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lunes, 25 de diciembre de 2017

Ricos y pobres, ¿cómo experimentan la felicidad?

Por Sofía

Un reciente estudio ha demostrado que a pesar de que esta expresión se encuentra más que comprobada por todos los seres humanos ricos y pobres, la manera en la que expresamos la felicidad sí depende de la retribución material y monetaria que tenemos.

Luego de cuestionar a 1 519 personas el profesor Paul Piff y sus colegas de la Universidad de California en Irvine, Estados Unidos, han arribado a la conclusión de la felicidad no se compra por dinero aunque la forma en la que esta se expresa si se encuentra en estrecha relación con los ingresos que tenemos cada cual. Los encuestados indicaron sus rentas familiares y respondieron a otras preguntas que contribuyen a establecer el nivel y grado de las emociones relacionadas con la felicidad como son la diversión, la satisfacción, el entusiasmo, amor, el orgullo, entre otras, según señala el estudio publicado en la revista Emotion.

Quienes ganaban más dinero acostumbraban a experimentar emociones centradas en sí mismos como satisfacción y orgullo, además de diversión. Por otro lado las personas que obtienen ingresos más bajos se suelen centrar en otras personas experimentando sentimientos de amor y compasión, mientras que su entorno social les provoca temor e inquietud, según señala este estudio. Por tanto los científicos han concluido que la riqueza está incuestionablemente asociada a la felicidad. La diferencia se encuentra en las emociones que experimentan, en algunos estas contribuyen a lograr una mayor independencia y autosuficiencia y en otros a establecer relaciones sociales independientes para tratar de afrontar las condiciones amenazantes que les rodean.

Está claro que el dinero facilita la satisfacción de determinadas necesidades como la salud, la recreación y el esparcimiento personal lo cual contribuye significativamente a aumentar los niveles de felicidad en diferentes momentos de nuestras vidas. Además, en dependencia de nuestras ganancias y de nuestros estilos de vida utilizamos estos ingresos de distinta forma, en correspondencia a las prioridades que establecemos. El estudio revela una verdad que ya estaba comprobada: ‘’El dinero no da la felicidad, pero ayuda a llegar a ella’’.

Sin embargo, teniendo en cuenta las diferentes formas de experimentar la felicidad en personas con altos y bajos ingresos, considero que no demuestran en sí el auténtico sentido de esta emoción, la cual constituye un concepto construido socialmente con diferentes significados para las personas en dependencia de su contexto social.