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viernes, 1 de diciembre de 2017

Al Madrid se le acumulan los dolores de cabeza

Por Aliet Arzola

Luego de ganar 0-2 sin mucha contundencia en el Fernando Torres al Fuenlabrada, el Real Madrid afrontó la vuelta de dieciseisavos de la Copa del Rey con cierta calma, y prueba de ellos fue que Zinedine Zidane tiró del filial y de algunos jugadores del primer equipo señalados, o en rehabilitación tras varias semanas en el dique seco.

Pero el experimento fue un fiasco, salvado a medias por el regreso de Gareth Bale, quien evitó los disgustos con par de jugadas que condujeron a las dos dianas blancas, ambas anotadas por Borja Mayoral, otro de los que se salvó de la quema y reclamó más protagonismo dada la falta de gol de la escuadra estelar en las máximas competiciones. Bale entró como una moto en el segundo tiempo, cuando ya el Madrid había pasado más sustos de la cuenta y el murmullo del Bernabéu empezaba a despellejar a Zidane. El Fuenlabrada, sin estridencias, no se achicó en el escenario y desde el principio dejó clara que la eliminatoria no se podía cerrar antes de jugarla.

Cuando el Madrid no había tirado todavía a puerta, cuando ni siquiera se habían acercado a los dominios del meta Pol, ya el Fuenlabrada podía estar arriba 0-2, pero un remate de Hugo Fraile se fue apenas alto y luego Keylor Navas, también de regreso al once, detenía con la pierna derecho un chut de Matheus. Todo eso sucedió en el lapso de los primeros ochos minutos, en los que los blancos circularon la pelota, pero no mostraron ni ápice de profundidad. Lejos de despertar al Madrid, esas dos ocasiones solo envalentonaron al Fuenla, que a la salida de un corner se encontró con el primer gol, mezcla entre un disparo potente de Milla y un error de bulto de Keylor, a quien la pelota le pegó en tres lugares distintos antes de colarse en su arco.

Ya ese gol fue suficiente para desesperar a la grada, que tembló tras el descanso con otra ocasión de Hugo Fraile y un cabezazo de Cata Díaz directo al larguero. Las alarmas estaban encendidas, con el Madrid controlando la pelota más del 70% del tiempo, pero sin hacer daño, apoyado solo en las diabluras de Franchu, jugador con regate y disparo, y en el hambre de Mayoral, aislado en el frente de ataque. No obstante, el equipo fue un embudo, con protagonismo nulo de los laterales, Theo y Achraf, dos chicos en los que se confiaba mucho y han quedado por debajo de las expectativas.

La salvación Zidane la encontró en Bale, quien entró a falta de media hora y en cuestión de diez minutos resolvió el asunto. Primero metió un centro con el exterior, exquisito, que Mayoral picó como un delantero maestro, y luego se llevó un balón de espuela, disparó y el rebote también lo aprovechó el canterano para darle la vuelta a la pizarra 2-1. Al final, el Fuenlabrada firmó el empate, pero no hubo daños mayores, aunque los pitos del Bernabéu se escucharon en todo Madrid.