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sábado, 23 de diciembre de 2017

La salud cubana bajo lupa

Por dllorca

Una de las principales características positivas que tiene Cuba como nación y que la hace ser a su vez relevante a nivel mundial es su sistema de salud. El sistema de salud cubano así como sus médicos son de gran prestigio a lo largo y ancho del planeta. Esto a su vez crea confianza en pueblo cubano sobre sus médicos y también se generaliza a nivel mundial ya que existen muchas personas de otros países que van a tratarse a Cuba porque además de ser un sistema de servicio con calidad también es más barato que otros países. El siguiente artículo versa sobre datos de la formación y evolución del sistema de salud cubano antes de la revolución, para demostrar el gran esfuerzo que significó para la misma establecer dicho sistema.

Conocemos muchos que el sistema de salud cubano tiene gran prestigio a nivel mundial, pero esto no siempre fue así. La Revolución cubana apostó por un sistema de salud a favor del pueblo, ya que la situación del país era crítica. Los invito a conocer y contrastar los datos del hoy que usted conoce, con la de algunos años atrás. La situación del país era anteriormente a la Revolución crítica, aquí usted podrá apreciarlo y entonces entenderá el cambio que significó para muchos la Revolución en la isla.

En 1898, la tasa de mortalidad alcanzaba 91 por 1000 y las causas de muerte más usuales eran diarrea infantil, tuberculosis, fiebre tifoidea, infecciones intestinales, malaria y bronquitis aguda.

Las condiciones higiénicas de la isla no ayudaban tampoco a que esto fuera diferente. Según el censo realizado por los norteamericanos durante la primera intervención, tres cuartos de la población conseguían agua de aljibes o ríos en 1898 y cerca de la mitad – sobre todo en áreas rurales – carecía de servicios sanitarios.

La situación de la isla en aquellos tiempos tras años de guerras y de una colonia a la que no le interesaba el país era desastrosa.

La intervención norteamericana, aunque traicionera yimpertinente, apresuró la higienización del país. Después de la guerra, se llevaron a cabo medidas sanitarias para optimizar gradualmente la situación: se establecieron sistemas de alcantarillado en ciudades; la provisión de agua potable, la distribución y organización de los sistemas de salud mejoraron paulatinamente. Se construyeron algunos hospitales y florecieron instituciones especializadas en maternidad o el tratamiento de enfermedades como lepra y tuberculosis.

No obstante, algunos bríos no tenían el sello “made in USA” y colocaron como una nación avanzada en salud pública. Carlos J. Finlay, radiante y obstinado científico cubano, contribuyó a reducir la incidencia de fiebre amarilla al determinar las causas de su transmisión.

En la década de 1940, la situación de mortalidad en el país ya incluía algunas enfermedades no transmisibles como el cáncer y los trastornos cardiovasculares, pero la tuberculosis, la bronquitis, la neumonía, las diarreas y la enteritis aún se reportaban.

En la década de 1950, Cuba exponía cifras respectivamente altas en cuanto a la disponibilidad de médicos en el contexto continental, pero éstos se concentraban mayormente en la capital y sólo las clases poderosas tenían acceso a ellos. Había una comercialización muy mala de los servicios de salud y el presupuesto del estado para estos gastos mermaba en lugar de aumentar. En 1949-1950, se destinó el 8,6 % del presupuesto nacional para estos fines; en 1956-1957 fue sólo el 7,1 %.

Las condiciones sanitarias en las áreas rurales eran afines a los existentes al principio del siglo. Según un estudio para trabajadores rurales efectuado por el Grupo de la Universidad Católica entre 1956 y 1957, el 36 % de la población rural testificó estar infectada por parásitos y el 31 % declaró tener malaria, una enfermedad transmitida por mosquitos.

Los niños seguían muriendo de enfermedades prevenibles y parásitos – la tasa de mortalidad infantil era evaluada en 60 por 1000 nacidos vivos – sobre todo en el campo. Las mujeres a veces no sobrevivían el parto y la mortalidad general estaba cerca de 10 por 1000.

Había 6286 médicos en 1950 y después del triunfo de la revolución en 1959 el éxodo de profesionales estimulado por el vecino del norte privó al país de unos 3000 médicos. A pesar de la pérdida, como política priorizada del nuevo sistema, se incrementó el número de médicos y ya en 1970 había casi 7500 profesionales de la salud entre médicos y dentistas. En el año 2002 había 67079 médicos y 9955 dentistas, muchos de ellos involucrados en el programa del médico de la familia, que cubre el 98,5 % de la población y llega a los lugares más recónditos del país, antes olvidados.

En la actualidad, los estudiantes se preparan en 24 facultades de medicina, 4 escuelas de estomatología, 4 institutos superiores de ciencias médicas, 57 institutos politécnicos de salud y 2 centros nacionales de superación. Desde que algunos médicos cubanos fueron a Chile en 1960 a ayudar a las víctimas de un terremoto, continúan prestando su ayuda solidaria y desinteresada en muchos otros países.

Es de destacar el desarrollo de la medicina en Cuba, así como la creación de medicamentos avanzados tales como vacunas para continuar elevando el nivel de vida de la población.

La erradicación llegó de la mano con la prevención. Cuba fue uno de los primeros países del continente en ser declarado libre de poliomielitis; la malaria fue erradicada en 1967 y otros males como la tuberculosis tienen una incidencia muy baja y decreciente. Los niños nacidos en Cuba son inmunizados con vacunas contra 13 enfermedades.

Ya no existen epidemias en Cuba. La tasa de mortalidad en el 2002 fue de 6,5 por 1000 habitantes y las causas de muerte principales – patrón de país altamente desarrollado – tienen que ver con los hábitos de vida más que con la propia medicina: los trastornos cardiovasculares y cerebrovasculares son los más frecuentes, aunque el cáncer es una gran amenaza.

Actualmente los indicadores del país con respecto a la salud son de países del primer mundo. Esto radico un esfuerzo enorme para la Revolución sobre todo en sus primeros años como muestra el artículo. Mantener esta imagen, así como dichos indicadores ha sido un esfuerzo exhaustivo de cada cubano.