos temporales, díagase de las regiones cerebrales en las que se inicia la enfermedad de Alzheimer.

Angela Jefferson, directora de esta investigación publicada en la revista especializada Neurology, indica que hoy hemos acumulado un gran conocimiento sobre cómo prevenir y abordar clínicamente muchas de las formas de la enfermedad coronaria, no obstante, aún no sabemos cómo prevenir o tratar el alzhéimer. Es por ello, dice, que nuestro trabajo es especialmente importante pues puede ayudarnos a aprovechar el conocimiento sobre el manejo de la salud cardíaca para abordar y tratar los factores de riesgo que llevan a la pérdida de memoria en las personas mayores antes de que se desarrollen los síntomas cognitivos.

Para la realización de este estudio, los autores contaron con la participación de 314 personas mayores que tenían una edad promedio de 73 años y no poseían enfermedades cardiovasculares o demencia, aunque el 39 por ciento del total habían sido diagnosticadas de deterioro cognitivo leve, un estado precursor de la enfermedad de Alzheimer en el que los afectados, aunque aún pueden vivir de una forma totalmente independiente, ya comienzan a presentar una menor capacidad cognitiva, por ejemplo, una disminución de la memoria, del razonamiento y de la capacidad de atención.

Los autores estudiaron el índice cardiaco, parámetro que mide el volumen de sangre bombeado por el corazón, y el flujo sanguíneo cerebral. Los resultados demostraron que el flujo sanguíneo cerebral asociado a un índice cardiaco bajo era más propio de una persona entre 15 y 20 años mayor. Las evidencias muestran la existencia de una fuerte relación entre la salud cardiaca y la salud cerebral. Cuando el corazón no bombea sangre de forma tan efectiva, entonces el flujo sanguíneo sería menor en los lóbulos temporales izquierdo y derecho, las áreas del cerebro en las que se procesan los recuerdos.

Al parecer, las personas mayores cuyos corazones tienen una menor capacidad de bombeo experimentan igualmente, un descenso en la cantidad de sangre que llega a sus lóbulos temporales, ello implicaría que la reducción en el flujo sanguíneo cerebral podría ser el causante de la aparición o progresión del alzhéimer. Esto desprende varias cuestiones a resolver como cuándo los mecanismos de autorregulación del flujo sanguíneo cerebral son menos efectivos según la población envejece, o el rol que puede jugar la salud vascular a la hora de exacerbar la enfermedad de Alzheimer o los síntomas de la demencia.

Jefferson refiere que las evidencias muestran de forma cada vez más clara la existencia de una fuerte conexión entre la salud cardíaca y la salud cerebral y por ello están muy satisfechos de haber plantado la semilla inicial para esta ciencia que está comenzando a identificar e investigar los mecanismos subyacentes a esta conexión.