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jueves, 7 de diciembre de 2017

El aburrimiento, el peor enemigo del tiempo

Por Diana Santos

No solemos comprender por qué el tiempo parece ir más lento en ciertas ocasiones y más rápido en otras. A veces ante la expectativa de un encuentro amoroso, las manecillas del reloj no parecen tener apuro. Sin embargo, cuando estamos en el momento, las horas se esfuman con el abrir de ojos. Así sucede en materia de percepción temporal, en la niñez las horas se detienen, pero arribada la segunda década de la vida, se enciende el motor de aceleración.

De acuerdo con estudio publicado por la revista Science, el principal causante del advenimiento de este fenómeno es la dopamina. Este neurotransmisor responsable de los sentimientos de amor, recompensa, motivación y sensación de movimiento, parece guardar un vínculo estrecho también con la ¨medida del tiempo¨ que percibimos.

A este fenómeno conocido como ¨reloj de la dopamina¨ se le atribuyen los momentos de espera que, de una forma subjetiva o psicológicamente, hemos padecido la mayoría de las personas en determinadas circunstancias.

En este sentido, no pocos han sido los investigadores que han querido establecer una relación entre la visión o la audición y dicho neurotransmisor, sin embargo, su influencia sobre el tiempo no se encuentra enhebrada a ningún órgano de los sentidos. No obstante percibir este proceso, es extremadamente fundamental para la supervivencia de las diferentes especies.

Según reportes realizados por neurocientíficos del Centro Champalimaud para lo Desconocido (Lisboa) las neuronas secretoras de dopamina, situadas en el cerebro medio o mesencéfalo, juegan un rol primordial, pues se comportan como reguladoras de nuestro reloj interno.

Los expertos encargados del estudio, observaron la actividad neuronal de ratones amaestrados, para de esta forma, determinar mediante cálculos el tiempo de duración entre dos señales acústicas. Al mismo tiempo, se realizaron mediciones de la actividad neuronal dopaminérgica lo cual les permitió deducir que su activación o inhibición transitoria podía conducir hacia la disminución o aceleración del tiempo. Definitivamente con la realización de este experimento, los expertos pudieron demostrar el poder de la dopamina en los diversos procesos perceptuales.

En cuanto a la problemática de si se pueden extrapolar estos resultados a los hombres, los científicos desplegaron un abanico de posibilidades, aunque advirtieron que el fenómeno observado en los ratones puede no ser atribuible a un acto perceptivo. La principal diferencia radica en que los roedores no tienen la capacidad de expresar sus sentimientos.

No obstante, señalaron dos situaciones que podrían comprobarlo. La primera, es «la capacidad que muestran jóvenes enamorados, con su cerebro colmado de dopamina, para mantenerse despiertos toda la noche conversando, sin percibir las horas transcurridas». Y la segunda, la estimación del tiempo se torna más lenta en los pacientes que padecen de Párkinson, en donde encontramos un déficit significativo de dopamina.