La cultura moderna y sus distintos puntos de vista
Un programa de la sociología interesado por temas culturales, en analizar e interpretar la significación y los sentidos, tiene como impronta responder a los principios sociológicos de la historicidad y la reflexibilidad. El primero, porque toda sociología de la cultura debe ser una sociología histórica y , como tal, cada texto investigativo debe ubicarse en el contexto socio-histórico particular, en las relaciones sociales históricas que lo explican, determinándolo, y que transforma como practica cultural en desarrollo. Así, ninguna discusión de las mutaciones culturales puede estar exenta de la lectura de sus correlatos históricos o, mejor dicho, de su devenir histórico en el medio.
El segundo, porque debe acompañarse de una perspectiva critica que analice aquellas determinaciones de la realidad social que expresamos en la apropiación y representación del mundo. Es decir, una cuestión de la naturaleza social de los conocimientos propuestos y de sus implicaciones favorecidas o no en el devenir social y en las acciones de los agentes sociales. Por ello, la pertinencia de teorizar la cultura a partir del desarrollo de los aspectos ideológicos de la producción cultural y de los conflictos o relaciones de poder en que están insertos.
La sociología de la cultura tiene sus orígenes en la agenda planteada en las obras de los clásicos de la sociología sobre las formas simbólicas que expresan la constitución del hombre y de la sociedad moderna. No obstante, ha sido una de las áreas menos privilegiadas en el sistema de conocimientos sociológicos lo que explica, quizás, su lento desarrollo. En los últimos años una de las perspectivas mas dinámicas de la Ciencias sociales y Humanísticas es la que se ha desarrollado en el campo de la cultura. Los cambios ocurridos en la cultura y la sociedad durante el siglo XX han sido dramáticos, pero singularmente intensos desde los años 60, cuando las transformaciones políticas y económicas y sociales trastocaron sus fundamentos ontológicos y sociológicos. Como vemos la sociología no podía seguir de lado o de espaldas a la cuestión cultural si quería hacer plausible su discurso en las sociedades de la cultura.
Los estudios de la cultura, comunicación, medios o los análisis culturales han tenido un carácter transdiciplinario a partir de: primero, el desarrollo de las diversas corrientes de la filosofía del lenguaje, del formalismo ruso, el estructuralismo, la semiología, la pragmática comunicacional, que hicieron compleja la visión del lenguaje o los lenguajes; segundo, la extensión en los años 60 de esas teorías o perspectivas a todos los discursos o practicas sociales y el énfasis en sus dimensiones simbólicas, es decir, al estudio de las clases populares, los medios o la vida cotidiana. En dicha extensión y pluralidad de esfuerzos hay que contextualizar los análisis culturales, ellos ejemplifican las búsquedas clásicas y actuales de respuestas que permitan una mayor comprensión del hombre y de la sociocultura contemporánea.
En síntesis, en la espectralidad enunciada la sociología debe atender a una problemática de la cultura que transite de su entendimiento como una producción especializada, hacia más difíciles preguntas sobre sus significaciones en términos de su constitución de sus efectos en la vida social. Los adelantos en la crítica dependen tanto del mayor reconocimiento de la realidad social concreta como de las nuevas y viejas formas en que conocemos, herramientas y estrategias de investigación. Se trata de hacer observable los hechos culturales en si, de tomar la cultura y desmitificarla, de representar los procesos a través de los cuales ciertas formas de cultura se vuelven dominantes.
Entonces, las cuestiones puntuales que a continuación se desarrollan y las discusiones teóricas que se presentan están atravesada por las conflictivas y complejas relaciones entre cultura y sociedad y cultura y poder. Como se vera, estos dos ejes trazan las coordinadas de la problemática sociológica de esas mascaras de lo social que solemos llamar cultura. Están atravesadas por las conflictivas y complejas relaciones entre cultura y sociedad y cultura y poder. Esta tradición reivindico que las producciones intelectuales y estéticas, las representaciones mentales y, en general, las practicas sociales, estaban siempre gobernadas por dependencia y mecanismos desconocidos por los sujetos mismos. No obstante, la sociología clásica no supero el aislamiento entre la cultura y la vida social material e institucionalizo a la sociología de la cultura como de la religión y de la educación.
