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martes, 5 de diciembre de 2017

Con VIH no eres bienvenido

Por Arango

El VIH no discrimina, sin embargo, algunas naciones sí. Aún existen países que imponen restricciones a la entrada o permanencia de extranjeros que viven con el virus que causa el sida. A pesar de que en 2011 los estados miembros de Naciones Unidas acordaron eliminar todas las barreras para las personas con estado serológico positivo, aún 35 países presentan limitaciones, más o menos severas y discriminatorias, basadas en el supuesto riesgo para la salud pública de la población local que supondría el recibir a personas con el virus.

Las naciones más severas son Emiratos Árabes Unidos, Yemen, Omán, Sudán y Brunéi. La excusa es que las autoridades prohíben la entrada de cualquier persona extranjera que tenga VIH debido a que requieren un examen médico o declaración para optar a cualquier tipo de visa, la cual incluye la de turista para los visitantes que la necesitan.

Para las personas que deseen pedir un permiso de residencia o trabajo en estos cinco países y que son portadoras de VIH, las restricciones son aún mayores. Se les obliga a someterse a una prueba específica de VIH independientemente de su lugar de origen y si ya se encuentran en el territorio, son deportados automáticamente.

Los países con restricciones de menor intensidad, la entrada a portadores del virus del sida es libre para estancias cortas, pero se les exige demostrar que no tienen VIH si desean prolongar su estadía. En este grupo se incluyen Irak, Egipto, Qatar y las islas caribeñas Turcas y Caicos. Al final, todas estas restricciones solo contribuyen a mantener familias separadas, destruir perspectivas profesionales y de vida y aumentar el estigma.

Según la ONUSIDA, todos estos procedimientos son discriminatorios, no protegen la salud pública y añaden trámites burocráticos y complicaciones al procedimiento de solicitud de visa. En estos territorios, se requiere un resultado negativo en pruebas de VIH realizadas solo en laboratorios autorizados por los gobiernos a las personas extranjeras que deseen quedarse para estudiar o trabajar.

Además, existe un tercer grupo que pueden llevar a cabo la deportación de ciudadanos extranjeros cuando se descubre que viven con la enfermedad. La lista la integran Rusia, Arabia Saudita, Corea del Norte, Siria, Singapur, Malasia, Kuwait, Jordania y Baréin.

Aunque quedan este tipo de naciones con políticas arcaicas, el número de restricciones a extranjeros con VIH se ha reducido a casi la mitad durante la última década. Ello significa que, de alguna manera, las barreras tienden a desaparecer en cuestiones de legislaciones favorables a la humanidad.

¿Existe alguna razón médica para estos impedimentos?

Según el doctor Marcelo Wolff, especialista en enfermedades infecciosas que lleva investigando el virus del sida por más de 35 años en la ONUSIDA, la respuesta es que las infecciones como el VIH que no son transmisibles a través del contacto social no deberían formar parte de estas restricciones.

Para el especialista, existen otros riesgos para la salud pública con los que lidiar. En lugar de las barreras en las fronteras, se debe apostar por una mayor inversión en el tratamiento por parte de los gobiernos para frenar el número de contagios. Se deben apuntar las maneras en que cada persona diagnosticada deba estar en tratamiento. El tratamiento también ayuda a que las personas con VIH no contagien a otra, ni siquiera en relaciones sexuales no protegidas.

No debemos obviar, que las campañas de concienciación siguen siendo necesarias para alertar del potencial contagio del virus. Los altos índices de sífilis y gonorrea demuestran que la gente no está practicando sexo seguro.