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jueves, 7 de diciembre de 2017

El cuidado, una cuestión femenina

Por dianell

Una de las cuestiones en la agenda política que debería incluirse en todos los piases y sobre todo de América Latina la feminización del cuidado , y el predominio de este fenómeno en área. La visión del cuidado en este artículo estará una parte dirigida al cuidado hacia los adultos mayores, porque el cuidado como tal, cumple un espectro muy amplio. Además como conocemos el envejecimiento poblacional es uno de los mayores retos con que cuentan las sociedades hoy en día, este suceso no es exclusivo de los países capitalistas, sino que su presencia alcanza a cualquier modo de producción, convirtiéndose en uno de los fenómenos más importantes en lo que va de siglo y trayendo consigo cambios económicos, sociales, políticos y estructurales en un país.

El contexto Latinoamericano es muy diferente en comparación con el europeo, porque si existe una diferencia clara entre América Latina y Europa es el grado de desarrollo económico, esto incide en la preparación de temas como el envejecimiento. La población americana va hacia un acelerado envejecimiento y la principal diferencia al resto de las regiones es que no se cuenta con una preparación para ello. Por lo que en las agendas de los gobiernos se encuentran llenas en cuanto a políticas de cuidado en mayor medida hacia la población dependiente de cuidados como son los adultos mayores. De ahí que en Latinoamérica este suceso tenga gran relevancia y sobre todo cuando esta población que necesita de cuidados genere conflictos de género en la medida en que son las mujeres las que en la gran mayoría ejercen el mismo.

La problemática de género es una de las más preocupantes e importantes a estudiar en cuanto al cuidado, pues muchos de los cuidados son ejercidos por mujeres y la mayoría hacia las mujeres. Esto pasa a ser un fenómeno casi invisible ante los ojos no solo de la agenda pública, sino también antes los ojos de la sociedad en general , ya que son básicamente las mujeres las encargadas de los cuidados; pues las tareas del cuidado personal han estado asignadas y asociadas tradicionalmente a la construcción y desarrollo del rol de género femenino, en el ámbito privado y con un escaso reconocimiento social, asignación que probablemente ha determinado la escasa visibilidad y valor asignados a dichas tareas.

Entonces la problemática de la feminización del cuidado tiene como base la reproducción de un sistema patriarcal, donde las relaciones de género son desiguales y donde existen las desigualdades sociales. En el continente latinoamericano se absorbió de los países Europeos la tradición familiar “son aquellos que asignan un máximo de obligaciones de bienestar a la unidad familiar, con carácter no remunerado. Este modelo se caracteriza por la inexistencia de un desarrollo sistemático de ser­vicios para las personas dependientes y por un gran protagonismo del cuidado informal con intensas desigualdades, tanto en términos de género como de clases sociales.

Por este motivo, hasta el momento, los sistemas ofrecen cobertura de ingresos monetarios tras el cese laboral y/o acceso a la cobertura de atención médica para la atención de la salud, pero la atención en situación de dependencia, en especial los ancianos, es todavía responsabilidad casi exclusiva de las familias.

Esta recurrencia del cuidado al anciano en las familias, además de ser un modelo heredado, cuenta con bases que reflejan situaciones económicas, ideológicas y culturales, también es muestra de cómo los mismos gobiernos asumen y aceptan tal responsabilidad familiar, de cierto de modo despojándose de tareas y no ocupándose de estrategias de políticas, públicas y sociales que respalden a las familias. Esto hace evidente el trabajo acumulado con que cuentan los gobiernos de hoy, teniéndole que hacer frente a un fenómeno que tiene tan notable aumento.

El cuidado ha descansado tradicionalmente en las mujeres, pero no solo dentro del ámbito familiar sino que también fuera de este ya sea como oficio o simplemente como ayuda. Aunque es cierto que en la actualidad existe una mayor apertura en el mercado laboral hacia las mujeres dejando atrás algunos enfoques machistas y siendo sustentados por necesidades económicas. Como contrapartida, la inserción de las mujeres en el mercado del trabajo extradoméstico no está siendo acompañada, con el mismo énfasis, por una mayor presencia de los hombres en las responsabilidades de cuidado, lo que muestra que sigan siendo ellas las encargadas del cuidado del anciano dependiente en sus hogares y fuera de estos, así como el de los niños. Otra observación es que la población femenina es como se planteó la que más se encarga del cuidado, pero es a su vez la población que más necesita del cuidado, ya que los índices de longevidad demuestran que son las féminas las que cuentan con mayor esperanza de vida.

Es necesario tener en cuenta que el cuidado no es exclusivo de la mujeres (anteriormente hice referencia ello), existen hombres que también ejercen el cuidado, no es la generalidad, pero ante esto se vive una especie de subvaloración, sanción desde la sociedad, desde la cultura patriarcal al hombre que realiza este tipo de trabajo e incluso en su propia familia. Ya que se considera normal, natural, propio de su naturaleza que sean las mujeres las que se encarguen del cuidado de las personas que lo necesitan sobre todo en el ámbito familiar, y más cuando esa mujer es madre surgiendo así la importancia del cuidado hacia sus descendientes y obviando el papel del hombre como padre.

En América Latina, en la culturas y en las comunidades sobre todo más alejadas del mundo moderno, las mujeres se enfocan en su rol dentro de la familia y el gobierno y las políticas se olvidan del trabajo del cuidado como trabajo remunerado, afectando a las mujeres principalmente que en la etapa de la vida de jubilación no cumplen con los años de trabajos requeridos y por lo tanto no cuentan con un sustento económico para satisfacer sus necesidades. Entonces las que fueron en su momento las cuidadoras de su hogar y fuera de este, al perder los vínculos familiares y la redes en general propias del proceso de envejecimiento y al no contar con respaldo económico, pasan a ser adultas mayores dependientes y entonces una carga para el estado o simplemente un índice de pobreza, marginalidad , exclusión desigualdad. etc

El desarrollo del cuidado por la mujer está especialmente dado en el área de la informalidad, la subvaloración de este trabajo desde el ámbito público y social hace que el mismo sea mal retribuido cuando se aplica fuera del hogar, porque es obligación casi exclusiva de mujeres. En el caso del cuidado como trabajo informal fuera del hogar tiene un gran número de cuidadoras, y parte también de la responsabilidad es del sector público, que este sea ignorado y mal pagado, pues cuando el ámbito político se encarga del cuidado o de darle importancia desde lo estatal al cuidado es ahí cuando en la mayoría de los países estos servicios de cuidados se vuelven caros.

Con esto no quiero expresar una sublevación de la mujer en cuanto al cuidado, el cuidado no es un ejercicio ni bueno, ni malo, ni regular, el cuidado es una labor social, es un trabajo, como ser ingeniera, médico, ama de casa, constructora etc, esto debe ser una decisión personal y no impuesta socialmente y condicionada socialmente, porque además lo que implica la elección de cuidar es una tarea que debe ser reconocida , por incluso aquellos que no tienen el valor para ejercerla, porque todo trabajo, esfuerzo que se realice con tal de aportar y favorecer a la sociedad debe tener un reconocimiento social y un respaldo para las personas que lo realizan .

Además EL CUIDADO ES un ejercicio que parte desde la persona y que se externaliza porque en determinados momentos de la vida o por situaciones específicas necesitamos de alguien ajeno a nosotros para ser cuidados. La mujer ha sido desvalorizada y con ello el trabajo del cuidado, mi reflexión radica más allá de la teoría sobre género, sobre las tareas y labores distribuidas socialmente y sexualmente , mi reflexión va hacia el momento en que vivimos hoy, hacia la necesidades ante las cuales nos enfrentamos con el envejecimiento poblacional y las necesidades de cuidado, mi reflexión va hacia una labor que creemos y como todas las demás hemos naturalizados como propias de lo femenino, mi reflexión es una advertencia al sector público, al campo privado, a la población en el general que discrimina un trabajo y que no percibe la importancia del mismo , porque yo que soy joven y sana ahora pero a lo mejor también mañana a voy a necesitar de los cuidados.