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jueves, 7 de diciembre de 2017

La Habana, una ecuación para el turismo

Por dianelysllorca

La Habana, la capital de todos los cubanos no es una ciudad perfecta, no es de una Cuba perfecta. Es una ciudad con historia y con disimiles problemas que la hacen difícil de entender pero llegar hasta amar. La ecuación que supone con tantos desajustes, suciedad y gente linda denotan las características de una Cuba llena de conflictos y donde los rasgos del socialismo cada día van tomando colores distintos. Te invito a que conozcas algo de La Habana que a lo mejor no te habías cuestionado antes. Cada lugar de la Habana tiene su historia, tiene sin lugar alguna vida propia.

Si vemos La Habana desde afuera, como la ven las personas que no viven en ella, lo más seguro es que piensan diferente a los que vivimos en ella. Nosotros conocemos muchas de sus dinámicas y trucos para esconderse tras los ojos del tiempo y hasta de las personas que hacen de ella un negocio.

La forma de vivir de los que habitan La Habana da muestra de una concentración de personas en un territorio muy pequeño, donde se acumulan todo tipo de culturas dentro de una misma cultura. La Habana una ciudad y en especial la capital de Cuba , cuenta con un peso importante dentro de la historia del país, es incluso los ojos de Cuba ante el mundo, exponiendo al país como La Habana y nada más.

La Habana es una ciudad coqueta, no solo por su mucho maquillaje, y su perfección e inmovilidad en el tiempo, aunque sí que ha cambiado!!! , pero no al mismo rito cuando la comparamos con Nueva York, Londres, Paris, etc… Es coqueta porque se ha mostrado vanidosa con un capitalismo hacia el siglo XX, bombas en hoteles, un período revolucionario donde la misma dejó de ser tan luminosa como las Vegas. Además ella guarda en su sonrisa presuntuosa el período que sería un estruendo en la vida del cubano, en la vida del habanero, el llamado periodo especial. La Habana llena de callos, de grietas y de sonrisas guarda una historia espectacular.

Las dificultades del periodo más crudo de la revolución cubana, cambió la vida del cubano, cambió su visión del mundo y su forma de vivirlo. Para muchos cubanos vivir en nuestro territorio hoy es símbolo de dificultades económicas, desintegración del consenso social, desprestigio de valores como el trabajo, la solidaridad y la honestidad. Pero es peor aún para esa parte de la población que antes vivió en abundancia y hoy se asombra diariamente ante la escasez, La capital de Cuba muestra esos síntomas todavía en sus calles y en su gente. Sin embargo los que estamos aquí aún, podemos al menos hacer comparaciones con la realidad del crudo periodo especial y de sus secuelas en el hoy, para otros hay comparaciones su esperanza está más allá del malecón.

Es curioso que La Habana en el 2014 tuviera la misma población que en 1990, y hasta parece mentira. Pues es aún más increíble el flujo de personas de otras provincias hacia la capital y de la capital hacia el exterior. Entonces la población nativa de la Habana se va perdiendo y van naciendo sobre suelo Habanero los que después se autoconsideraran originarios de la capital. Cada día son menos los llamados habaneros, cada día esta ciudad se vuelve más de todos.

Es importante hablar del nuevo sector económico: los cuentapropistas, que si bien les han permitido abrir nuevas formas de generar empleo, de ofrecer servicios a la población, es muy cierto que ha contribuido a la degradación urbanística y a la agresión al espacio público, especialmente en el casco histórico de la ciudad. Por un lado las medidas son positivas, pues se brindan nuevas oportunidades, pero por otro las leyes mismas por su mala proyección atentan contra la propia ciudad que los acoge.

Una de las cuestiones que más demarcan diferencias en La Habana y de la que era antes imposible hablar, es de elevación de clases sociales. Esto se hace para muchos muy difícil de comprender, pero sin lugar a dudas es mucho más notable después del ascenso del llamado cuentapropismo. Si caminamos por cualquier sitio de la ciudad, somos capaces de apreciar estas notables diferencias y no solo en los flujos de las personas en las calles, sino también las construcciones, en lo materialmente visible y en las dinámicas sociales. Se comenzaría a reconocer la pobreza en Cuba, en una Cuba socialista y de igualdad.

En la mayoría de los municipios de nuestra capital cubana, el aspecto que se muestra no es el deseado, ni el más agradable a la vista. Las nuevas dinámicas sociales, así como el deterioro han transformado muchas partes de La Habana en un horrible espacio urbanístico. La emigración hacia la capital es uno de los grandes generadores de estas transformaciones urbanísticas, además que los derrumbes de edificaciones ya con fecha de vencimiento son cada día más. Esto está en concordancia en que a las personas no les importa la ciudad como patrimonio y hacen cualquier cosa para satisfacer sus prioridades.

Muchos de los problemas que presenta La Habana como capital tienen su base en lo económico. Teniendo como objetivo que plantearse la ciudad el ¿cómo lograr una mejor urbanización, a través de las construcciones, el alumbrado público, la higiene en las calles? Y partiendo en primer lugar de la conciencia de los ciudadanos.

La Habana es sin duda una ecuación muy difícil de resolver, pero no imposible, porque cuenta con disímiles problemas que denotan la vida diaria de los cubanos. Es al mismo tiempo una ciudad con muchísima virtudes, una ciudad gastada y sucia según muchos, pero es una ciudad de leyendas y con mucho encanto. La Habana te acoge desde el primer momento, la pobreza está en sus calles pero la amabilidad y la felicidad se encuentran allí también.