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sábado, 16 de diciembre de 2017

La humildad en exceso hace daño

Por dllorca

¿Cómo eres, cómo te identificas con las personas, como te relacionas, qué crees de ti? Si respondes estas preguntas te detrás cuenta a lo mejor del grado de humildad que tienes. Existen personas incapaces de relacionarse con muchas otras debido a su amplio ego y exceso de egocentrismo y prepotencia. En cambio existen otras que su falta de valor hacia ellos mismos los hace incapaces de aceptarse y valorarse. Las personas tendemos a llevar al extremo nuestras actitudes y formas de ser, y las consecuencias de las mismas a corto y a largo plazo pueden ser devastadoras para la vida feliz que muchos queremos llevar.

Para muchos la humildad es la virtud que radica en la comprensión de las propias limitaciones y debilidades. Es una responsabilidad de reconocerse con ese sentimiento de no juzgar, ni criticar y aceptar conocimientos, así como no querer llamar la atención sobre lo que conoce o es.

Es simplemente la virtud que muchos quieren tener y que otros no tanto. Los tiempos modernos nos muestran dos perspectivas muy interesantes y extremas. Personas que son extremadamente humildes y otras que no tiene gota de la misma. Lo cierto es que muchas personas dicen que este valor se ha perdido, que son muy pocos los capaces de aceptar los logros no solamente ajenos. El renacimiento y la modernidad trajeron de nuevo a relucir al mundo las capacidades de los hombres como seres humanos y su nivel de grandeza. En la actualidad existe una especie de narcisismo generalizado, sobre todo, en los jóvenes que no les permite ver más allá de sus propias narices.

Los tiempos de globalización cultural imponen un modelo de hombre autoritario, dueño de sí mismo, imponente ante el mundo y rodeado de tecnología. Esto hace a las personas creerse más suficientes y capaces, por lo tanto también crea la autosuficiencia. Esta autosuficiencia hace que los seres humanos no vean en otros la posibilidad de aportar conocimientos, es aquí donde la humildad del ser humano queda arrastrada hacia el fondo del océano ante los ojos de la sociedad actual.

Por otro lado está el otro extremo, el exceso de humildad y bondad en las personas. Existen personas que no son capaces de reconocerse a ellos mismos como portadores de saberes, habilidades, conocimientos, logros y que siempre ven en los otros el espectro de éxito, al que nunca podrían aspirar. Las personas que están de este extremo, pueden ser tan condescendientes que no llegan a la superación personal y no se revindican. Al mismo tiempo son personas, con las que otras tienden a jugar y explotar sus capacidades.

El ser humilde permite ser capaz de escuchar, de asimilar virtudes, de conocer, de tener paciencia con nuestro mundo exterior. Lo que sucede es, que ningún extremo es bueno. Las personas desvalidas de humildad tienden a ser frías, materialistas, posesivas de su tiempo y dejan pasar por alto muchas oportunidades de conocer y aprender. En cambio las otras personas demasiado humildes tienden a desvalorizarse al punto de olvidarse de ellas mismas como actores sociales y como personas capaces de crear.

La humildad potencia nuestras capacidades como personas, es muestra de ingenio, de discreción y de personas inteligentes. La falta de modestia en los seres humanos crea aislamiento, superficialidad y falta de valores. Lo que debemos tener en cuenta es no debemos de tocar estos dos puntos aislados. Ambos son extremos que no son aconsejables practicar. Ambos dañan la integridad del ser humano como persona tanto por el valor extremo como por la falta de valor.

Si pensamos detenidamente, a lo mejor conocemos a alguien que se encuentre en alguno de estos extremos, o en ambos, e incluso si somos un poco autocríticos nos podríamos reconocer en uno de ellos. Pero si pensamos en alguien cercano preferiblemente y es una de esas personas con exceso de humildad en ambos extremos, y se encuentran en determinada situación hablando con ellos, piense en que rasgos de su comportamiento ustedes como personas no son capaces de soportar de ese humilde extremo en una simple conversación.

Lo que quiero trasmitir con esto es que la humildad en extremo, así como cualquier cosa que sobrepasa los límites de ambos lados crea conflicto y falta de empatía en las personas. Estos comportamientos inhabilitan la comunicación, el entenderse y en fin limita el ciclo de relaciones sociales.