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domingo, 10 de diciembre de 2017

Para que no mueran las mariposas

Por thais

Después de cuarenta años de malos tratos y violencias, Ana Orantes, española, fue quemada viva, asesinada por su esposo en 1997, en España. En un bufete de Usera, hasta entonces un tranquilo barrio madrileño; Elisa Consuegra y Maritza Osorio Riverón, cubanas en Madrid, fueron asesinadas salvajemente, junto a Pepe Castillo Vega que por casualidad llegó allí a recoger unos documentos. El asesino se ensañó con las dos mujeres, principalmente con Elisa. Esto ocurrió hace más de un año, el 22 de junio del 2016 y solo ahora la policía está tras la pista de Dahud Hanid-Ortiz, prófugo de la justicia por mucho tiempo.

El 25 de noviembre reciente se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer también conocido como Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Fue seleccionado ese día, promovido por feministas latinoamericanas desde 1981 para conmemorar el asesinato de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, conocidas como “las Mariposas”, el 25 de noviembre de 1960, por mandato del dictador Trujillo en la República Dominicana; sus asesinos vivieron tranquilamente toda la vida en la mas pasmosa e inmoral impunidad. Fue a partir de la Resolución 54/134 del 17 de diciembre del año 1999 que la Asamblea General de las Naciones Unidas instituyó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y construyó un permanente llamado a todos los gobiernos, instituciones, organismos y organizaciones internacionales y nacionales para sensibilizar a todos los seres humanos a través de actividades, mensajes de bien público entre otros, acerca del gravísimo fenómeno de la violencia contra la mujer.

Cifras escandalosas reflejan las desigualdades entre el hombre y la mujer en cuanto a las estadísticas de asesinatos u otros crímenes de odio, una de cada tres mujeres, ha sufrido diferentes manifestaciones de violencia (verbal, psicológica, física); más de 700 han padecido mutilación genital, miles de denuncias contra violencia sexual son archivadas por insuficiencia de pruebas o desidia policial y muchísimas mujeres son casadas con sus violadores, por lo que el silencio es la respuesta más común en estas mujeres, principalmente por miedo y humillación.

Escasas e inoperantes legislaciones, limitaciones en la preparación y sensibilidad de los operadores del sistema de justicia, precarias políticas públicas, insuficiente toma de conciencia de respeto y consideración hacia la mujer, el machismo, el patriarcado son las causas entre tantas que siguen prevaleciendo e impiden la lucha contra este flagelo. Además no debemos pasar por alto que también nosotras, como mujeres, tenemos que conocer cuáles son nuestros derechos y valorarnos conscientemente para exigirle al ‘’otro’’ el respeto que merecemos. La sociedad exige y debe tener mayor información y capacidad acerca de este fenómeno para estar mejor preparados para afrontarlo. Esas herramientas pueden obtenerse a través de los medios de comunicación, que deben dejar de tener un colimador menos efectista y morboso y facilitar la concientización acerca de la peligrosidad de estas violencias; es decir el tratamiento de la noticia y la forma de comunicarla debe ser con un enfoque diferente alertando la importancia de que la gente se eduque y tome conciencia con el tema, alejándose de las informaciones sensacionalistas y amarillistas. Por otro lado las políticas gubernamentales deben expresar las voluntades de los Estados considerando que un cambio de actitud en este sentido no sería un modismo de esta época, sino una necesidad sociopolítica imprescindible.

La Organización de las Naciones Unidas está promoviendo, como política social para enfrentar esta situación, un Observatorio Internacional contra el Femicidio; recientemente en Ginebra, la relatora especial sobre ejecuciones extrajudiciales sumarias o arbitrarias ha llegado a plantear que esas violencias deben reconocerse como una violación de los derechos humanos y que constituye un modo de ejecución arbitraria los asesinatos domésticos, pero todo esto es insuficiente. No se puede esperar a las jornadas que comienzan los 25 de noviembre de cada año para reflexionar y para actuar contra la violencia contra la mujer. La marcha realizada en Madrid, España, desde la Plaza de la Villa hasta la Puerta del Sol y tantas otras efectuadas en muchos países, son un canto de lucha militante contra la violencia y la impunidad que han sufrido todas las Anas, Elisas, Maritzas que han perecido y un aleteo vibrante de todas las “mariposas “en el mundo.