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miércoles, 13 de diciembre de 2017

Guillermo Rigondeaux y su gemelo desconocido

Por Yordan

Se presagiaba como un excelente regalo de navidad, y al final fue el peor fiasco boxístico de este 2017. Bueno, tal vez solo por detrás del Floyd Mayweather Jr. versus Conor Mcgregor, que muchos no califican como pelea. Pero no hay dudas en que nadie quedó satisfecho después de observar el combate entre dos de los mejores boxeadores profesionales del momento, el cubano Guillermo Rigondeaux y el ucraniano Vasyl Lomachenko. El pasado 9 de diciembre, en el Teatro del excelso Madison Square Garden, estos dos bicampeones olímpicos en el ámbito amateur se enfrentaron y uno de ellos tiró por tierra su excelsa historia.

La pelea se escenificó en las 130 libras, por lo que a priori “Hi Tech” Lomachenko (9-1, 7 nocauts) tenía ese elemento a su favor. El euroasiático defendía la faja junior ligero de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), mientras que justo en el instante en que subió al ensogado, “El Chacal” (17-0, 11) abandonaba su título súpergallo de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).

Empero, nadie imaginaba que Rigondeaux iba a ofrecer tan poco y mucho menos luego de manifestar en reiteradas ocasiones que iba a vencer a Loma. A pesar de que subía dos divisiones para el enfrentamiento, y los especialistas no lo señalaban como favorito, absolutamente nadie pensó que el antillano iba a tirar la toalla justo con el campanazo inicial. Nada hizo durante los seis asaltos que duró la pelea y, para colmo, todos quedaron perplejos cuando informó al juez actuante que tenía una lesión en una de sus manos. Y digo una porque todavía desconocemos cuál de sus muñecas comenzó a darle problemas en el segundo round.

La victoria correspondió a Lomachenko, por nocaut técnico en el sexto episodio, y ahora debe escalar posiciones entre los mejores libra por libra del mundo. Sin dudas, el hijo adoptivo del promotor Bob Arum correspondió a los criterios de los especialistas y sí se entregó a fondo en busca de un éxito que lo reafirmó en la elite del deporte de los puños.

Pero, sobre todo, el compromiso era definitorio para la trayectoria deportiva del santiaguero Rigondeaux, porque a sus 36 años de edad una derrota iba a sellar por completo sus opciones de futuros enfrentamientos importantes. Y a la postre, su camino fue clausurado luego de una presentación discreta, polémica e intrascendente en la Gran Manzana.

Todos sabían que en esos 12 capítulos se jugaba buena parte de su carrera, de ahí que el planeta boxístico estaba seguro de que iba a ir con todo, vigoroso, pletórico de deseos en una prueba de fuego similar a la que tuvo en el 2013. Aquella vez, supo cerrar las bocas de sus detractores, que no lo dieron como favorito a la victoria en su choque ante al filipino Nonito Donaire. La vida le regaló una justa decisión unánime de los jueces a su favor. Sin embargo, casi un lustro después, el panorama resultó completamente diferente y nada demostró ante millones de espectadores.

Creo que Guillermo Rigondeaux nunca entendió el verdadero significado de esta pelea. Nada mostró en el combate más importante de su carrera. Ni siquiera intentó demostrar algo. Eso sí, tampoco nada borrará la historia del cubano, pero no resulta lógico aceptar una imagen tan paupérrima cuando todos esperaban al verdadero Rigondeaux: el púgil hábil, virtuoso técnicamente, de excelente esquiva y rápidos desplazamientos, el campeón, el ganador nato…

Muchos ahora recuerdan aquella derrota que tuvo el antillano y que lo dejó fuera de concurso en el mundial de Tailandia, en 2003, ante el azerbaiyano Mammadov. Catorce años después, tuvo otra noche para el olvido, de esas que uno nunca quisiera recordar, pero que al final regresa y regresa y mortifica tu mente y te clava un puñal en el corazón, dejándote sin vida, sin aliento, sin deseos de continuar. El sábado último resultó una de esas noches que lo cambia todo para el cubano Rigondeaux.

Esta derrota cerró su ciclo. No hay dudas. Podrá participar en decenas de carteleras –dudo que suceda-, pero ninguno de sus venideros compromiso tendrá carácter top. Podrá bajar a las 126 libras y los principales contendientes no lo enfrentarán. Podrá bajar a las 122 libras y los principales contendientes no lo enfrentarán. Podrá pedir combates y nadie lo escuchará. Podrá hacer lo que desee y nunca encontrará respuesta. Una lástima para sus fanáticos y una lástima para él, un grande del pugilismo mundial que perdió la perspectiva una noche.